La Rioja

La ganadería, “mucho donde poner y poco de donde sacar”

Pilar Cristóbal regenta una explotación ganadera en Vadillos de Cameros

Pilar Cristóbal, ganadera en Vadillos y alcaldesa de San Román de Cameros

Un rebaño de cabras menos pasta en las sierra del Camero Viejo desde hace una semana escasa. Ya son solo dos los que quedan en este lado de la sierra camerana (en Jalón y Treguajantes), que poco a poco va vaciando su censo, y no solo de personas. Pilar Cristóbal decidió dar salida a sus 75 cabras, que ahora duermen en la localidad navarra de Larraga, “porque es insostenible continuar a este ritmo”.

Esta etapa en la vida de Pilar no estaba escrita cuando un día dejó su tierra navarra natal para visitar estos lares  donde conoció a Antonio, ganadero de profesión. Pero sus problemas de salud le pusieron a Pilar en bandeja un nuevo y muy diferente estilo de vida al que estaba acostumbrada. Esta enfermera de formación y trabajadora social de profesión cogió hace once años la titularidad de la explotación ganadera asentada en Vadillos de Cameros, pedanía de San Román, en una época en la que todavía no se daban las cotitularidades.

Lleva más de una década al servicio de los animales y no se arrepiente de ninguna decisión tomada, pero la fatiga se aprecia en sus palabras: “Quiero jubilarme lo antes posible porque cada día es más difícil dedicarse a la ganadería. Estamos vendiendo los terneros a unos 500 euros, cuando en los buenos tiempos el precio rondaba los 800. Ya no hablemos de las terneras, que las pagan ahora mucho más baratas, a unos 300 euros, cosa que sigo sin comprender”.

Pilar Cristóbal en la explotación ganadera de Vadillos de Cameros.

Por no hablar de la campaña de Navidad, que les dejó con muchos terneros en la nave, que han ido creciendo y ya no han sido apetecibles para los compradores. “No ha habido restauración y nosotros dependemos mayormente de este canal. Pero los pagos han venido igual, con el coste actual de los insumos, que están por las nubes. Básicamente, no sacamos ni lo que nos cuesta mantener a los animales, porque estamos vendiendo como hace diez años. Aquí hay mucho donde poner y poco de donde sacar”, lamenta.

¿Qué futuro tiene entonces la ganadería en La Rioja? “Pues solo queda aferrarnos a esos jóvenes que se incorporan a cuentagotas y cogen las riendas del negocio de sus padres o abuelos. Pero este declive yo ya lo vengo apreciando casi que desde que me incorporé, pero aquí sigo. Junto a mi marido, mi hijo y mi cuñado somos los únicos habitantes diarios de Vadillos”. Y junto a sus cerca de 40 cabezas de vacuno y casi una veintena de yeguas, solo tres ganaderas más ocupan esta sierra, repartidas entre Laguna de Cameros, Ajamil y Jalón. “Somos pocas y ya veremos cuando me jubile y desaparezca esta explotación quién va a venir aquí, más allá de los visitantes de fin de semana”.

Miembro de FADEMUR (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales), Pilar se define como una mujer reivindicativa. “Es cierto que yo aquí vivo muy bien al cuidado de mis animales, pero ya podrían ayudar un poquito más a la España vaciada que tanto nombran y dejar de ponerle zancadillas. Me da gracia cuando a algunos se les hincha la boca al hablar de las subvenciones que recibimos, a quienes animaría a venir aquí y pasar tan solo una semana trabajando con el ganado. Ahí verían el esfuerzo y el tiempo que se necesita para tener un mínimo de comodidad. Porque aquí muchas veces tratamos más de sobrevivir que de vivir”.

Del campo al consistorio

En la vida de Pilar las vacas y las yeguas comparten espacio con las obligaciones municipales que asume como política. Cumple ya casi tres años como alcaldesa de San Román de Cameros después de presentarse por el Partido Riojano. “Ni PP ni PSOE. Se empeñaron en que no salieran los de siempre y me votaron. Y a mí la verdad es que no me frena nada. Ya lo dicen en el pueblo cuando me llaman guerrera, y lo cierto es que no paro”, apunta mientras esparce unos fardos de paja entre el ganado.

Las políticas principales que quiere implantar en la localidad se centran en atraer población. “No queremos que se nos muera la sierra. Por un lado tenemos el problema del colegio, que este curso se queda con tres alumnos menos de los ocho que tiene ahora. No podemos dejar que nos cierren la escuela porque es uno de los principales focos de atracción de familias jóvenes al municipio que puedan establecer una nueva vida aquí. También hemos peleado mucho por la atención sanitaria en el consultorio y es que es evidente que sin los servicios adecuados que den facilidades y comodidades es imposible que la gente se plantee vivir aquí. Es triste pero la realidad es que nos están dejando que desaparezcamos”.

Otra de las líneas estratégicas que ocupa a este gobierno municipal es la disponiblidad de vivienda. “Hay numerosas casas vacías a las que sus propietarios no dan ninguna salida y que perfectamente se podrían alquilar o emplear como alojamientos turísticos. Queremos crear un territorio habitable en esta sierra y eso pasa, primero, por disponer de viviendas libres. Si no hay trabajo y tampoco casa, ¿quién va a venir aquí?”. La alcaldesa asegura que en el tiempo que lleva al frente del consistorio su población ha podido verse mermada en cerca de 40 personas. “El boom de la pandemia fue solo un espejismo porque cuando la situación mejoró un poco la gente volvió a su ciudad”.

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