La novillera madrileña Carla Otero se ha proclamado con justicia triunfadora de la vigésima edición del ‘Bolsín Taurino Zapato de Plata’. Suele suceder que quienes destacan en este tipo de certámenes, lo hacen por alguna virtud concreta, ya sea ésta el valor, el pellizco o el gusto.
Resulta que Carla Otero ha destacado por un muy buen concepto del toreo, muy bien acompañado por un buen puñado de cualidades notables. La joven novillera de Alcorcón ha demostrado que reúne gusto, temple, sentido de las distancias, mando, poder y una muy buena colocación. Y ese arrojo para querer alcanzar cotas importantes en el toreo, que no es menos importante que lo anterior. Demasiada capacidad pese a su juventud.
De la muy exigente novillada de Álvaro y Pablo Lumbreras (hasta hombres de plata habituales con figuras del toreo se vieron en apuros), a Otero le correspondió un lote que nunca le puso en bandeja el triunfo que consiguió esta tarde en Arnedo. Demasiado descarado de pitones (sobre todo en este tipo de certámenes) fue su primer enemigo. Más terciado y menos ofensivo, el que hizo quinto. ‘Chulapón’ y ‘Culebro’ se llamaban. Gracias al temple y un enorme aplomo, la madrileña logró corregir los problemas que plantearon sus oponentes en el último tercio. Una vez los pudo, dejó pasajes de muy buen trazo, profundidad, hondura, reunión y gusto, sobre todo al natural.
En ambos novillos mostró un variado repertorio capotero, que llevó a la práctica con gracia, soltura y solvencia. Además, acertó a espadas y a mí me ha dejado con muchas ganas de volverle a ver por septiembre en la feria del Zapato de Oro, donde se ha ganado estar presente.
El riojano Fabio Jimenez se encontró con un gran novillo que fue lidiado en primer lugar. Noble, humillada, larga, profunda y repetidora fueron las muchas embestidas que regaló a lo largo de la lidia. También tuvo fijeza y, por supuesto, bravura. Un toro de muy alta nota. ‘Segureño’ se llamó un eral de bandera. Pena que se dejó como ‘abreplaza’ La buena técnica de Fabio Jimenez alcanzó momentos de enorme calidad por ambas manos. Pero sucede que a estas finales llegan los novilleros que ya están listos para pasar a medirse con el utrero y si tienen la suerte de encontrarse con un eral de tanta calidad apenas su toreo llega a los tendidos.
Gracias a ese oficio pudo imponerse a ‘Lentisco’, que hizo cuarto. Hondo y con cara, el torito de la familia Lumbreras casi venía pidiendo una entrada al caballo de picar. Para colmo, desarrolló cierto sentido y terminó resultando complicado. La determinación del novillero alfareño consiguió someter al único toro colorado de la tarde. La empresa no fue nada fácil y el trofeo pedido y no concedido era de ley.
Diego Bastos evidenció estar menos puesto que sus compañeros de cartel y, por si fuera poco, se llevó el lote más deslucido y de menos opciones para el lucimiento. Destacó por un buen concepto capotero, manejando el percal con seguridad y aplomo. Tanto el sevillano como Otero brindaron sus toros a Diego Urdiales, que estuvo presente en el tendido.
Esta exitosa miniferia de San José solo puede tener continuidad con la vuelta en septiembre de una nueva edición del ‘Zapato de Oro’. Cualquier otro experimento está fuera de lugar en Arnedo. Puestos a experimentar, reinventen la feria de novilladas de septiembre para que vuelva a ocupar el lugar de honor que nunca debió perder dentro del calendario taurino universal.
Final del Zapato de Plata
Erales de Álvaro y Pablo Lumbreras, muy bien presentados, algunos excesivos, y de juego desigual, destacando el corrido en primer lugar, que fue bravo, noble y duradero, de nombre ‘Segureño’, herrado con el número 86. El resto, resultaron muy exigentes.
Fabio Jiménez, oreja y vuelta al ruedo tras aviso.
Carla Otero, oreja y oreja tras aviso.
Diego Bastos, silencio y silencio tras dos avisos.
Incidencias: el banderillero Pablo García Benito sufrió un percance al apuntillar el cuarto eral y fue atendido en la enfermería de la plaza de toros de una ‘contusión en línea axilar media del hemitorax izquierdo y contusión en hueco poplíteo de la pierna izquierda que no le impide continuar la lidia’.
