Deportes

Gol en Las Gaunas: ‘El tiempo perdido’

Todo proyecto deportivo acaba tras una profunda crisis de resultados. Es una verdad del fútbol. Los proyectos tienen un inicio, esperanzador casi todos ellos, pero nada más arrancar comienza la cuenta atrás, que puede durar un par de puñados de malos partidos, como los de Rafa Berges, o puede ser una cuenta más larga, como la que activó en su momento Sergio Rodríguez, y que se paró no hace muchos meses. Lo que permanece es lo que sucede entre el primer partido y el último antes de la despedida final. Resulta que el fútbol es lo que sucede entre dos partidos de fútbol, que además se recuerdan con el paso del tiempo, como un mero instante: la parada de Miño, Buigues jugando el playoff, el cansancio en Sevilla…

La estabilidad en los banquillos es una forma interesante de calibrar la credibilidad de los proyectos. Los niños de los noventa seguimos impactados por la orgía golfa de cambios constantes en los banquillos, en busca a buen seguro de comisiones. De ahí que Jesús Gil hiciera de la presidencia del Atlético de Madrid una trituradora de carne de entrenador. Bien picadita. Le duraban menos que su muda limpia. Hay más ejemplos. Bartomeu también se ha pasado el videojuego.

Casos que han insertado en nuestra psique de futbolero que los cambios constantes en la dirección del equipo no son buenos. Entonces, cuando se producen, se habla de bandazos, de desgobierno, de no tener clara la política deportiva del club, de que nadie está a los mandos de la nave. Que se gasta más en finiquitos que en hacer bien las cosas. El ‘furgol’ es ‘asín’.

Por sus decisiones les conoceréis, y la Unión Deportiva Logroñés no puede ser considerada una trituradora de carne de entrenador como el Racing de Santander, la Cultural, el Albacete, el Castellón… por poner ejemplos de clubes que buscan objetivos similares. Es más, la UD Logroñés es un club en el que los entrenadores saben que van a tener continuidad. No tanta como en el Sabadell, pero le sigue de cerca.

Lo explicaba en la Cadena SER de La Rioja la temporada pasada Medhi Nafti cuando fue destituido sorprendentemente del Lugo: “Allí en Logroño se deja a los entrenadores tiempo para poder trabajar. Eso significa que hay confianza, que se cree en el entrenador que se contrata. Esto es muy bueno para un club. Ojalá fueran así todos. Y al final Sergio está logrando los objetivos, pero porque se le ha dejado trabajar desde hace tres temporadas”. Declaración, claro, realizada antes del descenso a Primera RFEF.

La estabilidad es innegociable en la UD Logroñés. Deberíamos saberlo. La estabilidad está por encima de todas las cosas. Josip Vijsnic, Nacho Martín, Pepe Calvo, Raúl Llona, Carlos Pouso, Rafa Berges, Sergio Rodríguez y Mere Hermoso. No parece una ingente cantidad de entrenadores para un proyecto que nació con aquello de “en cinco años en Primera” y solo ha sumado hasta ahora un ascenso a Segunda, escaso éxito para no tantos entrenadores intentándolo. Ocho técnicos en doce temporadas y media. La media muestra que la apuesta pasa por la estabilidad en el banquillo de Las Gaunas.

Política deportiva en marcha incluso cuando Rincón era el director deportivo. Salió antes este primer director deportivo que el entrenador tras aquella primera temporada. También cuando Ángel Aguado era el presidente, también cuando José Ignacio era el director deportivo, también cuando Carlos Pouso volvió a integrar las dos figuras (entrenador/DD), también con Carlos Lasheras… y también con las diversas juntas directivas que ha tenido el club hasta el momento. Es decir, la estabilidad en el banquillo viene desde la propiedad.

Carlos Lasheras (izq.), Félix Revuelta (centro) y Juanjo Guerreros (der.)

