Hay dos formas de dar al traste con una tarde de toros. Una, lidiándose toros de una ganadería en un momento nefasto y otra, reseñando toros a contra estilo de una ganadería en genial o nefasto momento. La tarde de este miércoles en Logroño se fue al traste por lo segundo.
Pongamos que ‘Garcigrande’ atraviesa un buen momento, pero los toros que embarcó para Logroño podían hacer de todo menos embestir. Destartalados fueron los siete que se asomaron al ruedo de ‘La Ribera’. A excepción del quinto, el encierro fue excesivamente alto, zancudo y un tanto escurrido de carnes. La birriosa corrida se tapaba por la cara, y ésta no era nada del otro mundo, al contrario.
La falta de raza del sexteto fue total. Como de clase y de casta. ¿No hay más ganaderías en el campo? Era este el vigesimocuarto compromiso de Justo Hernández de la primera temporada post coronavirus. ¡El 24! Cuando otros hierros solo embarcan toros para llevarlos al matadero…
Cuando se presentó esta feria matea, que ha resultado demasiado triste y deslavazada, se preguntó a la empresa por la falta de una corrida de acento torista. La respuesta fue: Logroño no está preparada para un festejo torista. Ah… ¿y para lo de hoy sí? ¡Por favor! A diferencia de lo de las ganaderías que les decía antes, aquí solo hay una forma de faltarle al respeto al aficionado: la razón de por qué no un festejo torista que les decía; esa es la forma.
Que puede que un encierro que no sea de ‘Zalduendo’, ‘Cuvillo’ o ‘Garcigrande’ también resulte malo, pero no tan malo como el de hoy. Como mucho igual, pero seguro que diferente. Y la fiesta de los toros vive de eso, de la variedad. ¡Qué pena!
Casi iba a cumplimentar ‘El Juli’ al presidente cuando este asomó el pañuelo verde. Al inválido devuelto le sustituyo otro parecido. Algo de pies sacó el toro en banderillas y comenzó el esperpento de las cuadrillas. Cuatro entradas, cuatro para dejar cuatro palos. Y eso que el toro era flojo. Intentó estirar el muletazo por el pitón derecho y lo que realmente estiraba era el brazo afeando el muletazo. No hubo acople por el pitón izquierdo y el de Domingo Hernández se puso gazapón y aquello terminó por diluirse. Encima no sé cuántas veces falló a espadas.
Arrollador se mostró Julián en el cuarto, que recibió de rodillas, remató el saludo con una larga mirando al tendido y quitó por chicuelinas. Entre tanto, el toro perdió las manos y no se empleó en el caballo. Brindó al público y el inicio a pies juntos resultó tropezado. Como la siguiente serie. Otra en redondo, más largos y ligados casi en círculo llegó al tendido. Como si tuviera prisas se tiró a matar y volvió a pinchar.
Suelto salió del caballo el segundo, que otra vez pretendieron que viéramos aquel peligro inexistente en banderillas. ¡Qué desastre! Rebrincadito llegó a la muleta de Manzanares y también perdiendo los cuartos traseros. Sin más, comenzó a sonar la música como en todos los toros. ¡Qué pesados con el tirirí tarará parabampampán! El de Garcigrande se puso a la defensiva y Josemari lo pinchó.
Lo más destacable del quinto, otro tercio de banderillas horroroso. ¿A qué tanto miedo? ¿Y miedo de qué? Daniel Duarte, Domingo Siro y Luis Blázquez eran los que acompañaban hoy al alicantino. Sin apreturas acompañó las embestidas Manzanares. Recorriendo plaza también. Algo de estética en algún pasaje suelto. Demasiado poco. Aquel cabeceo sin raza acabó con lo poquito que podía haber.
Se dolió en el primer encuentro con el caballo el jugado como tercero. Y salió buscando la salida. La lidia se desordenó y aquellos arreones en los primeros tercios continuaron en la muleta. Aprovechó el viaje por el pitón derecho que era largo y hasta agradecido. Pareció rajarse el funo cuando Garrido se la echó a la izquierda y tiró de molinetes con la rodilla en tierra para intentar mantener el interés que se fue perdiendo en una serie despagada y sin apreturas. La espada se fue demasiado atrás.
Los dos breves encuentros del sexto con el picador fueron en chiqueros. Pareció como lesionarse el toro de las manos, pero sacó pies y arreó el animal. Una defectuosa brega casi pudo sujetar al mansito de ‘Garcigrande’ y en esas Garrido plantea un inicio de faena por alto… aquellos arreones que nadie, ni Garrido, había parado pasaron factura después. Aquel ir y venir brusco casi se termina por imponerse al extremeño, que volvió a aprovechar el viaje cuando no se vio desbordado. Unas manoletinas de perfil y una estocada trasera valieron una orejita demasiado ramplona.
Y para terminar, habrá quien diga que el nefasto resultado de este festejo es culpa del sistema. Pero coño, ¿quién es el sistema? Tendrá nombre y apellido, ¿no? ¡Ya está bien!
Plaza de toros de La Ribera, en Logroño (La Rioja). Cuarta y última corrida de la Feria de San Mateo. Tres cuartos de entrada, de acuerdo con la limitación de aforo. Toros de Garcigrande (1º bis), fuera de tipo, descastados y sin raza.
• JULIÁN LÓPEZ ‘EL JULI’, silencio tras aviso y ovación.
• JOSÉ MARÍA MANZANARES, silencio y silencio.
• JOSÉ GARRIDO, silencio tras aviso y oreja.
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