La Rioja

Donde duermen los caballos del Rey

Cuando hace dos meses Ángel recibió una llamada a su móvil de la Guardia Real se lo tomó a cachondeo. Bastante tenía él con el día a día en la finca Valrroyuelo en Calahorra donde atiende a diario a casi una treintena de caballos. La persona que hablaba al otro lado insistió.

“No se preocupe, le mando un WhatsApp que certifique lo que le digo, que soy quien soy”, le explicaban desde el otro lado del teléfono, posiblemente acostumbrados a la incredulidad de las personas con las que contactan. Entonces prácticamente nadie sabía que la Guardia Real iba a pasar por La Rioja e iba a dejar su impronta de desfiles y maniobras.

Tras esa llamada comenzaron las visitas para ver las instalaciones. “Primero vinieron unos y después, los mandos para comprobar que todo estaba en las condiciones necesarias para sus caballos”, relata Ángel con orgullo.

La finca Valrroyuelo lleva años cuidando con mimo los caballos de muchos de los aficionados a la hípica de la zona y precisa de todo lo necesario para que una treintena de caballos de la Guardia Real estos días se encuentren allí. “El otro día me decía uno de los mandos que era difícil encontrar unas instalaciones privadas tan preparadas”, apunta.

Durante estos días la finca se ha convertido en una auténtica algarabía. “Ellos se encargan de todo con una disciplina militar impresionante; cada uno tiene su tarea y todos saben lo que tienen que hacer, nada se retrasa ni un minuto, las comidas, las limpiezas… Todo, además, con una sonrisa”, comenta Ángel mientras saluda uno a uno a los militares que se encuentran por sus instalaciones.

“Que te cuente. ¿Por qué anoche cené gratis, Ángel?”, dice uno de ellos. “Las apuestas son sagradas, perdí y pagué”, dice una voz que sale de una de las cuadras. El Arnedo Arena fue el escenario de la apuesta, uno aseguró que podría hacer una cabriola con su caballo y el otro pagó la cena. Lo que da cuenta que entre montura y montura también hay cabida para la chanza.

“Lo habitual, si entras en esta compañía, es que te gusten de antemano los caballos, aunque también es verdad que hay gente que viene desde otros destinos y hay que enseñarles a montar. No es mi caso porque yo ya me montaba de crío en los mulos de la familia”, explica uno de los mandos que preparan todo para su espectáculo en Calahorra.

Mientras, Ángel muestra uno de los caballos que merece la pena destacar: “Estos son los que arrastran los carros. Mira, un potro de cuatro años y pesa más de 800 kilos, es una auténtica barbaridad”.

Hoy comerán todos en la finca. “El lugar donde están hospedados no les podía dar hoy de comer y hemos pensado hacer algo aquí para todos”, explica el propietario de la finca Valrroyuelo. Pili, su mujer, ya tiene todo listo para preparar un rancho. Que la guardia Real se vaya con un regusto riojano de estas tierras.

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