Toros

Hubo un Zapato…

Que el Zapato de Oro necesitaba pasar por un taller de calzado era un hecho. Por el camino, los últimos años había dejado una buena parte de su tirón y no solo el betún hubiera hecho relucir este trofeo; un cambio de tapas, reforzar el juanete o zurcir las costuras de la puntera tirando de imaginación para relanzar el certamen era de justicia. En esas estábamos cuando llegó la Fundación del Toro de Lidia a regenerar, permítanme hoy, a remendar la fiesta, cuando con una alpargata pretenden sustituir un zapato (de oro).

Y no es que este Circuito del Norte sea tan mediocre como para tildarlo de alpargata, ni mucho menos. Ni tampoco tengo nada en contra del trabajo de los alpargateros. Para nada. Pero esas zapatillas de esparto, muy fashion ellas, vienen a durar no más de una temporada y pronto se quedan desfasadas. Y eso es lo que le puede pasar a estos circuitos de novilladas que se han levantado por España con tan buena intención como frágil consistencia. Porque estos certámenes viven de las rentas de una temporada altruista de las figuras y eso da para lo que da.

Si nostalgia daba a la entrada recorrer los pasillos del Arnedo Arena ornados con los carteles de los 45 ‘zapatosdeoro’, pena daba a la salida deambular entre ellos a sabiendas que será muy difícil que vuelva a anunciarse la cuadragésimo sexta edición.

Aún con todo, Arnedo celebró la festividad de la Virgen de Vico en torno al toro. Arnedo es taurino venían a decir las pulseritas que se repartieron. Pero no reivindicativo añadiré yo, pues nada giró en torno a reivindicar el ‘Zapato’de este septiembre. Ni se recogieron firmas, ni se enseñó una pancarta reclamando lo que ha puesto a Arnedo en muchos mapas, ni se dio una voz más alta que otra. Nada de nada.

De ahí lo de “hubo un ‘Zapato’

El COVID como excusa en el momento que más utreros necesitan abandonar las cancelas del campo de bravo, ha servido para esconder el zapato en el fondo del armario. Del armario del olvido, la dejadez y también de los malditos complejos. Era una cuestión de voluntad.

“Bonito” se llamaron los novillos de Los Maños lidiados en primer y cuarto lugar. Preciosos fueron los corridos como segundo, tercero y cuarto. Armónicos, con trapío, en el tipo de la ganaderia, con su carita sin estridencias y su pecho. Verdaderas pinturas. Fueron, como siempre, los más entonados los que mejor juego ofrecieron.

Gustó Isaac Fonseca, el novillero menos placeado de la terna. Quizás gustó por eso, por su falta de técnica, que también es de trucos. Entendió a sus dos oponentes y los llevó con suavidad, citando con los vuelos y dando los toques justos y medidos. Hubo naturalidad y también reunión.

Miguel Aguilar fue el que menos vino a decir. Se alargó en exceso en la faena a su primero, que pareció lesionarse y al que cuidó y llevó a media altura en un trasteo de demasiados muletazos. El cuarto fue el peor y poco pudo sacar de él.

Destacó con el capote Manuel Diosleguarde, que dejaría constancia del temple que atesora. Poco dijo ante su primero y mostró una buena versión en el cuarto, al que quiso lucir en el cabello, pese a ser el novillo que peor pelea ofreció en el peto. Fue ahí, cuando puso de lejos nuevamente al toro en suerte cuando este hizo hilo por un banderillero que, de forma carambolesca, terminó en fea cogida del monosabio.

Gran tarde echaron los banderilleros con los palos.

Y nada, las notas del pasodoble del Zapato sonaron en el sexto haciendo que todo fuera más triste de lo que ya de por sí es. Qué pena esto de Arnedo.

Plaza de toros de Arnedo. Media entrada.

6 novillos de Los Maños, muy bien presentados, nobles en líneas generales.

– Manuel Diosleguarde: orejas vuelta tras peticion
– Miguel Aguilar: ovacion y saludos
– Isaac Fonseca: oreja y oreja

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