Gastronomía

Déjà Vu, la esencia de un bar de barrio con los sabores más actuales

Comenzar nunca es fácil, menos poner en marcha un negocio, y ni qué decir tiene si lo abres en noviembre de 2020, con una pandemia presente. Pero el mundo está hecho para los valientes y apostar por lo que crees y quieres surte efecto.

Si no que se lo digan a Marian y Sonia, que han sacado adelante la cafetería Déjà Vu, un bar de barrio que se ha convertido en lugar de encuentro para muchos vecinos y cuadrillas que, llegando el calor, aprovechan una terraza con más de veinte mesas rodeadas de un gran parque.

Ubicado en la Plaza Martínez Flamarique, antigua plaza de toros, “hemos ido lidiando con la pandemia, sus restricciones de horarios, aforos…”, pero afortunadamente la cosa ya ha mejorado y los clientes que se acercan a Déjà Vu pueden disfrutar de una amplia barra de pinchos para los desayunos y los almuerzos y una atractiva y variada carta de bocadillos, raciones y hamburguesas que la gente disfruta, sobre todo, por las noches.

Entre sus especialidades, el bocata de solomillo de cerdo con setas y salsa tártara. “Es uno de los más pedidos por los clientes junto con la hamburguesa de chuletón. El que la prueba, repite”, comenta Marian. ¿El secreto? Primar el producto. “No abusamos de florituras ni metemos grandes añadidos o condimentos extraños, porque lo importante, en este caso, es el sabor de la buena carne”.

Un bar de barrio donde la limpieza se lleva por bandera y la familiaridad se nota nada más poner un pie en el local. “Los vecinos nos conocen y nos quieren mucho y es que priorizamos la amabilidad y el trato de tú a tú”. A un local de estas características fuera del centro de la ciudad le cuesta darse a conocer, pero la calidad profesional y personal hace que en este tiempo se haya forjado una clientela fiel que acude, sobre todo, los viernes por la noche.

“Entendemos que los sábados apetece más ir hacia el centro, Laurel o San Juan. Es más, tenemos al lado un albergue y los turistas buscan esa zona los fines de semana, pero los días de labor desayunan, almuerzan y toman algo aquí”. Un bar que ha calado hondo entre las cuadrillas de familias jóvenes. “Es una gozada venir con los niños, que cenen y se pongan a jugar en el parque sin ningún peligro de coches. De esta forma, tanto padres como hijos disfrutan”.

Déjà Vu ha sabido tocar la tecla adecuada para todo tipo de clientes con su variedad de bocadillos y hamburguesas de chuletón, pollo y ternera, pero además sus raciones de bravas, chopitos, croquetas… y estas últimas, de diferentes sabores y todas caseras. “También tenemos en cuenta a las personas celiacas que puedan venir y adaptamos lo bocadillos para ellos y los ponemos con un pan especial muy bueno”.

Y para los más golosos y esos que dejan hueco para el postre, aquí tienen su paraíso. Prácticamente todos caseros: tarta de queso, flan de tres leches, tiramisú, helados y coulant.

En esto de los negocios toda iniciativa es buena, así que, de cara a las próximas fiestas de San Bernabé, -ya a la vuelta de la esquina- y San Mateo, Déjà Vu está organizando una promoción “para todos aquellos que quieran ver los fuegos artificiales mientras se comen un bocadillo y se toman un refresco o una cerveza. Haremos una oferta con los que más tirón tienen y con una bebida para llevar”. En definitiva, costumbres de siempre y para siempre.

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