La Rioja

“El acogimiento hay que pensarlo con la cabeza, pero sentirlo con el corazón”

El amor es un trabajo cotidiano que se forja día a día y minuto a minuto. Así es como lo ve María Dolores Ezquerro, madre de acogida soltera, “o familia monoparental como se le llama ahora”. Actualmente 61 años y dos hijas de acogida, una de 22 y otra de 16.

La idea de ser madre siempre ha rondado por su cabeza, de forma biológica o mediante la adopción o acogimiento y, “cuando tenía treinta y bastantes años pensé que ya era hora. No sabía si iban a llegar los biológicos así que era el momento de hacer algo. Fui a la Comunidad Autónoma y les dije: ‘Aquí estoy'”. Por aquel entonces existía una forma de acogimiento que consistía en fines de semana y vacaciones y así, María Dolores se inició en esta aventura.

Más tarde, Servicios Sociales implementó varios talleres de formación y creó la Bolsa de Familias Acogedoras. “Yo asistía a los cursos y después de varios años, cuando ya me planté en los 50, me propusieron la posibilidad de acoger a dos hermanas”. El engranaje se puso en marcha y así empezó otra vida para esta nueva familia.

La adaptación siempre es complicada y aquí entraban en juego tres personalidades diferentes, pero “pusimos toda la carne en el asador para que saliera bien”. En el primer encuentro físico en la Consejería, “las niñas me preguntaron varias cosas y todo fue muy emotivo”. Tras este primer acercamiento, “también conocí a un miembro de la familia biológica, quien me dijo: ‘Por favor, cuida de mis niñas'”.

Así empezaron los paseo por el Parque del Ebro, otro día “les llevé a Nájera, otro a Santo Domingo… fue una especie de enamoramiento”, confiesa emocionada María Dolores. Durante otra de las citas “me las llevé al pueblo donde vivo y allí conocieron la casa y el colegio, que para la mayor era muy importante, y por supuesto, a mi perrita”, cuarto miembro de la familia que ha ayudado, y mucho, en la convivencia.

Dos familias

María Dolores no quiso “romperles” el curso, así que esperó a que finalizara y después de pasar varios días de vacaciones juntas en julio, llegó el traslado definitivo. “A la pequeña no le costó tanto, pero la mayor tenía más vivencias con su familia biológica, tenía amigas en Logroño… y el cambio fue considerable”. María Dolores explica que no fue complicado, pero tampoco de color de rosas.

“Yo ya había estado en otros colegios y decía, otro más. Al principio fue difícil, pero me fui acostrumbrando y me gustó el pueblo, hice amigas pronto y seguíamos yendo a ver a nuestra familia biológica, y eso nos ayudó mucho. Llamábamos todos los días” y es que esa relación nunca se ha perdido, es más, se sigue manteniendo y cultivando. “Tenemos dos familias”.

Desde el inicio, todas las cartas están sobre la mesa. “Venían con muchos lazos emocionales con su familia biológica y eso no podía romperse. Es más, el día que llegaron a casa con las maletas, lo primero que hicimos fue poner la foto de la madre biológica en el salón y apuntar en el calendario los cumpleaños de todos los miembros de la familia biológica. Eso a ellas les dio mucha seguridad y vieron que no había división. El concepto de una familia u otra no existe. Cuando estoy con la madre biológica, la expresión que utilizamos las dos es ‘nuestras hijas'”.

Esta madre de acogida lo ha tenido claro desde siempre: “En el momento en el que decides convivir y dar una educación a un niño en adopción o acogida te abres en canal y no existe esa opción de una familia u otra. La biológica está en algún lugar y hay que aceptar que ese niño viene con una mochila, además de con problemas y experiencias, la mayoría negativas, también con una familia biológica y eso hay que aceptarlo desde antes de conocerlo”.

Otro concepto de vida

Loli, así le llama su hija mayor, no así la pequeña que se refiere a ella como mamá, cree que las niñas “todavía no son conscientes de todo esto, lo entenderán cuando tengan hijos. Pero ser madre, ya sea biológica o de acogida es una forma de vida. Te da otra dimesión como ser humano, te haces responsable de otras personas, tienes que pensar las 24 horas del día en cómo va a repercutir cada paso que das. Es ver la vida de otra forma”.

Para la mayor de las hermanas es un gesto total de compromiso lo que Loli ha hecho por ellas. “Tienes que pensar en otra persona que no seas tú y estar ahí siempre. Yo antes tenía ciertos defectos que gracias a ella he corregido, y en tema de estudios también he mejorado mucho. Es una experiencia muy positiva porque en el piso de acogida donde vivíamos antes igual no hubiéramos llegado a ser lo que somos ahora. Tenemos trabajo, estudios, una casa donde vivir y hemos madurado mucho”.

Tomar una decisión así no es fácil, y esto “hay que pensarlo con la cabeza pero sentirlo con el corazón. Si lo haces solo de manera racional no funciona. Hace falta mucho amor, pero amor con mayúsculas, más que con una pareja. Ellas me han dado una vida diferente que yo busqué. La experiencia es brutal, no solo para mí, sino para los que me rodean”.

El acogimiento familiar es un programa del Gobierno de La Rioja de forma que todas las personas interesadas pueden ponerse en contacto con la Sección de Acogimiento Familiar de la Consejería de Servicios Sociales y Gobernanza Pública a través del teléfono 941 29 43 61.

Además, todas las familias que quieran dar la oportunidad de crecer en familia a niños y niñas que lo necesitan, contarán con apoyo, asesoramiento y acompañamiento durante todo el proceso. Visita www.larioja.org/familiasacogedoras

* Contenido especial para el Gobierno de La Rioja

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