La Rioja

“Ha sido una lucha interna entre la investigadora y la escritora”

Alcaldesa de Calahorra durante años, a Maria Antonia San Felipe la política ya le queda lejana más allá de su interés por lo que pasa en su ciudad, en su región y en su país. Últimamente su transcendencia pública siempre ha estado ligada a la historia.

Doctora en Historia, después de dejar la política activa, ya reconocía hace diez años que la escritura de su tesis le había cambiado la vida. Ahora da un paso más y se atreve con la novela. El teatro Ideal de Calahorra, este domingo, a las ocho de la tarde, será el escenario donde presente su primer trabajo de ficción, ‘Desnuda de mi ser’.

– Maria Antonia San Felipe ha escrito sobre historia, también poesía ¿cómo nace la posibilidad de escribir una novela?

– Algún relato ya había escrito. Llevaba mucho tiempo queriendo hacerlo. Había comenzado a escribir una serie de relatos sobre mujeres del siglo XIX y en ese momento hicimos unas jornadas que las llamamos ‘Las sinsombrero riojanas’. Metí ahí a Ana de la Trinidad que es una poeta desconocida a caballo entre los siglos XVI y XVII. A mí esta mujer siempre me había interesado. La conocí en 1992 cuando se descubrió que su literatura había quedado oculta y se la habían asignado a otra monja, a Cecilia del Nacimiento, que había sido priora del convento. Me puse a hacer un relato pero cuando fui documentándome y tirando del hilo, vi las posibilidades que tenía su figura. He compuesto una novela de ficción que tiene una base histórica pero lo que me interesa es el interior de la persona y eso es lo que he intentado narrar.

– ¿Quién es Ana de la Trinidad?

– Es una mujer que nació en Alcanadre. Su nombre es Ana Ramírez de Arellano, hija de los señores de Alcanadre, Ausejo y Murillo. Es una mujer con una cultura superior a la del resto de mujeres de la época y desde muy joven tiene inquietudes religiosas e inclinación por lo artístico. Ella quiere ser monja pero quiere pertenecer a la orden del Carmelo descalzo que fundó Santa Teresa. Muchas de estas mujeres que se iban a los conventos lo que querían era imitar a Santa Teresa pero imitarla en lo literario. En muchos casos huyen también del matrimonio. En aquella época tampoco había muchas más formas. Huye para ser monja descalza y llega a Calahorra al convento primitivo que había en la ciudad que no era el que conocemos ahora. El primero estaba en la calle Cabezo, luego estará en la calle Morcillón y luego ya estará en el convento que conocemos.

– ¿De qué momento hablamos de la historia?

– Ella llega justo cuando acaba de terminar la epidemia de peste en La Rioja, en una época durísima de una pobreza extrema. Ese contexto me pareció muy interesante. Lo único que nos queda de ella son 19 poemas místicos. En esos poemas sigue la linea de San Juan, Santa Teresa y de Fray Luis de León. Con esa base histórica y lo poquito que queda de su vida. De ahí he construido un relato de ficción. Lo que he intentado es ponerme en estos tiempos deshumanizados ponerme en el lugar de otros. Estas mujeres que vivían en los conventos que, al fin y al cabo, eran las mujeres de vanguardia de la época, porque eran las más instruidas, leen, tienes conocimientos de música, de matemáticas… Ha sido un ejercicio de empatía. Hay que tener en cuenta que su pensamiento puede estar en las antípodas del mío, de nuestra forma de concebir la vida.

– Captar las inquietudes de esas personas

– Sí poder imaginar cuál era su pensamiento. Ella vive muchas aventuras, para por muchas enfermedades, muere muy joven a los 36 años. Aunque nos parece muy lejana, ahora tras el confinamiento podemos entender mejor su experiencia de silencio, de soledad.

– ¿Es más fácil ponernos ahora en su lugar?

– En esta sociedad en la que vivimos nos cuesta mucho ponernos en el lugar de nadie pero es interesante saber cómo era su vida interior. Eran mujeres con una vida intelectual muy interesante. Hay que tener en cuenta que estamos hablando del Siglo de Oro español y eran mujeres muy leídas. Ella se va al convento porque no quiere que nadie le interrumpa su aventura intelectual.

– ¿Se refleja en el libro la vida de esa época en Calahorra?

– Al final la novela está inscrita en la época y en Calahorra pero lo más interesante es que viven de espaldas al mundo exterior. Nos puede parecer muy increíble. Ella entrega su vida a una pasión. La intención es ponerse en lugar de una mujer de hace 400 años y para eso hay que situarse en ese tiempo. Me gustaría que la gente empatizase con el personaje tanto como yo. Hay algún retazo de la Calahorra de ese momento pero lo importante de la novela pasa dentro del convento y dentro de cada personaje. Es como una de esas muñecas rusas.

– Una novela con las mujeres como protagonistas

– Sí, por supuesto. Es una novela escrita desde el punto de vista de la mujer. Todas las visiones son visiones de mujeres. Los personajes existieron pero es una ficción.

– ¿Le ha costado dar ese paso? Al fin y al cabo María Antonia San Felipe es una historiadora que se basa siempre en los hechos y esta vez tocaba dejar rienda suelta a la imaginación.

– Ese fue el primer consejo que me dieron algunos amigos. Tenía que separarme de la historiadora. Un historiador no puede contar nada que no pueda comprobar que ocurrió. Ese fue el motivo por el que decidí escribir una novela. Esa ha sido la gran lucha interna en mí misma: entre la historiadora y la escritora. Todo lo que es Ana como persona es evidentemente una ficción. Los elementos con los que he construido a Ana solo se basan en sus versos que me hacen imaginarme como podía ser.

– ¿Cuánto hay de Maria Antonia en esa Ana?

– Todos los personajes tienen algo mío. El punto de vista es el de una mujer que intenta comprender a otras mujeres. En unos he puesto la ironía, en otros la sensibilización ante las cosas. Ha sido un reto apasionante porque su vida es totalmente distinta a la mía.

– No creo que no haya investigación previa en ese libro.

– No soy una experta en ese periodo y por eso he leído mucho sobre la época, sobre la vida conventual. Incluso he estado en alguno de ellos para vivir ese silencio. Ese periodo en el que la contrarreforma católica está combatiendo al erasmismo a ellas también les afecta se ve en el fervor de los conventos en esa época.

– Y eso en tiempo ¿Cuánto ha sido?

– He estado más de tres años trabajando en este proyecto. La editorial ‘Pepitas de Calabaza’ ha apostado en esta faceta de Maria Antonia. Luego los lectores juzgarán.

– Pocas veces los personajes de Maria Antonia, tanto en su faceta como historiadora como ahora con la novela, se salen fuera de la ciudad. ¿Es pasión calagurritana?

– La pasión calagurritana está pero el libro sobre el Obispo Fidel García es personaje vivió en Calahorra pero la trascendencia es internacional porque nos metemos en el nacismo, ahí cuento todo el trasfondo político de las relaciones iglesia-estado. Yo intento que veamos lo que tenemos. Este libro  también transciende de la historia de Calahorra o de Ana de la Trinidad porque estoy segura de que es la misma experiencia que tuvieron muchas mujeres de su siglo en toda España. Se sitúa aquí, me encanta que lo haga, pero transciende lo local.

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