Revuelta, con el deseo más que la autoexigencia de “en cinco años en Primera”, es el mismo que cree en sus entrenadores más allá de la necesidad de salir del pozo cuanto antes, para lo bueno (Sergio no hubiera ascendido si no se le deja seguir cuando acabó su primera temporada completa a 14 puntos del playoff de ascenso) y para lo malo (nunca sabremos si se hubiera logrado la permanencia en Segunda de haber prescindido de Sergio el curso pasado)… Pero cuando los malos resultados se acumulan, como en la actualidad, rebrota con fuerza la idea de que estamos ante un club sin acción alguna.

Existe en el entorno de la UD Logroñés la sensación, a veces real, de que el club se maneja con pies de plomo en las crisis, lo que ralentiza salir de ellas. Félix Revuelta no tiene ni idea de fútbol. La directiva ha reconocido no saber de fútbol, siempre comparado, claro, con el enorme conocimiento que manejan los profesionales que se dedican al fútbol. Solo cuando charlas con un sabio reconoces tu ignorancia… en el fútbol y en todas las demás facetas de la vida.

La UD Logroñés ha aprendido a confiar en los profesionales. Se habla de ser cada día más profesional. Y lo lleva a rajatabla. No acepta intromisiones entre departamentos. Cada uno es responsable de su parcela. El club confía en Manu Franco y Mere Hermoso como lo hiciera antes en Carlos Lasheras y Sergio Rodríguez, o en Carlos Pouso. Admiro el “dejen trabajar a los recortadores” durante los encierros de San Fermín. Esos pastores saben lo que se hacen.

La confianza como elemento estratégico para avanzar. Ahora bien, ¿cómo se puede diferenciar el uso razonable de la confianza del desastre de perder el tiempo? ¿Debió ser destituido el curso pasado Sergio Rodríguez cuando estuvo a una victoria más de haber logrado el objetivo? ¿Cómo diferenciar ahora mismo si lo de Mere Hermoso es una mala racha o un problema realmente grave que debe ser atajado de raíz?

Los sabios deberían tener la respuesta. Una plantilla es un ser vivo, por tanto imperfecto, que se mueve en la búsqueda de la perfección. Un vestuario es la clave de bóveda que sustenta la toma de una decisión que permita mantener el trabajo diario desde la confianza plena como fomenta la UD Logroñés y atajar a tiempo el uso excesivo de esta virtud a su favor que lleva a la pérdida de tiempo alargando en exceso el final de los proyectos.

Revuelta no escuchó a Carlos Pouso cuando gritó estar agotado tras aquella eliminatoria perdida ante el Sevilla Atlético y, aquello, desde el análisis del final de este proyecto, se alargó más de la cuenta para ambas partes, tanto como que desde el resultado final, la historia de Sergio Rodríguez en su club duró al menos un partido más de la cuenta, el que no le dio la permanencia. Al mismo tiempo, Revuelta no se puso nervioso cuando Sergio Rodríguez dejó al equipo a catorce puntos del objetivo en su primera temporada al completo y sin duda se vivieron años realmente magníficos con un equipo ganador para el recuerdo de todos.

Ascenso en La Rosaleda | Foto: UD Logroñés

Somos nuestras decisiones: las importantes y las diarias. ¿Sergio Rodríguez hubiera sido entrenador del primer equipo si Revuelta hubiera escuchado a Carlos Pouso cuando dijo sentirse agotado para iniciar su tercera temporada en el club? ¿Seguiría la UD Logroñés en Segunda si Revuelta hubiera prescindido de Sergio Rodríguez tras esa larga racha de malos resultados?… ¿Es Mere Hermoso el entrenador adecuado tras un buen inicio liguero y una pésima racha de resultados en este mes de diciembre? ¿Es el momento adecuado para cerrar el proyecto del gaditano en Las Gaunas?

Los sabios, en este caso Manu Franco, deberían tener la respuesta adecuada en una ciencia tan inexacta como el fútbol donde no solo los criterios objetivos deciden. Siempre el factor humano se presenta en este club, para lo bueno y lo malo, como un elemento tan definitorio como todos los demás. Así, el tiempo que hoy puede entenderse como perdido también puede ser juzgado como ganado… al menos el de la experiencia vivida a la espera de que la historia pase el cestillo y se cobre los aciertos y los errores.

Subir