Agricultura

Viñedo y rebaños, el tándem agroecológico perfecto para Javier Arizcuren

Fotos: La Cueva Estudio.

¿Quién dijo que no se puede pastorear en el viñedo noche y día? Desde Quel, el proyecto piloto OhVino, como lo han bautizado sus creadores, solo acaba de dar sus primeros pasos para demostrar que otra gestión del ganado y la viticultura es posible sobre los pilares de la economía circular, la sostenibilidad y el desarrollo rural. Una iniciativa que el bodeguero y arquitecto Javier Arizcuren ha fijado sobre su paisaje vitícola gracias a una nueva colaboración con Gonzalo Villalba, gerente de la empresa Agrovidar, quien le planteó al queleño esta idea para estudiar los beneficios que conlleva aunar rebaño y viñedo para ambas partes.

Durante el invierno de 2020 a 2021 este equipo plantó una cubierta vegetal pensada en las necesidades nutricionales de estos animales, compuesta por avena y veza, esta última de la familia de las leguminosas y que a su vez ayudan a fijar el nitrógeno en la tierra. “En septiembre, como hubo fuertes lluvias, volvió a brotar y la dejamos semillar de nuevo, como una especie de autosiembra y eso es de lo que se han alimentado las ovejas hasta hace escasos diez días”, explica el bodeguero.

No solo se nutre el viñedo de forma natural (y gratuita), sino que las ovejas han recibido una alimentación herbácea sin coste alguno para el ganadero, con lo que ello supone dado los precios que alcanzan actualmente los piensos. “Y está claro que ha sido un éxito porque no veas cómo han dejado la viña, eso parecía el Sáhara. Así, a la vez que ahorramos tiempo y dinero en segar esta cubierta sin producir emisiones a la atmósfera, la precisión del segado que hacen estas rumiantes es total y más eficaz. Además, de cara a la brotación de la viña, beneficia para controlar esa cubierta y que la vid crezca con más fuerza acaparando todo el agua que caiga a partir de ahora”, ríe Javier.

Y por si fuera poco, la fertilización que dejan estos animales en el suelo es una fuente de riqueza que también ha medido este equipo. El pastoreo en viñedo no es algo nuevo, pero lo que no es tan habitual es que las ovejas vivan en el campo, día y noche. “Esto hace que las deposiciones sean mucho mayores, porque cuando más defecan es cuando se levantan por la mañana, así que el abonado es más intenso, sobre todo si lo que buscas no es una viticultura con grandes producciones, porque aquí se cuida la planta pero esta no desarrolla un gran vigor”, señala el enólogo.

Enrique es el propietario de estas 300 cabezas de ovino que durante poco más de un mes han dejado el corral ubicado entre Arnedo y Herce para pastar a 600 metros de altitud y rodeadas de un pastor eléctrico en El Arenal, el viñedo que ha servido de experimento, y en el que Javier y Gonzalo llevan cinco años trabajando en materia de agroecología más allá de cumplir con las normas de certificación ecológica.

A expensas de ver los resultados que quedan de este “experimento”, el ganadero ya está viendo los suyos y está más que satisfecho: “Las ovejas que introdujo estaban en periodo de gestación y en este tiempo han parido hasta 170 corderos. Además, han engordado mucho y solo a base de hierba. Al ser de la raza chamarita se adaptan bien a la intemperie gracias al buen manto de lana que las cubre. Sí temíamos la presencia de perros salvajes que pudieran asustarlas, pero afortunadamente no hemos tenido incidencias”.

El viñedo donde ha pernoctado el rebaño lo conforman varias parcelas pequeñas plantadas en torno a la finca El Foro, de 90 años de edad, y alrededor de la cual el padre de Arizcuren puso después tres hectáreas de tempranillo. Seguido llegó el hijo para crear, como él dice, una especie de “viñedo experimental”, porque ahora también hay cepas de graciano, maturana y mazuelo, esas variedades de ciclo largo que adora Javier, y plantadas en diferentes modelos de conducción.

Y de la mano de la agroecología va también la tecnología, porque Arizcuren y Agrovidar han medido cada movimiento de las ovejas a lo largo de este mes de proyecto piloto gracias a unos GPS colocados a cinco animales para monitorizarlas en tiempo real: “Se trata de conocer sus pautas de conducta y dónde pasan la noche para luego contrarrestar esa información con las analíticas de suelo y estudiar si existe correlación con el grado de abonado”.

Además, también han hecho vuelos con dron con una cámara multiespectral para ver la evolución de la cubierta vegetal a lo largo de este mes, “calculando la masa vegetal de la que disponían los animales y cuantificando cuánto comen al día en base al tiempo que han tardado en consumir esa porción de tierra, todo para sacar conclusiones que permitan perfeccionar el modelo valorando estos diferentes factores”. Mientras, el dron sigue sobrevolando el viñedo para ver cómo se recupera la cubierta y que huellas deja el paso de las pezuñas.

¿Espera Arizcuren que la añada 2022 que salga de este viñedo sea mejor que las anteriores? “Está claro que todo lo que ayuda a crear un ecosistema propio en torno a un viñedo conduce a una mayor riqueza de suelos y una planta más equilibrada. Eso se refleja en la calidad de la uva y, por tanto, en el vino. Así que espero que de aquñi salgan unos vinos más expresivos y complejos que reflejen ese carácter y ese buen hacer sobre la tierra”.

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