Se respiran aires de reorganización en las bodegas de Rioja. El verano ya se ha asentado oficialmente y los espacios exteriores, con la viña como factor común, comienzan a sacarse el mejor partido. Y de puertas para adentro todo funciona como una perfecta maquinaria que hace girar sus engranajes sin parar para que catar un vino en un wine bar sea toda una experiencia sensorial.
Un gran número de bodegas ya tiene lista su mejor oferta vinícola para abrir las puertas de sus instalaciones por todo lo alto, mostrando unas salas donde no solo se respira aroma a vino. Los estilos se funden entre barras, butacas y botelleros para crear los mejores y más espectaculares wine bars en la denominación.
Como ocurre en Franco Españolas, donde un amplio salón ubicado en la planta baja de este edificio de 1890 se abre al servicio del visitante para degustar los vinos de la casa. Un espacio polivalente que permite a su vez la celebración de eventos de cualquier índole sin salir de la capital riojana.
En pleno Barrio de la Estación de Haro, Bodegas Roda se abre a la comodidad ofreciendo la posibilidad de disfrutar de su bar de vinos sin necesidad de acceder a sus instalaciones. Y si se quiere profundizar en las instalaciones de esta joya, siempre se puede acceder a su impresionante calado del siglo XIX.
Foto: Bodegas Roda.
Sin salir del histórico enclave jarrero, toca hacer parada obligatoria en el wine bar de La Rioja Alta S.A. con todo un escenario que invita a sumergirse en un ambiente cálido y acogedor solo con la decoración que cubre este Garaje del Club de Cosecheros. Un lugar donde se podrán catar añadas actuales y antiguas todos los días de la semana.
Foto: La Rioja Alta S.A.
Si lo que uno busca es ser el propio camarero que sirva las copas, en Bodegas Sonsierra puede meterse en el papel al cien por cien. Su wine bar ofrece la opción de probar las quince referencias de vino de la bodega con total libertad y comodidad, porque el cliente puede servirse él mismo, sin límite de tiempo y eligiendo el formato de la copa que prefiera para experimentar esa variedad de aromas.
Foto: Bodegas Sonsierra
En pleno Valle del Iregua, Vinícola Real 200 Monges pone sobre la mesa su carta de vinos para disfrutar de los caldos en el propio hotel de la bodega. Una visita en la que no puede faltar el recorrido por el calado, las salas de barricas y los cuadros de Luis Burgos que decoran las paredes del interior de esta firma de Albelda que recupera la historia del desaparecido Monasterio de San Martín.
Foto: Vinícola Real 200 Monges.
Y ahora que el buen tiempo, con alguna tregua de bajada de temperaturas, inunda el paisaje de la denominación, siempre es una buena opción salir al exterior copa en mano. Porque no hay nada mejor que unas vistas a un mar de viñas desde lo alto, como se puede experimentar en la terraza de Bodegas Zinio, en Uruñuela.
Terraza de Bodegas Zinio, en Uruñuela.
Al otro lado del río Ebro, a los pies de la Sierra Cantabria y la villa de Laguardia, Bodegas Javier San Pedro Ortega invita seguir su filosofía ‘PIENSA – SIENTE +’ en un salón lleno de luz y color, donde se fusionan la innovación con la esencia de lo auténtico. El visitante podrá elegir entre cualquiera de los 18 vinos, un vermú e incluso un ginebra, porque todo aquí es un baile de sabores que no dejan de sorprender.
Sin salir de Rioja Alavesa, la icónica Marqués de Riscal brinda entre su amplia oferta de ocio unas visitas para envidiar de la localidad de Elciego desde su terraza mirador. Si eso se acompaña de una copa junbot a unas tapas y raciones, el broche final lo pone la compañía.
Foto: Marqués de Riscal.
Y de vuelta a la capital riojana, Ontañón propone un recorrido por el templo del vino para conocer los orígenes griegos de este manjar que acompañó a los dioses y cluminar una visita en ‘La Sacristía’, el wine bar de la bodega. Allí se catan vinos procedentes del extremo oriental de Rioja, donde las viñas se intercalan con fincas de almendros y olivos creando un ecosistema idóneo para lograr una gran calidad.
Foto: Bodegas Ontañón.
