La Rioja

«Me hicieron vicedecana mientras veía la torre de San Miguel en Rincón»

Rebeca Pardo: «Me hicieron vicedecana mientras veía la torre de San Miguel en Rincón»

Rebeca Pardo

Rebeca Pardo será a partir del 1 de septiembre la nueva decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de UIC Barcelona. La rinconera ultima sus vacaciones, sin dejar de trabajar, en su pueblo natal donde todo el mundo la felicita ya por el que será su nuevo cargo. En estos momentos prepara un estudio sobre el impacto que ha tenido la imagen durante la pandemia en los medios de comunicación. Una mujer hecha a sí misma que dejó de vivir en Rincón de Soto con 14 años para salir a estudiar, pero a donde vuelve cada vez que tiene oportunidad.

– ¿Cuál es la trayectoria profesional de Rebeca Pardo?

Yo estudié comunicación Audiovisual en Navarra, fuimos los conejillos de Indias. Fue la primera promoción en el 96 y cuando terminé me fui a Perú y estuve trabajando seis meses en una universidad y después en un periódico como periodista, como fotoperiodista y como editora de suplementos hasta 2000. Fue el mejor trabajo de mi vida. Mi trabajo era irme a conocer comunidades que vivían en lugares recónditos. Como era la extranjera me decían que veía las cosas con otros ojos.

Estuve en un desierto donde vivía sólo una familia, con un chamán, con un antropólogo que acababa de descubrir una ciudad… fue alucinante. Volví a España pero no sabía muy bien dónde volver. Pedí en varios sitios para estudiar fotografía porque había hecho algún cursillo pero no tenía estudios de fotografía propiamente dichos. Me cogieron en Barcelona para hacer un postgrado de edición de libros y para estudiar fotografía. Me fui allí para un año y llevo 21. En Barcelona intenté trabajar de periodista, pero era el año 2000.

– Complicado hacerlo en esa época.

Mis colegas de aquí estaban haciendo prácticas porque fue el momento de los contratos basura, de las prácticas, y fue misión imposible. No pude trabajar por exceso de currículum y por ser mujer. Recuerdo la última entrevista con un señor muy mayor, que por eso se lo perdono, que me dijo: «Mujer, vives sola, dispuesta a viajar… eres un peligro, demasiado independiente». Si yo hubiese sido un hombre… Salí del despacho y busqué un lugar donde nunca me iban a decir que tenía exceso de currículum y ese era la universidad.

– Entonces comenzó su doctorado.

En España no hay estudios de fotografía oficiales y no había máster por donde seguir. El único lugar que podía hacer algo de postgrado en fotografía era en Bellas Artes porque tenían la especialidad de imagen. Estuve 10 años trabajando en la Universidad Pública dando cases de fotografía y proyectos artísticos pero la precariedad era absoluta. Cundo se suponía que iba a salir la plaza llegó el independentismo y la plaza tardó en salir muchísimo tiempo. Había estado en Harvard unos meses y allí estaban trabajando más que dignamente y aquí estábamos con una precariedad que no era normal. Entonces pasé a la privada. El 25 de septiembre de 2019 entré en la Universidad Internacional de Cataluña y en menos de un año me nombraron vicedecana de la Facultad y en menos de dos años me han nombrado decana, lo seré el 1 de septiembre.

– ¿Han cambiado las cosas desde aquella última entrevista de la que salió convencida de que ya no iba a trabajar nunca como periodista?

Creo que han cambiado muchísimo. Entonces ser una mujer independiente lo interpretaban como un peligro, algo que valoraban en un hombre. Eso mismo que me lastraba hace 20 años ahora me califica en positivo. Aún así sigue siendo muy complicado. En la universidad pública se nota, las mujeres que están arriba tienen como mucho un hijo y lo han tenido tarde y eso no lo he visto que pasase con ellos. A mi me han llamado por teléfono preguntando por el doctor Pardo. Académicamente, muchas veces firmamos con la inicial del nombre y todavía tenemos ese prejuicio: si no está claro que eres una mujer, es porque tienes que ser un hombre.

– Formais a los periodistas del futuro. ¿Cómo ves la profesión?

