La Rioja

“No hay país europeo con peor imagen de sí mismo que España”

“La memoria y la historia son cosas distintas y hay una raya roja que no podemos cruzar”, ha afirmado este miércoles el historiador Manuel Lucena, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en una sesión del seminario ‘Pensar el siglo XXI’, celebrada en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

Lucena puntualiza que “la historia no es ficción, sino ciencia verificada y verificable”, ceñida al “estudio de las fuentes”; y que los historiadores “no podemos inventar, hacer ficción”, en alusión a los intentos que se están dando actualmente de reescribir “el pasado de España y de América Latina”.

El ciclo de conferencias está organizado por el Consejo Social de UNIR, que preside el exministro Jordi Sevilla, y dirigido por el vicepresidente de UNIR y catedrático emérito de Sociología Emilio Lamo de Espinosa.

En la sesión sobre ‘Memoria e historia en España y América’ también han intervenido Fernando Rodríguez Lafuente, profesor universitario, crítico literario y gestor cultural; y la periodista Maite Rico, subdirectora de El Mundo y ex corresponsal en México y Centroamérica.

Manuel Lucena ha reivindicado el carácter científico de la historia, citando a Santos Juliá y su libro ‘Elogio de historia en tiempo de memoria’, frente a “los estereotipos negativos que pesan sobre nuestra historia, y que son ficción”. Entre estos se ha referido, en el caso de España e Hispanoamérica, a “la anomalía geográfica; el estar condenados al caudillismo -como si no hubiera habido caudillos en Estados Unidos o en Alemania-; la pornomiseria; o el victimismo, según el cual la culpa siempre es del otro”.

“El indigenismo como ideología de Estado desarrolla la ficcionalización del pasado” indica el experto, añadiendo que frente a ello habría que recordar algunas verdades históricas: “Que la conquista la hicieron los indígenas; y la independencia, los españoles”; y, de hecho, “Tenochtitlán fue tomada por mil españoles y 60.000 indígenas, enemigos de los aztecas”; o que “no hubo indígenas partidarios de la independencia”.

“No hay país en Europa que tenga peor imagen de sí mismo que España”, subraya Lucena. Y, sin embargo, es “el peso del pasado no determine el futuro que vamos a construir”. En este sentido, el historiador recuerda que nos encaminamos hacia “un mundo postnacional, hacia un mundo de ciudades en red”.

Admiración y resentimiento

Maite Rico, por su parte, ha llamado la atención sobre la dicotomía del español en Latinoamérica, que “por un lado genera respeto y admiración, y por otro lado, resentimiento”. Esto último se debe, en parte, “a la visión indigenista de la historia, que se ha ido imponiendo”.

Inicialmente esa visión fue “un producto criollo e intelectual” pero, a partir de los sucesos de 1968, “el indígena fue convertido en sujeto de la historia y fue utilizado como conejillo de Indias por movimientos armados”, agregó.

Finalmente, Fernando Rodríguez Lafuente, ha afirmado que estamos en “un momento grave de involución, tras el progreso técnico, económico, y de libertades” vivido después de la Segunda Guerra Mundial. Con dos cuestiones clave: “La voladura del concepto de verdad y la crisis del concepto de progreso”.

Contribuye a esa involución la confusión de historia y memoria. Esta última -advirtió- es “selectiva, arbitraria, caprichosa” y su clave “es el olvido”. Añadió que la “mayor salvajada intelectual es ver los hechos del pasado con la mentalidad del presente”. Lo cual es peligroso, porque “toda realidad ignorada prepara su venganza”, apostilló citando a Ortega.

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