Agricultura

La sed del campo riojano: “Las cebadas tardías no están naciendo”

La sequía pone en alerta al campo riojano tras casi dos meses sin precipitaciones abundantes

Mediados de febrero. Casi dos meses sin llover copiosamente en La Rioja. Los diferentes tonos verdes que deberían pintar los campos de cereal estos días se han tornado hacia un amarillento que augura desesperación para el sector agrícola. El anticiclón que ha cubierto la región, y el país, en el comienzo de año, unido a las últimas heladas repetidas durante 16 días han dejado una tierra árida y cuarteada en la región, también en las tierras de pasto de la sierra, justo en el momento en el que se necesita de humedad para que los nuevos brotes del cereal se alcen con fuerza.

“El cielo nos ha cortado el grifo y no hay manera de que llueva. Hace un mes daba gusto ver el campo y ahora da pena. Llovió mucho hasta los primeros días de diciembre, pero después se asentaron las nieblas y las heladas, que quitan mucha humedad, y no hemos vuelto a ver una gota. Aquí es todo o nada. O cae a raudales o se seca todo. Ya dicen que en que se corren las cortinas, es muy difícil que entren las borrascas, y más con este anticilón tan fuerte que se ha asentado”, señala el cerealista Honorio Pinilla.

Este agricultor de Ausejo clama porque caigan unos diez o veinte litros, “eso sería una gloria…”, pero el astro parece no estar por la labor. “Además las cebadas que se sembraron más tarde no están naciendo. El campo sabe resistir, está acostumbrado a ello, y si no llueve no le queda más remedio que aguantar. Peor sería esta situación de sequía en abril, cuando el cereal necesita más humedad. Pero lo cierto es que entre la falta de agua y lo que se están comiendo los conejos, corzos y jabalíes, esto es un auténtico desastre. Hace falta mucha moral para estar en el campo…”, sentencia.

Aunque los embalses riojanos no muestran la misma agonía que los del sur del país (según el último parte, se encuentran de media al 63 por ciento de su capacidad con un total de 120 hectómetros cúbicos), el estrés hídrico que azota la región está empezando a ahogar al campo riojano. Desde los aires frescos de Baños de Río Tobía, Óscar Bobadilla recorre unas cebadas que asoman tímidas de la tierra. “Aquí no está tan adelantada la cosa. Ya han nacido los trigos y las cebadas más tempranas, pero mira –apunta abriendo hueco en la tierra–, hay humedad suficiente para que nazcan. Eso sí, estamos ya en las últimas y la sequía se nota, así que esta falta de agua no se puede prolongar durante mucho tiempo”.

Todavía es pronto para aventurar si esta sed que tiene el campo influirá en la cosecha final, pero se está desarrollando la tormenta perfecta. “Sobre todo para los cereales que se han tratado con el herbicida de invierno, los cuales tienen mayor efecto bajo condiciones de humedad y frío. Aquí se agradecerían mucho unos diez o quince litros, porque todavía los días son cortos y se mantiene muy bien la humedad”.

Y estas voces del agro riojano se ratifican con las declaraciones del delegado de la Agencia Estatal de Meteorología en La Rioja, José Antonio Pellitero. “En enero apenas se acumularon 10 litros en la estación de Agoncillo, siendo el mes de enero más seco desde 1993, con sus 0,0 litros por metro cuadrado. Y en lo que llevamos no ha llovido prácticamente nada. Los primeros diez días de diciembre, en cambio, se registraron unos 50 litros, que, sumados a unos meses de otoño húmedos, dejan a La Rioja con reservas hídricas, por lo que por el momento, el año agrícola no va mal en el Valle del Ebro”.

Pero no es suficiente. Las previsiones meteorológicas, además, son desesperantes. “Desde el viernes y hasta el lunes de la semana que viene se esperan altas presiones que podrán dejar algo de lluvia, pero serán unas precipitaciones muy débiles de cualquier forma. Además, los pronósticos para lo que queda de febrero no vaticinan agua en la región”. Ni en febrero ni tampoco en marzo y abril. Aunque sea aventurar demasiado, los mapas de probabilidades fijan los próximos dos meses como un periodo más cálido y seco de lo normal. “Esperemos que esos modelos meteorológicos se equivoquen”, confía Bobadilla.

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