El Rioja

De la cepa a la bodega: “Al final hemos logrado meter sanidad y grado”

Rioja comienza a bajar el telón de las vendimias con sensaciones muy optimistas en bodega

Rioja está a punto de cambiar de estación. Gran parte de su geografía ya ha dado el paso, y los tractores han dejado aparcados los remolques para empezar a arrastrar los chisel por la tierra. Ahora el asfalto de las carreteras ya no tiene rastro de mosto y en la mayoría de cepas solo quedan las racimas. Quedan los últimos coletazos de una vendimia que ha venido algo retrasada respecto a la de 2020 y que para estas fechas ya supera los 402 millones de kilos de uva.

A falta de cortar los últimos racimos, ya supera en carga a la del año pasado y sus 401.245.883 kilos millones de kilos en el cierre oficial. Los últimos datos del arrastre diario actualizados este miércoles dejan a Rioja Alta con 188 millones de kilos de uva en bodega, siendo la subzona que se mantiene a la cola en el fin de campaña. Mientras, Rioja Oriental todavía sigue metiendo uva (122 millones) y al otro lado de la muga con Álava las cifras rozan ya los 95 millones de kilos recogidos. Avanza a cuentagotas otra añada más que apura sus últimas jornadas.

En la Bodega Cooperativa Tierras de Murillo hace apenas una semana que han colgado los guantes y corquetes. Ahora la labor se desarrolla de puertas para adentro. Desde el 25 de septiembre no ha dejado de entrar uva de las zonas de Ocón, Agoncillo, Santa Engracia del Jubera y Murillo de Río Leza. Pero justo antes vino la lluvia y obligó a echar el freno unos días más. “Fueron días muy raros y comenzamos a vendimiar poco a poco, pero luego tuvimos que acelerar el ritmo de entrada de uva aunque todavía le quedasen unos días porque veíamos que se podían disparar los focos de botrytis. En esos momentos preferimos meter uva sana que con grado”, señala el presidente de la cooperativa, Toño Benito.

Pero el tiempo, finalmente, se puso de su lado y los viticultores lograron meter sanidad y azúcar porque la uva asimiló bien esa agua caída. “Antes de llegar al ecuador de la vendimia vimos cómo la calidad mejoraba y subía el grado mientras la botrytis desaparecía. Así que la campaña ha terminado siendo una muy tranquila. Además, también ha sido una buena vendimia en cuanto a cantidad porque en un principio no esperábamos coger todo el papel a consecuencia de la sequía del verano pero al final las lluvias de después nos vinieron bien. El enólogo dice que los vinos que salgan de esta añada van a tener gran calidad y color”, remarca.

Al otro lado del Ebro, Íñigo Berzal da fe de que esta añada se encuentra entre las tres mejores que ha visto desde que puso un pie en la bodega familiar hace 23 años. “Se ha desarrollado muy tranquila y muy bien. Este año no nos tocó el granizo de junio y entre la climatología, el buen estado sanitario de la uva y la gran labor de los vendimiadores todo ha ido perfecto. La lluvia de aquel domingo de octubre tampoco interfirió porque ese día no íbamos a salir a la viña, luego pronto oreó y el poco agua que había se secó. Los contrastes térmicos entre el día y la noche también han permitido que la uva haya madurado perfectamente”, apunta “bien contento”.

Unas condiciones que ahora se están viendo reflejadas en los vinos. El enólogo de Dominio de Berzal asegura que, atendiendo a los análisis organolépticos, “se puede esperar una añada excelente”. Con el 85 por ciento de la uva metida convertida ya en vino, Íñigo recalca que lo complicado ya está superado, y con nota “porque la materia prima de este año ha sido canela o caviar”.

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