Es una pregunta complicada. Creo que la profesión ha cambiado mucho y los medios y los profesionales no nos hemos adaptado al ritmo que va la profesión. Estamos sacando muchos graduados en comunicación y no sé hasta que punto el mercado laboral da para tanto; tal y como lo entendemos, al menos. Y después está el nuevo mercado laboral. Ahí hay para todo aquel que se quiera poner a emprender; tengo exalumnos que viven de generar ellos mismos su propio trabajo.

La asignatura pendiente que tenemos cuando pensamos en el periodismo es que cada vez hay más espectáculo y menos información. Antes teníamos un público cautivo. Tú tenías tres, cuatro periódicos y la gente compraba uno y se lo leía de principio a fin. Ahora tú escribes un artículo en internet y es relativamente sencillo que la persona que ha empezado a leer tu artículo termine en un anuncio que le ha salido y lo pierdas. Hay que aprender a enganchar al que está al otro lado.

– Ya de la tele ni hablamos.

Hay estudiantes de periodismo que no han visto la televisión en los últimos años, todo lo que consumen de audiovisual es a través de plataforma. Ibai Llanos… toda esta gente, es otro concepto nuevo. Son grandes comunicadores, otra cosa es que eso sea periodismo, pero llegan a un público que es imposible llegar de otra forma. Él te hace una entrevista y tiene ahora un impacto que no están teniendo los medios tradicionales. Estamos perdiendo esa carrera. No podemos utilizar las redes sociales igual que utilizamos un periódico porque no es lo mismo. Hay que interactuar con el lector o tienes la partida perdida.

Rebeca Pardo junto al decano y otra vicedecana.

– Ahora los jóvenes tienen Instagram, Twich… y diferentes plataformas para recibir la información que les llega.

Mi lectura de este verano ha sido un libro de cómo utilizar Instagram. Yo estoy en el ámbito académico, en las últimas tres conferencias que he dado, la gente ha contactado conmigo por Instagram, Facebook y LinkedIn y tengo un correo de la universidad que es público, pero nada. Tengo un blog desde que casi no existían los blogs, ese blog ha hecho más por mi vida académica y profesional de lo que haya hecho ningún título. Me dieron el premio de ensayo de la Editorial Ariel por el blog.

Me llaman para dar charlas muy serias y académicas porque me encuentran ahí y ese esfuerzo hay que hacerlo y mucha gente de mi generación no lo ha hecho. Nos podemos quejar mucho, pero resulta que tenemos a mucha gente muy bien formada pero que es incapaz de ser la orquesta que necesitamos ahora mismo.  Y por otro lado tenemos a chavales que salen de la universidad que te hacen fotos, te las editan, te hacen un vídeo, te hacen hyperlinks desde el teléfono móvil, pero les falta profundidad y contenido y eso es un problema.

– La inmediatez de la información y las ‘fake news’, otra batalla en la que luchar.

La inmediatez con la que trabaja ahora el periodista es un gran problema. Lo que tiene de malo es que no procesas nada y consigue que a veces caigamos en el espectáculo fácil. Además, no tienes tiempo para documentarte. Cuando yo hacía periodismo en los años 90 tenía un mes para hacer un artículo y lo hacía en condiciones. Ahora todo es para mañana, o a veces para ayer. Luego está el problema de la nueva documentación. Antes te documentabas en libros que ya habían pasado una criba, ahora te documentas en internet donde vete tú a saber qué te puede salir.

Si todo es para mañana, hemos quitado las humanidades de la educación básica y encima nos documentamos sin muchas garantías… pues tenemos un problema muy serio. Es verdad que tenemos páginas que se encargan de chequear las ‘fake news’, pero el problema es que no hemos enseñado a la gente a chequearlas por ellos mismos. La gente comparte todo lo que le llega sin preguntarse si puede ser verdad o no, y siempre hay alguien al otro lado que se lo cree.

– ¿Cómo llegan ahora los chavales a la universidad?

