San Mateo

Gigantes y Cabezudos: “Somos los centinelas de nuestra propia cultura y tradición”

Tranquilo, no hacen nada. Ninguna fiesta se concibe sin ellos; son elementos carismáticos que se han ganado la popularidad y el cariño de todos con el paso del tiempo; son símbolos indiscutibles que aparecen ciertos días del año envueltos de magia; son los reyes del amor-odio, sobre todo para los niños: son los Gigantes y Cabezudos.

Entre adultos y niños, la Asociación Escuela de Gigantes y Cabezudos de Logroño (‘Esagicalo’) cuenta actualmente con setenta miembros, porteadores y futuros porteadores, cuyo objetivo principal es vivir y hacer vivir las fiestas a través de la historia y la tradición. “Creemos que es primordial mantener las costumbres, divulgarlas, formar a los jóvenes y enseñarles, de una forma divertida, quiénes son los personajes históricos de la ciudad”, explica Óscar Valle, responsable de ‘Esagicalo’.

La Asociación se creó en 2002 cuando un grupo de vecinos, amantes de la tradición y la historia de Logroño, se reunieron para cuidar y conservar las figuras. Las imágenes de los Cabezudos (Demonio, Verrugón, Morico Jokey, Clown, Teresa Panza, Torero, Popeye, Negrito, Lobo, Dumbo) “son las mismas que te encuentras en la mayoría de los pueblos, porque son seriadas”, cuenta José María Pérez, secretario de la asociación.

Las de los gigantes, diez en total, son figuras municipales, excepto dos que son de ‘Esagicalo’. “Se renovaron en los años ochenta después de que se llevaran a Zaragoza para restaurarlos, con tal mala suerte que, estando en un almacén al lado del Ebro, vino una riada y se los llevó. En ese momento hubo que hacer gigantes nuevos y a partir de ahí se comenzaron a elaborar con fibra de vidrio y aluminio, materiales que les confieren mayor consistencia y reducen bastante el peso total”.

Y es que el peso de los gigantes puede llegar hasta los 50 kilos, “pero lo importante es la técnica de cogerlo y llevarlo. Es más cuestión de maña que de fuerza y, por supuesto, equilibrio. No hace falta tener unas cualidades excepcionales, solo paciencia y mucha práctica”, explica José María. Actualmente, el portador más joven es Pablo, de 16 años. “Antes no es conveniente, para eso tenemos figuras más pequeñas”. Manolo, por su parte, con casi 60 años, es el portador más maduro.

Porque los gigantes y cabezudos son para todos, pequeños y mayores. “La tradición se remonta hasta, por lo menos, 1920. Ahí ya hay constancia por varias fotos de que la figura del Zapatones se dejaba ver en las calles de Logroño en la procesión del Corpus. Es más, te das cuenta de la importancia de esta costumbre cuando, desde dentro de la figura, ves a los niños disfrutar, sí, pero miras a los ojos de los mayores y te estremeces al ver cómo están recordando lo que ellos vivieron en su juventud. Ahí es cuando comprendes que esto nunca debería desaparecer”, confiesa Óscar.

Este San Mateo no va a ser lo mismo, pero desde la Asociación han puesto todo de su parte para reinventarse y hacer que los Gigantes y Cabezudos vean la luz del sol. “Tenemos dos salidas marcadas por el Ayuntamiento: el día 22 en la Plaza del Ayuntamiento de 12 a 2 del mediodía y el 23 en el parque Picos de Urbión a partir de las 5 de la tarde. No va a haber pasacalles, pero sacamos a los diez Gigantes y diez Cabezudos para hacer un espectáculo estático pero dinámico y ameno con el fin de que los niños y los padres gocen de las fiestas”, aclara Óscar.

Gigantes de carne y hueso

Para los niños puede ser un juego más o menos serio, pero debajo de esas figuras que a veces imponen y otras divierten se encuentran personas de carne y hueso, con nombres propios, que ponen el alma y la ilusión. Álvaro es uno de ellos. Vecino de Oyón de 23 años, confiesa que para él “el Gigante es cultura, danza, música, folclore e historia”.

En su pueblo se recuperó la tradición en 1999. “Venían los miembros de la asociación de Logroño y empecé a interesarme. Bajaba a Logroño con los gigantes pequeños y aquí sigo y seguiré hasta que pueda”. Para Álvaro el miedo a lo desconocido de los niños debería subsanarse con el compromiso de los padres por continuar con las tradiciones, “porque está comprobado que son ellos los que tienen que transmitir la importancia de nuestra esencia. Si perdemos eso nos puede invadir cualquiera. Si no somos nosotros los propios centinelas de nuestra cultura y tradición, estamos perdidos”.

Junto con este joven de Oyón, David y los dos Víctor son “nuestras estrellas” presume Pérez. “El salto de los niños a los mayores es donde perdemos gente, por eso es fundamental que estos chavales permanezcan con esa misma ilusión del primer día que saben perfectamente contagiar a los más peques explicándoles la historia de las figuras y lo que representan”.

Porque no hay que olvidar que son imágenes representativas y esenciales en el devenir de nuestra comunidad, como Mateo Sagasta, el General Espartero, Marqués de la Ensenada o la Duquesa de la Victoria. “También somos escuela y tenemos el objetivo de explicarles a los niños quiénes son estos personajes y la importancia que tienen”, explica Óscar.

No es lo mismo ver la fiesta desde fuera que ser partícipe e incluso protagonista, señalan los jóvenes portadores. “Animo a todos los peques a que empiecen llevando un Cabezudo y después el Gigante. Esto es divertidísimo y lo mejor es que somos una gran familia”, describe Víctor. Otro componente de la asociación, Jorge, llega desde Viana y colabora con ‘Esagicalo’ “porque las tradiciones hay que mantenerlas como sea. Al principio te sientes inseguro porque ves que las figuras son tan grandes que es mucha responsabilidad, pero cuando sales a la calle y ves las caras de felicidad de la gente es un auténtico subidón”.

Reconocen que el folclore en Logroño “está cayendo en picado en los últimos años, pero nosotros vamos a seguir aquí para intentar que lo nuestro se mantenga y reconozca”.

Subir