La Rioja

El salto de la FP a la Universidad, sin red y con éxito

Para muchos acceder a la universidad a través de la Formación Profesional es invertir dos años más en el proceso educativo; para otros, sin embargo, es tener la oportunidad de conseguir sus metas. Si hasta hace unos años había unas plazas destinadas a los alumnos que llegaban a través de la FP, ahora pueden acceder a través de su nota en el grado superior. Uno de los problemas con los que se encuentran estos alumnos es que la nota de FP barema sobre 10, mientras que la de Bachillerato lo hace sobre 14. Aún así, en la mayoría de los casos, son alumnos que con el modelo tradicional de bachillerato seguramente nunca hubiesen llegado a la universidad.

David Allo. 27 años. De alumno a profesor.

David, de Aldeanueva de Ebro, hizo tercero y cuarto de la ESO en Alfaro. Entre las asignaturas optativas que tenía escogió electricidad. “Entonces existían las optativas de iniciación profesional que desaparecieron con la ley Wert y la nueva ley no las ha incorporado y eran una manera de enseñar a los chavales que existen otras líneas educativas”, explica Alfonso Antoñanzas el que fuese su profesor y ahora es su compañero. Entendía que el bachillerato no era lo suyo y probó con la Formación Profesional

La orientación del centro, cuando terminó el grado superior, le aconsejó ir a la universidad. “Al llegar de la Formación Profesional vas con un complejo enorme con respecto a los que llegan del Bachillerato, da la sensación de que tú no vas a poder, ves que el primer año tienes asignaturas como Matemáticas, Física, Química… yo llevaba años sin dar ese tipo de materias”. Pero con esfuerzo lo fue sacando todo. “El primer año tuve que apretar un poco más, pero me saqué las nueve asignaturas a las que me había matriculado”, recuerda.

“Luego los dos últimos años de la carrera fueron mucho más sencillos; eran sólo conocer el por qué de las cosas que ya habíamos dado en la Formación Profesional”. Después accedió al mercado laboral. “Nada más que la experiencia de la FP me dio la oportunidad de entrar en muchos más puestos de trabajo y el título universitario lo que hizo fue tener la posibilidad de ascender en esos puestos”, detalla. “Hay compañeros que sólo tienen la carrera y que al entrar a trabajar se han dado cuenta de que no tienen idea de nada y están haciendo ahora FP para adquirir esos conocimientos prácticos”.

No lo duda. “Si tuviese que elegir volvería a hacerlo a través de la Formación Profesional”. La opción de ser profesor nunca la descartó y por eso se sacó el master en Educación. Ahora da clases en el instituto donde fue alumnos hace sólo unos años.

Marcos Muñoz. 25 años. De la FP a la Universidad.

Marcos subió de Autol a Arnedo a cursar 3º y 4º de ESO. “Ahí me di cuenta de que yo no quería estudiar; empecé a desilusionarme con la educación, había asignaturas que no me motivaban lo más mínimo”. Eso le llevo a que le costase mucho más estudiar y a que empezase a sacar perores notas de las que sacaba hasta ese momento. También cogió como optativa (de esas que ya han desaparecido) la electricidad.

“Yo quería ser bombero, los orientadores me decían que me metiese por la rama de ciencias. Lo saqué, pero estaba muy descontento, no estaba motivado”. Entonces llegó el momento de elegir entre el Bachillerato u otra opción. “Todos me aconsejaban el Bachillerato, pero yo no quería seguir estudiando y me fui a un grado medio de telecomunicaciones en Arnedo”. Volvió a sacar buenas notas y aunque entonces había que hacer un curso de acceso para acceder al grado superior se animó. “Fue un vuelta a estudiar esas asignaturas que no me gustaban pero entonces tenía un objetivo concreto y lo saqué”.

Entrar en el grado superior de Electricidad fue encontrar su pasión en la vida. “Teníamos muchas prácticas, cosas a lo grande como subirnos a una torre eléctrica…”, recuerda. Y el gusanillo por el conocimiento fue haciendo su trabajo en él. “Cuanto más sabes más ganas tienes de aprender y me animé a ir a la universidad.

“Para ir a la universidad no hay que ser más listo que nadie, sólo hay que tener ganas de seguir aprendiendo”, dice el que fue su profesor, Alfonso Antoñanzas, “Cuando les animamos a ir a la universidad no es porque tengan que tener un expediente brillante, sino porque les vemos esas ganas”, confiesa.

Cuando decidió ir a la universidad no tenía todas consigo. “Si no hubieses podido con el Bachillerato a dónde vas a ir con la universidad”, fue una de las frases que tuvo que escuchar ese verano. “Primero de carrera fue un Bachillerato 2.0, recuerdo que un profesor me dijo: “Chaval, ponte las pilas”. Y se las puso. Era el único de la clase que venía de la FP. Cuatro años después de las 120 personas que empezaron con él, sólo veinte consiguieron terminar la carrera. Él con uno de los mejores expedientes. Ahora está haciendo un master, le quedan dos meses y mientras ya ha entrado en un puesto de trabajo.

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