Toros

Diego Urdiales, sin opciones en Madrid

FOTO: Plaza de toros de Las Ventas (Twitter).

Imposible. No hay adjetivo que pueda definir con mayor certeza y precisión la primera comparecencia de Urdiales en este San Isidro. El viento y, sobre todo, los toros de Fuente Ymbro han dado al traste toda posibilidad de triunfo y lucimiento del riojano hoy en Las Ventas. Como del resto de la terna, salvo que uno de ellos fuera Roca Rey. Y fue.

Máxima era la expectación levantada por el hierro de Fuente Ymbro tras el buen juego que ofrecieron el martes los utreros de la divisa gaditana. Pero ¡ay, amigo! los tres años más (todos los toros lidiados hoy fueron cinqueños) pesaron como una losa. Aunque, en verdad, lo que realmente les pesó fueron esos 50/60 kilos que les sobraron a todos y cada uno de ellos. Y no solo eso, porque casi todos los defectos que se le pueden reprochar a un toro bravo vino a traer consigo el conjunto que embarcó Ricardo Gallardo para la tarde de hoy. La falta de casta fue total: ninguno se empleó; buscaron terrenos de nadie; escarbaron; tomaron los engaños con una brusquedad y una violencia inusual; y todos salieron sueltos y desentendidos de capotes, caballos y muletas. Lo dicho, imposible. Salvo que seas Roca Rey, claro.

Era el primer compromiso que afrontaba Urdiales en esta feria de San Isidro, que ya ha empezado a consumir su segunda mitad. El riojano vuelve a estar anunciado este mismo viernes y, en consecuencia, lo mejor que le ha podido pasar Urdiales hoy es que ha salido indemne y por su propio pie. Lo de la moral será otra historia, pero pasado mañana aguardan toros de Victoriano del Río y una cosa es segura: no serán peores que los lidiados hoy.

El viento y una embestida cruzada hicieron que Urdiales no se saliera más allá del tercio para saludar al primero de la tarde. Aquello propició que ‘Histérico’, que ya de por sí apretaba hacia los adentros, desarrollara aun más esa querencia hacia las tablas. Si el primer tramo del trasteo de Urdiales resultó aseado, más tropezada vino a ser la parte final de la faena. En redondo, hubo algún muletazo de cierta enjundia; solían ser estos el segundo o tercero de la serie, los que se remataban hacia las tablas. El metisaca en los blandos deslució la concienzuda labor de Urdiales.

FOTO: Plaza de toros de Las Ventas (Twitter).

‘Tamboril’ hizo cuarto. 615 kilos y veleto de pitones. Tampoco pudo estirarse en el recibo Urdiales, que lució al toro en el caballo. Largo y con alegría acudió en un segundo encuentro con el caballo, que, con los dos puyazos señalados arriba por Manuel Burgos sería lo mejor de esta lidia. Porfió Urdiales por el pitón derecho, pero el de Fuente Ymbro salía con la cara alta. Cabeceando también. Como doliéndose, vaya. En el pecho le puso los pitones cuando Urdiales le citó al natural. Y ya, porque hoy tampoco era la tarde de Urdiales a espadas.
Se empleó el quinto en el primer encuentro con el caballo para luego rehusar volver al peto. Pocas opciones se le adivinaban ‘Escribiente’, que, para colmo, salía más suelto y desentendido que sus hermanos. Tan suelto, ya digo, que, del primer doblón de Roca Rey al abrigo de las tablas, el de Fuente Ymbro se fue al punto diametralmente opuesto del enorme ruedo venteño. Fue entonces cuando el peruano lo citó en los medios.

¡Uf! El primer embroque fue de una violencia bárbara. Hubo desarme. De igual violencia fue la segunda arrancada. Fue entonces cuando Roca Rey perdió un pasito entre muletazo y muletazo y empezó a bajar la mano. Y a ganar la pelea. Se rindió ‘Escribiente’, que, aunque seguí saliendo suelto, desentendido y rajado, embestía humillado y con cierto temple. A Roca Rey pareció no importarle las rachas de viento que bamboleaban su muleta como si fuera de papel. Y se lo pasó por la espalda. Una vez y otra. Más hubo cuando intentó el toreo al natural, que no fluyó. Como un pase mirando al tendido, que fue el que rindió a Madrid. Los pasajes brotaron tan templados como aseados.

Hubo abucheos y desaprobaciones por una parte del público, que hizo que la gran mayoría celebrar aún más aquella lección de poder y mando. Y valor. O locura y temeridad, según se quiera ver. Las bernadinas del final fueron otro canto al poco seso o al mucho corazón. Pinchó un triunfo grande porque grande fue lo que hizo a un toro no apto para lucimiento alguno. Creo que ningún torero puede hacer hoy tanto con tan poco. Otra historia es que ese derroche de valor y facultades guste más o menos.

A su segundo quitó por chicuelinas ceñidísimas e inició su trasteo con una serie de estatuarios que vendrían a serlo todo. Cabe aquí reproche si se quiere, porque ‘Hablador’ embistió muy largo y muy templado en la brega de Antonio Chacón y Roca Rey nunca intentó conseguir redescubrir aquella largura y aquel son en su muleta. Pero en lo que hizo luego, ni un pero cabe.

A Ginés Marín le hicieron salir a saludar tras romperse el paseíllo. Por lo de hacía hoy diez días: un grave percance con el que se fue a la enfermería sin mirarse y por haberse recuperado en estas pocas jornadas. Le tocó en suerte el único toro castaño del encierro, que vino a ser, como sus hermanos, otro garbanzo negro. Fue y vino suelto y desentendido durante toda la lidia. Para colmo, se partió un pitón y dobló manos y cuartos traseros.

El sexto fue quizás el de mejor recorrido, pero se paró en los momentos en los que la faena debía coger cierto vuelo. Cuando embistió, Marín consiguió algún muletazo de buen trazo. ‘Hechizo’ se acabó demasiado pronto.

La ficha

Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Decimoctavo festejo de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘No hay billetes’ de entrada. Toros de Fuente Ymbro, con mucha romana y de muy mal juego en su conjunto. El menos malo, por movilidad, fue el quinto.

• DIEGO URDIALES, silencio y silencio.
• ROCA REY, palmas y ovación.
• GINÉS MARÍN, silencio y silencio.

Incidencias: Al finalizar el paseíllo, el público obligó a saludar a Ginés Marín en su reaparición diez después del grave percance que sufrió en este mismo ruedo. El banderillero Javier Ambel se desmonteró tras parear con brillantez al segundo toro; destacó Antonio Chacón en la brega de este segundo toro.

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