La Rioja

San Vicente revive los “Picaos” con recogimiento y solemnidad

San Vicente revive los “Picaos” con recogimiento y solemnidad

Foto: Raquel Manzanares EFE

Pilar Mazo

La villa riojana de San Vicente de la Sonsierra ha revivido este Jueves Santo la penitencia de los “Picaos”, en una procesión, que fue suspendida por primera vez, desde los inicios de este rito ancestral, por la pandemia, y que ha llenado de recogimiento y solemnidad las angostas calles de la localidad.

Once disciplinantes “picaos” salido en la procesión, a la que ha acompañado el buen tiempo, y que ha congregado a centenares de personas que, con mascarilla, han presenciado este rito que se remonta al siglo XVI, y que conserva la Cofradía de la Santa Vera Cruz y los Disciplinantes, una de las más antiguas de España.

EFE/Raquel Manzanares

Su portavoz, José Ramón Eguíluz, ha informado de que se trata de “una buena cifra de disciplinantes”, pese a la incógnita que la pandemia había suscitado en la Cofradía en cuanto a las personas que podrían participar en esta penitencia, debido a sus características y a las circunstancias derivadas de la pandemia.

Como novedad, los disciplinantes han salido a la procesión desde una nueva sede, que la Cofradía ha habilitado para la disciplina y que, según Eguíluz, supone “una mejora sustancial para el penitente”. Se trata de unas instalaciones “mucho más higiénicas” para las curas del disciplinante, dotadas de más espacio y servicios, frente a los 20 metros cuadros utilizados hasta ahora.

EFE/Raquel Manzanares

Los disciplinantes han procesionado descalzos, vestidos con túnica blanca, la espalda desnuda y la cara cubierta, pero sin mascarilla sobre su rostro, ya que, de lo contrario, “la penitencia se multiplicaría por cuatro y sería imposible practicarla”, ha precisado Eguíluz.

Una vez incorporados a la procesión, ante la imagen de La Dolorosa, los disciplinantes han ejercido su penitencia: el azote de unos 800 golpes en su espalda con una madeja de algodón, de entre 750 y 850 gramos, durante unos 20 minutos.

Tras ese momento, el práctico que acompaña a cada disciplinante, le golpea levemente tres veces cada lado la zona lumbar de su espalda, lo que le permite que brote un poco de sangre y evitar molestias posteriores, pero nunca para mortificar más o aumentar el sufrimiento.

EFE/Raquel Manzanares

Los cristales que contiene la “esponja” que el práctico utiliza para el “picado” permiten que cada disciplinante reciba 12 pinchazos, que simbolizan a los 12 apóstoles, tras lo que recibe un lavado higiénico y sanitario -un ungüento con agua hervida y de romero- para que no haya efectos sobre la punción y los hematomas producidos.

En este proceso de curas y vestimenta posterior, ya en la nueva sede habilitada para este fin, la Cofradía ha determinado el uso obligatorio de la mascarilla tanto para el penitente como para el resto del personal que le asiste. “Los vecinos de San Vicente -localidad de un millar de habitantes- hemos pasado mal dos años sin ‘picaos’ porque interrumpir una tradición tan arraigada en esta localidad no ha sido fácil”, ha relatado Eguíluz.

Ha recordado que esta tradición, que pervive con toda su pureza original, fue declarada de Interés Turístico Nacional en 2005 y, en 2016, Bien de Interés Cultural de carácter Inmaterial.

En los años previos a la pandemia han llegado a participar hasta 41 disciplinantes entre todos los actos religiosos de Jueves y Viernes Santo, aunque es una cifra que no se conoce hasta el momento de la penitencia porque se mantiene en el anonimato y, aun así, la cifra de once disciplinantes en esta procesión, es “buen número”, ha dicho.

EFE/Raquel Manzanares

Eguíluz ha recordado también que para ser disciplinante solo se exige ser mayor de edad, varón y tener un certificado de su párroco que acredite su sentido cristiano y su buena fe.

Una vez cumplidos estos requisitos, el disciplinante acude a la sede de la Cofradía, donde se le asigna un acompañante, quien le sirve de guía, ayuda, consejo y protección durante el tiempo de su penitencia, desde que sale hasta que finaliza con las curas en la espalda.

Tras la procesión de esta tarde, los disciplinantes volverán a autoflagelarse, en un contexto mucho más íntimo, durante la Hora Santa, que se oficia en el templo a las 23:00 horas.

Los “picaos” volverán a hacer su aparición en público a lo largo de la jornada de mañana, durante el recorrido del Vía Crucis, por el Calvario, y, finalmente, en la procesión del Santo Entierro.

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