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Gol en Las Gaunas: ‘La fiesta de la culpa’

El Racing de Ferrol de Joselu. No suena a nada nuevo. Es el Racing de Ferrol de Joselu que fue aquel Racing de Ferrol de Joselu. Entonces los marcaba a pares y ahora los sigue haciendo con facilidad como demostró este pasado sábado en Las Gaunas.

Este pasado sábado negro fue una especie de ‘déjà vu’ para muchos seguidores blanquirrojos que se vieron como hace cinco años, cuando su equipo intentaba superar a un rival habitual, aquel viejo Racing de Ferrol que casi siempre superaba a los riojanos hasta el día que dejó hacerlo porque los blanquirrojos, repletos de ilusión, iban hacia arriba y los gallegos, tristes, se fueron finalmente abajo (a Tercera).

Aquella vieja frontera quedó atrás, parecía superada tras un ascenso para ver de cerca las estrellas, adquirir nuevas capacidades y pese al descenso recuperar el impulso para volver a conseguirlo y si es posible establecerse por más tiempo. Sin embargo, el Racing de Ferrol quedará por delante de los riojanos esta temporada y volverá a ser una nueva frontera inesperada para frustración de la gran mayoría.

El Racing de Ferrol de Joselu. Que tiene su aquel. El que siempre fue deseado y nunca posible y ahora, más viejo, sigue haciendo tantos goles como antes porque es más sabio. Así que cunde el desánimo. La desilusión es la enfermedad más peligrosa. No hay remontada desde la desilusión. Para muestra dos corteos, dos instantes que han marcado el ascenso y la caída posterior de este club durante este último lustro. De aquel 16 de junio de 2019 a este 23 de abril de 2022. Hércules y Racing de Ferrol. Comparten final: derrota blanquirroja. Pero les diferencia lo principal: el estado de ánimo.

16 de junio de 2019: quienes vivieron aquel corteo desde dentro, me refiero desde dentro del autobús, los futbolistas, reconocen a día de hoy que fue el momento clave para lograr el ascenso una temporada después pese a la pandemia. “Aquel día nos dimos cuenta de que una ciudad y una región querían estar en Segunda”, insisten en cuanto son preguntados. Lo dice cualquier jugador de aquella plantilla. La ovación tras caer eliminado en Las Gaunas, de más de diez minutos de duración, fue el primer acto festivo de un ascenso que tardó en llegar una temporada más. Sol, calor, colorido… 11.000 personas en el estadio para buscar una remontada imposible (3-1 en el Rico Pérez). La ilusión mueve montañas.

23 de abril de 2022: el club sube a las redes sociales la fotografía de los quince irreductibles al desánimo generalizado. Quince aficionados asistieron al corteo fallido de la ‘gran final’ ante el Racing de Ferrol. Ni sol, ni calor, ni color. Y 2.500 personas en las gradas. Lluvia a mares, viento racheado, tarde de perros y la desilusión por bandera. Otro error de cálculo en una semana ‘horribilis’. Se quiso agradecer el respaldo de estos quince aficionados con esa fotografía. Cada uno cuenta. Cada grano hace granero y ayuda al compañero. Se merecían la foto. El club se lo quiso agradecer. El error fue permitir un viaje en ese autobús por la calle melancolía. No estaba el horno para bollos ni el día para corteos.

Dos corteos (2019 y 2022) y un equipo (Racing de Ferrol) marcan la subida y vuelta al infierno de la Unión Deportiva Logroñés. Así que bienvenidos a la fiesta de la culpa. “Fue culpa de Félix Revuelta por no apostar más fuerte por mantener la Segunda División”. “Fue de Carlos Lasheras que debió despedir a Sergio Rodríguez a tiempo”. “Fue de Sergio Rodríguez: por llevar las manos en los bolsillos durante los partidos y por poner a los suyos”. “Fue de Bobadilla por hacer penaltis, por jugar con el pie roto porque no había otro”. “Fue culpa de la pandemia, que nos impidió estar en el estadio”. “Fue culpa del Lugo que sorprendentemente ganó todo cuando apenas tenía ya opciones”. Fútbol. Pasado.

“Se empezó a planificar la temporada tarde”. “No había plan B a la salida de Carlos Lasheras”. “No se ha acertado con Manu Franco”. “Se debió mantener a Rubén Martínez, a Errasti, a Roni…”. “Mere Hermoso debió salir en Navidad”. “Si fichamos a Diamanka y Rodri Ríos es porque vienen sin jugar y no van a jugar”. “Se han gastado el fondo de compensación por el descenso en nada y ahora no cuadran las cuentas”. “Ahora resulta que vamos a ser los socios los que paguemos su incompetencia”. “Yo no voy a pagar el despido de Mere”. “No son los diez euros, es que no estoy de acuerdo. No era el día”. Fútbol. Presente.

FOTO: UD Logroñés.

La fiesta de la culpa va en todas direcciones. “Si no tenemos asegurada la viabilidad económica del club nos estamos cargando todo”. “Lo que garantizará nuestro futuro y la continuidad del club es una buena gestión económica”. “La eliminación en Copa del Rey es un punto importante. No haber jugado una eliminatoria en casa afecta, y tener que hacerlo fuera de casa y caer encima eliminados ante un equipo de categoría inferior marca”. “Queremos un club saneado, queremos un club libre de todo tipo de cargas”. “Hay que cuadrar las cuentas, simple y claramente”. “Cuando se toma la decisión de destituir a un cuerpo técnico tenemos que saber afrontar las consecuencias económicas de esa decisión”. “La medida lógicamente puede sentar mal, pero creo que hay que tener la mirada un poco más amplia y ver por qué se toman las medidas y por qué se hace lo que se hace”. Fútbol. Presente.

Con todo y más, el equipo jugó la primera gran final con la peor entrada de la temporada. Ya no se escuchan. Ni los unos ni los otros. Los mensajes van y vienen pero no se conectan. Consecuencias de haber tenido el estadio vacío. Acostumbrados al silencio, el ruido hace más daño que antes en los despachos. Y afecta a la toma de decisiones. Es imposible abstraerse cuando la implicación es máxima. La crítica escuece y hace pupa a una dirección centrada en volver a Segunda con una ciudad deportiva y que da la sensación de haber perdido el contacto con los aficionados durante la pandemia.

Al mismo tiempo, el nivel de exigencia de los aficionados se ha incrementado exponencialmente. “Somos unos recién descendidos”. Con el agravante de que no pudieron ver a su equipo en Segunda. Y han vuelto donde lo dejaron, en Segunda B. Han vuelto peor de cómo lo dejaron: antes se celebraba cada partido porque se ganaba, y ahora no. Y los seguidores, lógico, lo remarcan. A pesar de que el globo de parecer un recién descendido se pinchara antes de Navidad, en el marcador, primero, y en la asistencia al estadio, después. Pero ambas cuestiones son igualmente importantes.

Ha comenzado la fiesta de la culpa, y la primera víctima es la ilusión.

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