Como decíamos ayer pareció pronunciar Urdiales cuando comenzó a doblarse por bajo con el geniudo bravucón toro de Zacarías Moreno que hizo segundo. Como decíamos en octubre, quiero decir yo, cuando Urdiales terminaba la temporada en lo más alto del toreo. Y como fray Luis de León, el torero de Arnedo regresó a los ruedos para dar una nueva lección. De mando, de gusto, de poder y de temple. De toreo, en definitiva.
Con celo, pies y repitiendo embistió ‘Brasileño’ en otra magnífica brega de ‘El Víctor’. Antes, ‘Brasileño’, armónico y agradable, había embestido sin apenas emplearse en el saludo de Urdiales. Un extraño hizo el de Zacarías Moreno que comprometió a ‘Morante’ y que, sumado a los dos estruendos que se escucharon cuando el astado atravesaba la manga de chiqueros, intuyeron problemas en la vista del toro.
Pero no. Urdiales se subió a su particular atril para doblarse por bajo y limar la violencia y el desdén que ‘Brasileño’ llevaba tras de sí en cada embestida. Comenzaba la lección. Mando, seguridad y aplomo. También empaque y torería. Casi pisaban toro y torero los medios que ya sonaba la música. Pronto y en la mano. Urdiales, en redondo. Hubo uno excelso y otros que parecieron dictarse en tres tempos. Porque tres eran los toques. Casi inapreciables; casi invisibles. Tres giros de muñeca. Arrastrada la muleta. Conservada la naturalidad y la verticalidad. Interminable el muletazo. Qué hondura. Qué profundidad. Todo a compás. Un ole trisílabo: OoooOoooOooooleeeee. Otro rotundo. Y otro, como el primero, casi interminable. La plaza, en pie.
Menos agradecido era el embroque de ‘Brasileño’ por el izquierdo. Más basto. Más bruto. Pero el temple consiguió dos naturales de cartel. De trazo sublime y de gusto exquisito. Encajada la figura, máxima la reunión. El otrora toro violento se sintió podido. El contraste de lo violento y lo sublime supo a gloria. Como los ayudados rodilla en tierra que no terminaron de cuadrar al de Zacarías. Aquello y la estocada desprendida privaron a Urdiales de un premio mayor. Daba igual. La torería ya se había hecho lección.
‘Bullidor’ hizo quinto y honor a su nombre. Desacompasado y sin clase embistió de salida. Como después de entrar hasta tres veces al caballo. Brindó al público Urdiales sin mucho sentido. Muy torero fue el inicio, sometiendo por el pitón izquierdo y regalando algo de resuello por el derecho. Sosote y sin transmisión tocó las telas de Urdiales en los momentos menos oportunos. Siempre bien colocado Urdiales pulseó con gracia y temple las desacompasadas embestidas. Antes, hubo gusto a la verónica sin que terminar de llegar a los tendidos.
Obligaron a saludar a Morante cuando rompió el paseíllo y los acordes del himno nacional ya dejaron de reverberar. Compartió ovación con sus compañeros y recibió al bonito burraco primero rodilla en tierra. Estrenó el sevillano capote: lacio y sin casi apresto. Las vueltas, a medio camino entre el ‘stabilo boss’ verde y el amarillo. Se protestaron las escasas fuerzas del toro que dobló hasta tres veces las manos cuando era llevado al caballo. El inicio por alto fue un canto a la suavidad. Despacioso el del desprecio y otro repleto de gusto citando de frente.
Pronto vio Morante las bondades del pitón izquierdo de su enemigo. Trazo, mando y reunión. Ni un paso perdido. Roncos los olés. De peores finales era el pitón derecho. La estocada trasera hizo rápido efecto.
Las probaturas enganchadas en el quinto llevaron las dudas al tendido. Aquel Morante hubiera tirado por la calle del medio. Este actual recorrió las callejuelas de la paciencia, el ahínco y la perseverancia. Unos ayudados parecieron poner fin y, en cambio, prologaron una obra grande. De verdad y pundonor. De figura y de mandón. Que vaya si había arreado Urdiales, debió pensar. Dos bronces esculpió al natural. Como la siguiente serie de frente y abierto el compás. El de pecho, interminable, casi se convirtió en circular. Con suma belleza cerró la obra. Una trincherilla fue de cartel y arrebatado lo sacó de la querencia. Pena el fallo a espadas.
Completaba el cartel Daniel Luque, que hizo lo mejor y también lo peor. La suavidad más absoluta jalonó su primera obra, tan sutil como templada. Que no medida. Porque toreando a placer, sufrió un desarme que desembocó en unas inoportunas luquecinas. ¿Por qué los toreros se cansan de hacer el toreo fundamental aun cuando llega a los tendidos? Siempre me lo he preguntado.
Alborotado y un tanto embarullado se mostró en el sexto.
Como decíamos ayer y Dios quiera que como Urdiales vuelva a decir mañana, 18 de marzo en Valencia.
Plaza de toros de La Candelaria de Valdemorillo. Segunda de la Feria de San Blas. Lleno de ‘No Hay Billetes’. Toros de Zacarías Moreno, correctos de presentación y de juego variado. Destacaron segundo y tercero.
• MORANTE DE LA PUEBLA, ovación tras fuerte petición y vuelta al ruedo.
• DIEGO URDIALES, oreja y ovación.
• DANIEL LUQUE, ovación y ovación.
– Incidencias: Víctor Hugo se desmonteró tras parear al segundo y Juan Contreras, en el tercero.
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