“Ella es, ha sido y será siempre una persona que llevaremos en el corazón”. Con estas palabras despide la Escuela de Enfermería a Pilar Lozano, su conserje y celadora durante los últimos ocho años. Tras la integración completa de la Escuela en la Universidad de La Rioja, deja su puesto con todo bien atado antes de incorporarse a su anterior puesto en el SERIS.
Este viernes se ha despedido entre lágrimas, aplausos, ramos de flores y mensajes de todos sus compañeros. Sobre todo de aquellos que la consideran como una segunda madre: los futuros enfermeros y enfermeras. “Incluso llevan años pidiendo que aparezca en las orlas, aún sabiendo que no se puede”, explica Charo López, profesora de Informática en el Grado de Enfermería.
La docente reconoce que se le eriza la piel nada más hablar de Pilar. “Como persona es maravillosa, increíble. Desde el primer momento, no solo presta toda la atención requerida por todos, alumnos y profesores, sino que se sabe los nombres de todos y cada uno de nosotros y está para cualquier problema o necesidad que surja”.
¿Que una alumna necesita dejar la maleta porque tras las clases vuelve a casa, principalemente los y las estudiantes del País Vasco? Ahí está Pilar con una salita preparada para que puedan dejar sus equipajes tranquilamente. Adora su puesto, y quizá eso sea lo que le hace tan especial.
“Hace un trabajo excepcional incluso por encima de las competencias que le corresponden. Y lo hace feliz. Todo para que la Escuela funcione”, destaca Charo. La despedida ha sido emocionante para las dos partes y, hasta el último minuto, Pilar ha permanecido en su puesto. “Dejando todo cerrado para evitar cualquier problema. Se tenía que haber ido ya, pero ahí sigue, mandando mails para explicar dónde está cada llave y dejando repartidas todas las taquillas para las prácticas de los estudiantes”.
Se va de la Escuela, sí, pero con ella se lleva todo el cariño y el reconocimiento sincero de un centro. “No hubiera sido lo mismo estos últimos años sin ella”.
