Toros

Diego Urdiales, a la verónica, lo mejor de la tarde en Sevilla

FOTO: La Maestranza-Pagés (Twitter).

Culminaba este jueves Diego Urdiales su paso por la Feria de Abril y también por Sevilla. Que en un torero de enormes finales de temporada viene a saber a poco. Como resistiéndose a despedirse llegó en el cuarto un quite monumental que sacó del caballo a un toro que apenas se castigó. De bronce fueron cinco verónicas; de seda, una media rebosante de temple y cadencia. Todo a compás. Recogido el capote y rota la cintura. Embarcada siempre la embestida, que sometían y templaban las manos bajas. Gráciles, los vuelos vaciaban la embestida. La suerte, siempre cargada.

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Ingrávido y gozoso a partes iguales. La verónica según Urdiales. La réplica de Cayetano no llegó a ser ni susurro.
Rápido se fue a los medios a bridar y pronto se salió Urdiales con ‘Filósofo’ al tercio para empezar la faena. ‘Filósofo’ fue de buenos embroques y malos finales. Se abría en exceso en la muleta del riojano, de la que salía con la cara alta.

Hizo gala Urdiales de su sentido del temple y también de las distancias y las alturas. Como de la colocación. Siempre los vuelos adelante, que unas veces perseguía el de los ‘matilla’ con más o menos rectitud y otras optaba por desentenderse de ellos. Consiguió Urdiales pasajes de gusto y belleza; siempre de mérito. Por poner un pero, el final pecó de tres o cuatro enganchones, no más. Se cobró el riojano la cuarta estocada de su particular feria y una ovación pareció venir a decir: vuelve pronto, Diego; Sevilla te espera.

FOTO: La Maestranza-Pagés (Twitter).

Dos ‘Carceleros’ enviaron los Hermanos García Jiménez con destino a la Maestranza. Más de un año y tres meses de diferencia de edad había entre ellos. Más aún en hechuras. Alto y bruto, cual matón de discoteca tenía el toro cinqueño. De expresión torera eran las que lucía el de cuatro años y pocos días. Se cumplió (y vaya si se cumplió) aquello de que la morfología en el embestir del toro es ley. Son, compás, recorrido, humillación y repetición tuvo el bonito. Áspero y casi nunca descolgando fue el toro feo que, para colmo, marcó querencia a las tablas de entre el burladero de capotes y chiqueros; hacia la calle Adriano, vaya.

Pena que el toro grandullón y bastote fuera a corresponderle a Urdiales. Hasta colocó el hocico por encima del burladero, una vez se hizo presente en el ruedo maestrante. Se venció hasta en dos o tres ocasiones por el pitón derecho, que fue también con el único que empujó en el peto sin emplearse nunca. Aquella incómoda querencia fue marcada desde que salió del primer encuentro con el caballo, que Cayetano vino a aprovechar en un quite tan parco como medido e insulso.

FOTO: La Maestranza-Pagés (Twitter).

Bello fue el inicio de Urdiales con la muleta. Si toreros fueron los doblones por bajo, monumental fue un trincherazo que venía a culminar esa primera serie. Pero este ‘Carcelero’ viejo traía las llaves del calabozo en el que habita el descastamiento. Dos naturales de excelente trazo robó Urdiales a favor de los terrenos tan marcados y anhelados por el animal.

Las llaves del cielo y la gloria escondía el otro ‘Carcelero’. O más aún, una tarjeta magnética de esas que abren las puertas de forma automática. Cuando no fue la rigidez (de brazo y figura) de Cayetano fue el escaso acierto en tiempos, distancias y terrenos lo que terminó encerrando en la celda de la mediocridad el infausto trasteo. Temple quizás hubo; demasiado poco para un toro de tanta calidad. Más o menos lo mismo vino a ocurrir en el quinto, con el que Cayetano no se acopló prácticamente nunca.

Llegaba Ureña a Sevilla por la vía de la sustitución. Y, como Urdiales, brindó su primer trasteo al convaleciente Emilio de Justo. La exigencia fruto del genio traía en la embestida ‘Ateo’. Un sindiós fueron los arreones unas veces; de enorme profundidad y mayor hondura, otras. Que a Ureña unas veces desbordaron y otras, has enfrontilado, aprovecho con ritmo y transmisión. Tras el susto, llegó la serie más ligada, templada, de mejor trazo y mano más baja. Quizás le faltó al murciano dar con los terrenos y las distancias; también sometimiento y mando. Dos avisos le tocaron.

FOTO: La Maestranza-Pagés (Twitter).

Se protestaron las pocas fuerzas del sexto o la decepción del poco contenido de la tarde hasta el momento. Pero ‘Espléndido’ tenía veinte muletazos con transmisión, ritmo, humillación y repetición, que Ureña supo medio exprimir a base de colocación y dejar siempre puesta la muleta para ligar unos y otros muletazos. Acabados los veinte que decía, se acabó también el temple, los terrenos y el sitio que había de pisar el murciano.

La ficha

– Plaza de toros de la Maestranza. Dos tercios de aforo. Novena del ciclo continuado.

– Toros de Hermanos García Jiménez, de diferentes hechuras y comportamiento. El mejor, el segundo, noble, repetidor, de gran recorrido y transmisión; con más genio el tercero; deslucidos primero y cuarto; el quinto, noble aunque a menos; de buen juego el sexto.

  • Diego Urdiales: silencio y ovación con saludos.
  • Cayetano: silencio en ambos.
  • Paco Ureña: silencio tras dos avisos y ovación tras aviso.

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