De frente, una Tudelilla casi escondida con Pradejón allá a lo lejos. Y a sus espaldas, la Sierra de la Hez que riega de humedad y frescor esta tierra pobre con algunas nieblas mañaneras que bien recibidas serían en muchas zonas estos días veraniegos donde la lluvia brilla por su ausencia. Carmelo Ortega recorre una viña que “seguro ha cumplido los 60 años” donde predominan las cepas de garnacha, aunque también las hay de malvasía, viura, tempranillo y monastrell.
“Lo que tenemos aquí es un auténtico microclima. Nos baña la influencia mediterránea con ese clima más seco, pero con la peculiaridad de que estamos en altura (Tudelilla está más alto que Haro) y el aire fresco sopla entre cepa y cepa. Aquí no aguanta cualquier variedad; solo las más rústicas y ese pódium lo lidera, sin duda, la garnacha”, afirma rotundo el propietario de Bodegas Ortega Ezquerro.
La que fuera la primera bodega en inscribirse en la nueva indicación geográfica de Vino de Municipio ha llevado el nombre de Tudelilla de viaje por el mundo: “Solo para poder poner bien grande en nuestras etiquetas Vino de Tudelilla, porque incluso gente de Rioja del propio sector se sorprende cuando contempla este paisaje desde un suelo pedregoso y de cascajos de grano de tierra gordo”.
Un pueblo de tradición vitivinícola que lleva tiempo en el mapa del sector gracias, sobre todo, a que no siguió la hoja de ruta de otros municipios. “Antaño fue un pueblo muy desunido porque los vecinos nunca llegaron a ponerse de acuerdo para crear una cooperativa. Tal vez porque cada uno de esos cosecheros, que en los buenos tiempos llegaron a ser más de 80, lograba sacar mayor rentabilidad elaborando sus uvas en sus pequeñas bodeguitas construidas en un ladera en busca de las vetas de arcilla y vendiendo su propio vino que si se asociaba con el resto”.
Así que en Tudelilla no se vieron viñas viejas arrancadas para plantar tempranillo productivo en espaldera. Allí se conservó la identidad de un pueblo en el que la garnacha llegó a ocupar el 80 por ciento de la superficie vitícola. Allí se mantuvo en pie la historia de un paisaje único al que poco tardaron en llegar las grandes firmas para enriquecerse también. Y así la garnacha pasó de ser una variedad “de segunda” a ser imprescindible en toda bodega que se precie.
“Con una maduración larga, nuestras garnachas ofrecen mucho grado alchólico y una buena acidez total, justo lo que buscan las históricas y afamadas bodegas de Rioja para acompañar a sus tempranillos de esas zonas de Rioja Alta y Rioja Alavesa. Nos hemos convertido en el encofrado del edificio, en el armazón para embotellar los grandes vinos que se descorcharán años después. Además, este clon de garnacha que tenemos en Tudelilla tiene un sabor amoscatelado que lo hace muy redondo y agradable en boca”.
Ortega Ezquerro incorpora entre un 20 y un 30 por ciento de garnacha en sus vinos “porque creemos que debe ser así, porque es parte de nuestra esencia y de la esencia de Tudelilla”. No es el único municipio conocido por sus buenas garnachas en Rioja Oriental, aunque Carmelo prefiere hablar de Rioja Baja, “como se ha hecho siempre”. A Ausejo y Alcanadre también se desplazan cada vendimia firmas vinícolas del otro extremo de la denominación para extraer estos diamantes como si de minas se trataran.
Pero este bodeguero autóctono de Tudelilla hace gala de sus orígenes y defiende que la garnacha no productiva, esa que tiene problemas de corrimiento que trae una uva menos apelotonada, es la que mejor se adapta los aires que corren en esta zona. “Así que pocos problemas de mildiu tenemos, pero no nos descuidamos del oídio, que aquí tiene todas las condiciones propicias para proliferar con esa diferencia térmica entre el día y la noche”.
Carmelo considera que el boom que se está viviendo ahora con la garnacha responde en cierto modo a una moda, “porque ahora todos quieren tener una viña de garnacha o un monovarietal entre su carta de vinos; es una especie de obsesión”. El próximo sábado 9 de julio la localidad volverá a acoger, por tercer año consecutivo, la Feria de Vino de Tudelilla Garnacha Sensaciones para acercar esta variedad a los amantes del vino. Pero Carmelo insiste en que, más allá de servir copas de vino, “la cultura por la garnacha debe transmitirse a través de foros y charlas donde se hable de ella para extender su conocimiento”.