La Rioja

“La clave está en demostrar a los niños que su familia de acogida siempre va a estar ahí”

Cuántas veces hemos envidiado esa inocencia de los niños que hace que vean las cosas cotidianas como actos mágicos que les ilusionan y sorprenden, pero no todos los pequeños tiene ese brillo en los ojos. “Ellos no eligen la vida que tienen y, en muchas ocasiones, los fracasos adultos ocasionan daños colaterales que les niegan tener las mismas oportunidades que los demás, empezando no desde cero, sino desde menos diez”.

Son las palabras que resonaban en la cabeza de Alfredo Boiza y Virginia Sanz cuando se plantearon acoger y aumentar la familia. Cuatro componentes conformaban el núcleo familiar, pero había sitio para más. “Conocíamos el sistema y partes del proceso, así que nos pusimos en contancto con la consejería de Servicios Sociales y comenzamos los trámites”.

Cursos, test, y visitas a domicilio de por medio han desembocado en un acogimiento permanente que, en un principio se tramitó como temporal pero, dada la situación de la familia biológica, “que no estaba dispuesta a hacerse cargo del niño”, ha resultado continua donde “tienes la obligación, por decirlo de alguna manera, de cuidarlo hasta que cumple la mayoría de edad”. Una fecha que, en muchos casos, estos niños tienen marcada a fuego en sus cabezas.

Al comienzo, los hijos de Alfredo y Virginia, de 16 y 14 años actualmente, estaban impacientes por la llegada de su hermano, sin embargo, “cuando llegan los problemas y dificultades, empiezan los celos. Ven que el peque no es un muñeco, sino una persona con un pasado detrás y un comportamiento especial y la cosa va mucho más despacio, pero después de los años se va produciendo el engranaje”, explica Alfredo.

El pequeño llegó a casa con 10 años después de estar desde los 3 en centros de acogida, “que es mejor que vivir en la calle, está claro, pero tienen que sobrevivir en un lugar donde no hay unos adultos de referencia. Cuidadores, sí, con un trabajo excepcional, pero que cambian cada turno y no se puede conseguir un apego claro”, señala Virginia.

Una de las cosas que más ha llamado la atención a esta pareja es que, con el tiempo, “te das cuenta de que son niños que no saben lo que es una familia y no entienden cómo funciona. Piensan que es como en el centro: llego, cumplo normas, horarios de comida y dormir, pero el tiempo libre es mío y no lo tengo que compartir. Este fue uno de los primeros problemas, que entendiera que a veces su tiempo depende del de los demás, que hay planes conjuntos de los que no puedes evadirte”.

Tiempo y dedicación

La empatía es otra de las cuestiones que, en un acogimiento, hay que tratar con paciencia y ganas. “Están acostumbrados a que la gente vaya y venga, han conocido muchos centros, muchos adultos… Son chicos que no te quieren de hoy para mañana, solo sobreviven y buscan lo material, así que el proceso requiere mucho tiempo y dedicación”.

La clave está en demostrarles que la familia de acogida siempre va a estar ahí. “Tienen que reconstruirse porque hay algunos con heridas muy profundas que generan desconfianza y miedo. Son chicos a los que los adultos han fallado muchas veces y con la palabra no les basta, necesitan hechos y eso solo lo ganas con el tiempo”. De esta forma, no soltándoles de la mano por muchas crisis que pases, “les demuestras que no está en riesgo su continuidad en la familia, porque ellos rechazan primero: antes de que me dejen, dejo”.

Puede sonar duro, pero es real. “Van aprendiendo a quererte, ya que algunos, por su pasado, no saben querer y no conocen la reciprocidad de tener una familia que puede hacer cosas por él y él cosas por la familia”. Sin embargo no dejan de ser niños. Chicos y chicas a los que les da miedo la oscuridad de la noche o quieren que les leas un cuento antes de dormir. “Son como un pequeño adulto que no deja de sentir temor y una sobre responsabilidad sobre sí mismo. Miedo a no ser suficientemente importante”.

Virginia y Alfredo lo reconocen: “Todo es intenso con ellos, lo bueno y lo malo, pero cuando ven que sigues estando pese a todo se van tranquilizando y aprendiendo a disfrutar y a querer”. No es todo de color de rosa pero, así como las rabietas son fuertes, el amor que te dan lo es más y “cuando te abrazan todo es diferente. Con ellos cada logro es como si hubieras ganado una maratón”.

En esta vida, hay que ser valientes

Enseñarles a gestionar todo lo que les ha pasado, lo nuevo que les está viniendo y adaptarse otra vez a las circunstancias actuales, es fundamental. Porque ellos piensan que no necesitan a nadie, no porque no quieran, sino porque hasta ahora han tenido que sacarse las castañas del fuego, por ello hay que entregarse al cien por cien”. Y para eso hace falta mucha valentía.

“Cualquier persona que tenga tiempo e inquietud por ayudar está hecho para el acogimiento. El resultado es muy positivo. Le miras a los ojos y te llega hasta dentro. Ya no te imaginas la vida sin él. Te hace creceer como persona, te enseñan cómo es realmente la vida y ganas años de experiencia. Hay que vivirlo”.

Por ello, esta familia manda un mensaje claro: “En esta vida hay que ser valientes y conscientes de que las personas somos personas pero formamos parte de un mundo, y todo lo que aportemos a la sociedad es necesario. Un ejemplo es apoyarles porque lo tienen muy difícil para salir adelante de una manera digna. Hay que darles un futuro, un proyecto de familia”.

El acogimiento familiar es un programa del Gobierno de La Rioja de forma que todas las personas interesadas pueden ponerse en contacto con la Sección de Acogimiento Familiar de la Consejería de Servicios Sociales y Gobernanza Pública a través del teléfono 941 29 43 61.

Además, todas las familias que quieran dar la oportunidad de crecer en familia a niños y niñas que lo necesitan, contarán con apoyo, asesoramiento y acompañamiento durante todo el proceso. Visita www.larioja.org/familiasacogedoras

* Contenido especial para el Gobierno de La Rioja

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