La Rioja

Entierran en Madrid las cenizas del revolucionario riojano Raúl Marco

Las cenizas de Julio Manuel Fernández López, fundador y uno de los máximos dirigentes del Partido Comunista de España (marxista-leninista) y del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), han sido enterradas este sábado en el Cementerio Civil de Madrid, un año después de su fallecimiento.

Fernández López, más conocido por su nombre de guerra, Raúl Marco, nació en Casalarreina en 1936 y murió hace hoy exactamente un año en Madrid.

Las restricciones sanitarias por la pandemia de la covid postergaron la ceremonia de entierro, celebrada este sábado con la presencia de un centenar de personas, entre ellas su segunda esposa, Lola Val, y sus dos hijos, además de amigos y excompañeros de militancia.

Sus cenizas han sido depositadas en la tumba donde se encuentran desde 1985 los restos de su primera mujer, Benita Ganuza Muñoz, conocida como Elena Ódena, con quien compartió liderazgo en el FRAP. El salón de actos del Ateneo de Madrid ha acogido más tarde un acto de homenaje a Raúl Marco, en el que han participado, entre otros, el poeta Carlos Álvarez, el editor sueco Nils Andersson, el historiador Carlos Hermida, el dirigente del PCE (ml) Juan Romero y Lola Val.

Raúl Marco emigró a principios de los años 60 a Suiza y, en 1964, promovió una escisión prochina del PCE, crítica con la línea imprimida por Santiago Carrillo.

Establecido en Ginebra junto a su compañera Elena Ódena, formó parte del Secretariado del PCE (ml), que a principios de 1971 impulsó el Comité Coordinador pro FRAP, de la mano del exministro socialista de la II República Julio Álvarez del Vayo.

En los años posteriores, el FRAP fue intensificando sus acciones contra el régimen, entre apelaciones a la “violencia revolucionaria” y a la “guerra popular”, y en verano de 1975 copó las portadas cuando grupos armados cometieron varios atentados contra agentes de las fuerzas de seguridad en Madrid, Barcelona y Valencia, con el resultado de dos policías y un guardia civil muertos.

El régimen respondió con el fusilamiento, el 27 de septiembre de ese año, de tres militantes del FRAP, que junto a dos miembros de ETA fueron los últimos condenados a muerte de la dictadura, apenas dos meses antes del fallecimiento de Franco.

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