Vienen con dos problemas fundamentales: las faltas de ortografía y que no saben sacar las ideas fundamentales de un texto o de una conferencia o de una rueda de prensa. Y las dos cosas son un gran problema. Ha llegado un momento en el que algunas personas han pensado que las humanidades eran inútiles porque ha primado la ciencia, pero la ciencia sin humanidades no tiene sentido. Nos hemos dado cuenta de que mandas a un chaval a una rueda de prensa y no sabe sacar la idea principal. Y eso son cosas que no dependen de la formación universitaria. A mi me enseñaron ortografía en la EGB  y no es que lleguen uno o dos, es que son muchos. Notas mucho los que han tenido grandes profesores, un gran profesor en Primaria es una joya. Técnicamente nos dan mil vueltas, pero les falta un grado de madurez y de conocer el contexto de las noticias.

– Además en ellos prima la imagen.

Sí, pero cuidado, porque a veces son imágenes distorsionadas. Uno de los primeros trabajos que hacemos en la facultad es hacerles hacerse un ‘selfie’. Lo traen a clase y el resto de los compañeros dicen qué ven en ese selfie. Ellos mismos alucinan con la proyección que dan a los demás con las imágenes que cuelgan en sus redes. Y son muy diferentes las de las chicas que las de los chicos. Un chico no tiene que ponerse en bikini o con posturas determinadas para obtener likes y ellas sí. Hay que tener mucho cuidado con esas cosas porque ahora en muchos departamentos de contratación después de mirar el curriculum lo que miran son las redes sociales de la persona.

Obra de Rebeca Pardo.

– Le nombraron vicedecana hace unos meses en unas circunstancias especiales.

Me nombraron vicedecana mientras yo veía desde mi ventana la torre de la iglesia de San Miguel. Yo llegué un viernes 13 de marzo a Rincón de Soto a pasar tres días con mis padres, llegó el confinamiento y me quedé aquí cuatro meses y en ese momento me nombraron vicedecana. Hasta me tuve que comprar ropa porque había traído lo justo y cambié de estación aquí. Ha sido una experiencia interesante porque yo llevaba sin vivir en Rincón desde los 14 años. Sólo venía para vacaciones y ahora he visto como se vive aquí, cual es el día a día del pueblo y me gusta. Vivir aquí es un privilegio.

– La imagen ha tenido mucha importancia en la pandemia. El debate sobre si hemos visto lo suficiente o no ha sido enorme en la profesión.

Ahora mismo estamos haciendo un estudio sobre eso con unas compañeras para publicarlo en una revista académica. Creo que se perdió una gran oportunidad para enseñar lo que estaba pasando. Sabemos que a los fotoperiodistas no se les dejó entrar en los hospitales, ni en las morgues y ahora nos encontramos con el problema de que la gente no ha sido lo suficientemente consciente de lo que hemos vivido. Veíamos titulares de centenares de sanitarios contagiados, veíamos cifras de miles de muertos y la foto que lo acompañaba eran sanitarios a las puertas de los hospitales aplaudiendo, fiestas en los balcones… eso no ha pasado en otros países. No se correspondían las imágenes con los textos y ahora lo estamos pagando con la juventud. En ellos prima la imagen y no les hemos enseñado lo que ha pasado, ahora no podemos pretender que sean conscientes del horror que se ha vivido.

– Además, su tesis doctoral va sobre la imagen en la enfermedad, la muerte y el duelo. ¿Por qué ese tema?

El cáncer de mi abuelo y el Alzheimer de mi abuela, cuando yo era una niña-adolescente, supusieron una gran lección de vida, de prioridades y cuidado, que me ha marcado profundamente. Me di cuenta de que no había imágenes de mi abuela con Alzheimer y vi que eso pasaba en muchas más familias, que no tenemos imágenes de esos momentos duros de la vida. Tras doctorarme y haber sido lectora profesional en una editorial y una agencia literaria, descubrieron que tengo dislexia. Lo hice público, porque así me lo pidieron y me pareció importante. Y entonces me di cuenta de que hay demasiados prejuicios e iconografías estigmatizantes contra las que luchar. Y en ello estoy: trabajando para que las miradas, las representaciones, las imágenes sean más honestas, humanas, dignas, éticas y alejadas de prejuicios y estigmas.

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