Agricultura

Empezar de cero en la Sierra de la Demanda con el producto por bandera

Sergio Rubio, en su nave de embotado en Villar de Torre

Es el último socio en incorporarse a la IGP Pimiento Riojano, pero no se asienta ni en Tricio ni en Leiva. Él ha buscado los aires más frescos de la Sierra de la Demanda, a casi 700 metros de altitud, y su tierra de tradición cerealista donde el pimiento encaja a la perfección como cultivo de rotación. Y, afortunado como el que más, eso puede lograrlo desde su tierra natal de Villar de Torre, en donde jamás pensó que invertiría tantas horas. Sergio Rubio se define como un joven agricultor, pero en muy poco tiempo ha logrado ser mucho más que eso. Ahora, además de productor, es transformador y distribuidor y el pimiento solo es otro ingrediente más de su receta que lleva por nombre El Puchero Riojano.

Pasó ocho años de su vida dedicado a la producción de patata en la riojana de Santo Domingo de la Calzada Almacenes Rubio, pero hace sólo tres le dio un «chispazo» y se echó de cabeza a la piscina del emprendimiento. Un emprendimiento, además, desde cero, literalmente. Inusuales inicios. «Ni una finca, ni un tractor. Tenía por delante todo por hacer, pero lo que me sobraban eran las ganas. Siempre me ha gustado producir, pero hasta entonces solo había ayudado a mi tío en las tareas del campo, así que poco a poco fui cogiendo alguna finca para sembrar pimientos, primero en Camprovín, pero luego ya me vine a mi pueblo y compré mi primer tractor, pero de segunda mano”. Poco después, alquiló un pequeño pabellón y montó su propia conservera. Aquel primer año embotó unos 4.000 botes de pimiento najerano; el año pasado ya fueron algo más de 20.000 con 32 fanegas de tierra cultivadas (poco más de seis hectáreas).

Rubio reconoce que “hay que estar un poco loco para montar algo así desde cero, por muy pequeño que sea, porque la inversión aún así es importante y a ver qué chaval está dispuesto a lanzarse a la aventura”. Muchos pensarán que es de locos, es probable, pero este ha sido un auténtico reto para alguien con convicción y verdadera pasión. “Vi un hueco, una oportunidad, en este sector y no lo dudé. Sigo pensando que, en estos tiempos que corren, si haces las cosas bien, mimando el producto y sin alejarte del fin último que es la calidad, el público lo valora. Así que confío en no ser el último en apostar por esta zona y producir calidad, porque hay suficiente mercado. Además, tal vez si fuéramos más grandes, produciendo unos 100.000 botes anuales, esa calidad cambiaría”, apunta.

Lo cierto es que este productor y transformador de Villar de Torre se ha forjado un sello de identidad en el sector de los encurtidos fabricando unos productos que poco se parecen a los de otras grandes marcas. La úlitma adquisición ha sido la marca riojana Tarvis, comprada hace un año escaso. “Una vez más, me la jugué”, ríe. El objetivo es dar continuidad a la producción y a la mano de obra que se contrata durante la temporada alta del pimiento (entre mayo y noviembre). “Dada la inversión que hice, quería que las máquinas de la nave estuvieran todo el año funcionando, así que he profundizado más en este mercado, pero dándole un toque personal”.

Así, a los pimientos artesanos que embota se le suman las guindillas en aceite y pepinillos con anchoas de Santoña, que se conservan en “un vinagre especial con un grado de acidez” cuya receta, asegura Rubio, “es secreta”. Un proyecto en el que vuelca todos sus esfuerzos y que confía que crecerá en los próximos años. “Es cierto que este sector de los encurtidos no está muy bien, pero aquí elaboramos algo diferente y eso nos permite también no ir a precios muy competitivos. Lo hacemos como antaño lo hacían nuestras abuelas, como se ha hecho toda la vida, y eso es lo que triunfa entre el público. Y con los pimientos ocurre lo mismo, son muy caseros y por eso mi mayor volumen de ventas se concentra en la temporada de septiembre a octubre, en la época tradicional de asar, cuando la gente acude hasta el pueblo para lleváserlos en fresco o asados”.

Unos sabores y aromas de la Sierra de la Demanda que viajan más allá de estas fronteras gracias a sus distribuidores en Madrid y País Vasco. El productor riojalteño reconoce que los últimos meses no han sido realmente positivos a la hora de hacer números, con unas subidas del coste de las materias primas “exageradas”, pero confía en que su producto siga estando en la línea de los accesibles a cualquier tipo de público y no se convierta en algo exclusivo por este encarecimiento de la producción.

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