La Rioja

A por los ‘rolex’ de las setas

El calagurritano Guillermo Muñoz comenzó su afición por las setas cuando no levantaba aún dos palmos del suelo. Su tío fue quien le introdujo el gusanillo en el cuerpo. Los dos juntos se recorrían las choperas del Cidacos en busca del exquisito manjar y, mientras uno se dedicaba a hallar un placer para el paladar, el otro no hacía otra cosa que preguntar. “¿Y estas?”, repetía una y otra vez el pequeño. “Esas nada, que no se comen”, recibía siempre por respuesta. De esta inquietud nació su afición por conocer esas setas a las que el resto de la gente no daba la menor importancia.

Con los años la afición fue en aumento y un día encontró por casa un libro de Agustín Caballero (el gran micólogo riojano). Ese fue el punto de inflexión. Iba al campo y mientras el resto se dedicaba a una cosa, él iba a por otra. Cogía las setas, las fotografiaba, las llevaba a casa y las buscaba en los libros. “Empecé a interesarme por las venenosas, por las mortales, me parecía un mundo alucinante”, recuerda.

Los libros le hicieron conocer personalmente a Agustín Caballero. “Mis padres se dedicaban a encuadernar libros y un día vino el hombre a que le encuadernasen uno y mi madre le comentó mi afición por las setas”, rememora. Se convirtió en su ‘padre’ en la afición por la micología y con él aprendió que la mayoría de las setas no están en los libros y qué había que hacer para conocerlas a fondo. Y así, hasta el fondo, se introdujo en un mundo de descripciones, fichas, microscopios y fue haciendo una colección magnifica.

Mientras tanto la vida iba pasando, y los estudios, y después el trabajo, lo llevaron a Zaragoza (es médico en el Clínico). “Un día en un foro de internet alguien comentó lo de las setas en los parques urbanos y pensé que en el Parque José Antonio Labordeta de Zaragoza tenía que haber infinidad de ellas, y así fue”, cuenta.

Los hongos en la vida urbana están muy poco estudiados, pero lugares como los parques de grandes ciudades son emplazamientos perfectos para que crezcan las setas más insospechadas: el paso del hombre y sus desperdicios, las heces de paloma, el agua de riego hacen que sea un mundo, a veces, incluso más rico que los propios bosques.

Así que se puso a rebuscar entre los secretos del parque zaragozano y es aquí donde viene su éxito y es que ha logrado encontrar y determinar dos especies hasta ahora desconocidas por la ciencia. Realmente el descubrimiento fue hace casi una década, pero desde entonces ha habido mucha investigación hasta saber a ciencia cierta que nadie antes las había encontrado. Para ello ha contado con la colaboración de tres expertos que le han ayudado en sus labores (Pancorbo, Turégano y Esteve-Reventós).

“En las setas hay muchos géneros y uno de ellos es el de las que encontré, que es el género Inocybe; para identificarlas bien y saber si eran nuevas o no recurrí a expertos en este género. Antes era difícil determinar estas cosas porque alguien registraba una seta como nueva y al tiempo veías que otro había registrado la misma años antes en Polonia; ahora con internet es más sencillo, pero aún así cuesta mucho tiempo”, explica.

Alguna vez le ha dado por buscar setas de este tipo en los parques calagurritanos. “He mirado por el parque del Cidacos, pero en esa zona hay muy poca cosa, será porque está muy limpio”, comenta. Sin embargo, conoce a la perfección la biodiversidad de La Rioja.

“Es un lugar perfecto para las setas por la rica biodiversidad y los ambientes tanto atlántico como mediterráneo: el carrascal de Villarroya, los Cameros, Sierra La Hez…”, detalla. Guillermo ha pasado por todos ellos en busca de esas setas a las que nadie hace caso porque no son comestibles, pero que son auténticos ‘rolex’ en la micología.

Subir