Agricultura

Todo por la calidad virgen extra: catas y visitas para una mayor concienciación

Hileras e hileras de olivos se suceden por tierras de La Rioja Baja recorriendo colinas y valles entre parcelas de cereal ya cosechadas y racimos que van engordando semana a semana. Es parte del patrimonio natural y del motor económico de una zona que apuesta por impulsar también este cultivo y la actividad turística que gira en torno a él.

La pandemia supuso un impás para el oleoturismo que ahora las almazaras riojanas esperan recuperar con actividades enfocadas a incentivar el consumo de un aceite de calidad e impulsar el conocimiento por este cultivo. Desde el Trujal 5 Valles de Arnedo tienen claro que uno de los pasos primordiales para conseguirlo es acercarse al público más joven para trabajar la concienciación desde el principio.

“Organizamos visitas didácticas para los más pequeños de la casa, con salidas al campo en el momento de la recolección para que sean ellos quienes recojan las olivas y luego vayan a la zona de recepción y puedan ver cómo se elabora el producto. Es decir, conocer todo el proceso de principio a fin. Solo así pueden saber el trabajo que hay detrás de un aceite de oliva virgen extra. Otro día preparamos un taller de diseño de etiquetas como alternativa mientras los padres hacen la visita guiada”, explica la responsable de la almazara, Sara Pérez.

Y entre prensas y prensas, los visitantes pueden participar en catas organizadas para convertirse en auténticos expertos a la hora de diferenciar un aceite de oliva virgen extra de uno que no lo es: “Se catan dos aceites a ciegas, uno de nuestro trujal y otro comprado en un supermercado que no cuenta con el sello de calidad para que sean capaces de distinguir un buen producto de otro que no lo es”.

Todo ello completando el programa con una visita a la tienda para conocer la gama de productos que ofrece el Trujal 5 Valles de Arnedo, en todos los tamaños y formatos, que cada fin de semana abre sus puertas para mostrar uno de los focos de riqueza del entorno al que acuden con interés familias y parejas. Más allá de las tradicionales pringadas que cada comienzo de año inundan los exteriores de la almazara desde sus orígenes.

“Porque no todo son bodegas en La Rioja. Aquí tenemos mucho más que mostrar. Tenemos una historia, una cultura, una gastronomía y un campo que nutren todo un territorio y la sociedad debe conocerlo. Y al igual que saben discernir entre un vino y otro, también queremos que sean capaces de hacer lo mismo con el aceite”, incide la responsable de este trujal que forma parte de la Asociación para el Desarrollo Rural de La Rioja Suroriental.

Y mientras el oleoturismo va cogiendo ritmo, la atención de los olivicultores recae a pie de campo con la preocupación para esta próxima campaña. La sequía y las altas temperaturas de los últimos meses ha arrasado parte de la cosecha en La Rioja. “Hablan de una merma de entre el 20 y el 30 por ciento, aunque todavía es temprano, pero está claro que va a ser una mala campaña porque se ha quemado mucho”.

El pasado año esta almazara recogió un millón y medio de kilos de aceitunas, “más de lo que se esperaba, pero también menos que la cosecha anterior por ese carácter vecero del olivo, ya que tenemos muchas plantaciones tradicionales”. Este año, asegura Sara, debería haber venido “un cosechón”, pero el tiempo no ha acompañado. “Al menos, esto no va a afectar a la calidad porque nosotros molturamos sin que pasen 24 horas para evitar que se pierdan las propiedades”.

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