La Rioja

La Rioja, vanguardia y músculo en la industria del envase y el embalaje

*Contenido especial para el Gobierno de La Rioja

Allá adonde vayas, pronuncia el nombre de La Rioja y apenas bastarán dos segundos para que tu interlocutor relacione tu procedencia con el calzado, el vino o la industria agroalimentaria. Son productos cuya calidad pone a la comunidad en el mapa, pero que no llegan solos desde la bodega o la fábrica hasta las tiendas. En la gran cadena manufacturera de la región juega un papel capital otra industria de la que en los últimos meses se habla más que nunca de la Ciudad del Envase y el Embalaje.

Con una facturación conjunta de 850 millones de euros, las empresas del envase y el embalaje aportan a la economía riojana uno de cada diez euros del PIB regional, generando casi 3.500 empleos directos en un tejido industrial que aglutina a casi un centenar de empresas, desde la pyme familiar a gigantes del volumen de Crown, que ronda los dos mil puestos de trabajo.

“Es una industria que también tiene mucho peso en otros territorios, como la Comunidad Valenciana, Extremadura o la Región de Murcia, pero por su importancia en relación a la economía global de la comunidad, La Rioja es punta de lanza a nivel nacional”, explica Enrique Sanz, director de planta de Heinz, en Alfaro.

La gran eclosión del sector se remonta a la segunda mitad del pasado siglo, cuando la excelencia de las conservas vegetales del campo riojano convirtió a la comunidad en un gran polo de atracción para empresas envasadoras. “La gran calidad de nuestra huerta propició la concentración de muchas empresas del sector, que se posicionaron para dar un mejor servicio a conserveras pequeñas y medianas entonces, que hoy en día son grandes compañías”, señala Daniel Marín, director general de Grafometal, quien detalla que el músculo de la industria agroalimentaria siguió fortaleciéndose con otras empresas auxiliares, como “las litografías o las empresas de barnizado”, que brotaron al calor de las conserveras.

Si el momento actual del sector industrial es dulce, sus perspectivas de futuro a medio y largo plazo invitan al optimismo. En primer lugar, porque es una rama de la economía plenamente preparada para ajustarse a las exigencias de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pues viene practicando la economía circular desde hace lustros. “La lata sigue siendo un gran invento y conviene recordar que la tasa de reciclaje de los envases metálicos es la más alta de entre todos los materiales de embalaje: mantiene sus mismas propiedades reciclado tras reciclado, por lo que es un elemento que va a mantener su vigencia durante décadas”, explica Marín.

Pero, además, un proyecto como el de la Ciudad del Envase y el Embalaje -y específicamente el Centro Nacional del Envase y el Embalaje- es capital para el asentamiento de una industria igualmente competitiva mientras potencia aún más su sostenibilidad. “Va a ser un apoyo fundamental para reforzar la posición pionera de la comunidad”, valora Enrique Sanz, destacando el “fundamental” papel del futuro centro tecnológico “para controlar la huella de carbono y el impacto de nuestros productos en el medio ambiente a través de las nuevas ideas que se desarrollarán para el sector”.

Por todo ello, los tentáculos de una rama productiva fundamental en el músculo de la economía riojana coinciden en el impacto revolucionario que tendría en el territorio una Ciudad del Envase y el Embalaje: “Aquí tenemos empresas de todos los eslabones del sector; es el ecosistema idóneo para un proyecto de este calado”, subraya el director general de Grafometal.

* Contenido especial para el Gobierno de La Rioja

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