La Rioja

El despliegue del Ejército en el incendio de Yerga, desde dentro

Un helicóptero del Ejército de Tierra, a punto de despegar desde el Puesto de Mando Avanzado de Grávalos. | Foto: Daniel Ortiz.

Conforman una máquina perfectamente engrasada cuyos engranajes solo cuentan con una certeza cuando inician su servicio: todo es posible desde el momento en el que se activa la alerta. El papel del Ejército ha sido clave en las labores de extinción del incendio declarado en la tarde del domingo en el Monte Yerga, que ha afectado ya a más de 400 hectáreas de terreno pertenecientes a cuatro municipios: Autol, Quel, Villarroya y Grávalos.

En esta última localidad se asienta el Puesto de Mando Avanzado que coordina a los más de cien medios humanos y materiales desplegados sobre el terreno para someter a las llamas. El campamento base improvisado junto a las piscinas municipales es un continuo trasiego de personas, llegadas del ámbito civil y militar con el único propósito de que los vecinos de las localidades afectadas por el incendio recuperen la normalidad cuanto antes.

Recursos de emergencias trabajan en el incendio de Yerga. | Foto: Daniel Ortiz.

En la mañana de este lunes el café es la bebida reina del entorno. Lógico. Los más afortunados han podido dar una cabezada de media hora durante una madrugada de combate a brazo partido contra el viento y las llamas. “La situación parece que progresa adecuadamente”, celebra, prudente, el capitán Marcos García López, oficial más antiguo al mando de los efectivos desplegados por la Unidad Militar de Emergencias.

Nacida en 2005 como nuevo tentáculo del Ejército, la UME se erigió como el gran recurso público cuando las cosas se ponen realmente feas y el despliegue civil no basta para hacer frente a una emergencia. Son una unidad joven, destinada a salvar vidas en lugar de entrar en combate, que tiene la velocidad de reacción como primer mandamiento. “Hacemos vida en la base y en 15 minutos estamos en condiciones de salir cuando recibimos una llamada de alerta como la que emitió el Gobierno de La Rioja en la noche del domingo”, explica el capitán García.

Recursos de emergencias trabajan en el incendio de Yerga | Foto: Daniel Ortiz.

Un cuarto de hora bastó para que el 4º Batallón, radicado en Zaragoza, emprendiera la marcha hacia Grávalos, adonde llegó en torno a las doce y media de la noche con 36 efectivos y un amplio despliegue de medios (seis autobombas, un camión nodriza, una excavadora ‘D5’, un ‘bulldozer’ y una furgoneta frigorífica para el avituallamiento entre ellos), auxiliados por un equipo de Policía Militar, otro de mecánicos y una ambulancia del Ejército en servicio preventivo.

El capitán Marcos García López (centro), junto a otros efectivos de la UME. | Foto: Daniel Ortiz.

El valor del trabajo en equipo

Su meta es la de complementar, nunca suplantar a los medios locales: “Por suerte, la Comunidad Autónoma de La RIoja tiene unos grandes profesionales que dirigen estos dispositivos muy bien; me han hecho la labor muy llevadera porque llegué con un trabajo muy definido y hemos podido llevarlo a cabo de forma muy rápida”, explica el capitán al mando de la UME, quien destaca que “la profesionalidad del personal de los técnicos forestales de la Comunidad Autónoma facilita mucho la labor”. A este respecto, García López subraya que “entramos al incendio en noche cerrada y entrar a ciegas hubiera sido inviable. Por suerte, unos Agentes Forestales nos estaban esperando y nos guiaron a nuestra zona de trabajo, facilitándonos muchísimo la labor”.

El capitán de la UME, Marcos García López, en el Puesto de Mando Avanzado junto al coordinador de los Bomberos Forestales. | Foto: Daniel Ortiz.

La ambulancia comandada por el capitán enfermero Antonio Estévez es otro de los espacios donde el descanso no es una opción hasta que el puesto de mando dé por extinguido el fuego. Por suerte, en el incendio de Yerga no ha sido necesario atender a ningún herido, pero “somos un elemento más y ofrecemos cobertura a lo que se necesite”.

Recursos de emergencias trabajan en el incendio de Yerga | Foto: Daniel Ortiz.

El objetivo, al igual que ha ocurrido en su estancia en La Rioja, es que su presencia sea siempre testimonial, si bien el equipamiento de la ambulancia varía en función de las características de la emergencia a solventar: “Cuando venimos a incendios llevamos unas mantas específicas para control de grandes quemados y nuestro uniforme también cambia”. “Vamos bastante abrigados (el sol cae a plomo sobre el puesto de mando), pero cuando hay que acercarse al fuego se agradece”, bromea el capitán enfermero.

El capitán enfermero Antonio Estévez, junto a la ambulancia de la UME. | Foto: Daniel Ortiz.

Plantar cara al fuego y al virus

“Cada intervención es un mundo y siempre tenemos un respeto máximo ante lo que nos podamos encontrar”, sentencia el cabo primero Monje, uno de los miembros de la Policía Militar desplegados en Grávalos. Y todavía se le hace un pequeño nudo en la garganta al recordar la última vez que vino a La Rioja. Fue en el marco de la Operación Balmis, la avanzadilla militar para desinfectar residencias de ancianos y espacios públicos durante la primera ola de la pandemia por coronavirus. “Nunca hay miedo, pero sí muchísimo respeto, y en aquel momento mucho más porque nos enfrentábamos a algo desconocido y que no podías ver a simple vista”, explica.

La misión de la Policía Militar en un operativo antiincendios consiste en “dar seguridad a los componentes de intervención: salimos con el convoy desde la base y hacemos que llegue hasta la zona de emergencia con plenas garantías”. Con las llamas frente a frente, “iniciamos un reconocimiento de la zona de intervención y apoyamos al mando en todo lo que puedan necesitar”.

La vista aérea del incendio

A más de 200 kilómetros del Puesto de Mando Avanzado de Grávalos, el capitán del Ejército de Tierra Luis Sánchez García recibió una llamada que le encomendaba la misión de recopilar desde el aire información que hiciese más efectiva la lucha cuerpo a cuerpo contra el incendio.

El capitán Luis Sánchez García, ante uno de los helicópteros que sobrevuelan el incendio. | Foto: Daniel Ortiz.

“Tardamos como una hora en llegar desde que recibimos el aviso”, explica el oficial del batallón de helicópteros de emergencias del Ejército, detallando que en Grávalos “realizamos continuos vuelos de reconocimiento para obtener información como el perímetro de la superficie afectada o la posible actividad de los focos”. La adrenalina está en permamente agitación y la incertidumbre es rutina en la base de esta unidad: “Podemos ser requeridos en La Coruña, en Andalucía o en La Rioja y tenemos dos horas como máximo para estar en el aire. Desde que nos activan ya sabemos la misión a la que nos vamos a enfrentar y actuamos siempre en función de lo que nos requiera el puesto de mando”.

Cada uno con su misión precisa, los militares desplegados sobre el cuadrado que delimitan Grávalos, Autol, Quel y Villarroya han contribuido de forma directa en ganarle el pulso a las llamaradas. Siempre en comunión con el resto de cuerpos civiles, con los que comparten una vocación de servicio que siempre es más fuerte que cualquiera de las vicisitudes que encuentran en su día a día.

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