Toros

La corrida del siglo… ¡se celebró en Logroño!

Corría el año 1942 y España no terminaba de desperezarse de una posguerra que, como es lógico, también marcó el devenir de la fiesta de los toros. La carestía reinante hizo que los piensos destinados al ganado bravo menguaran y, por consiguiente, también el número y la presencia de los animales. Y el público, hastiado de tanta penuria y dolor, buscaba diversión en torno al festejo taurino.

Tres corridas de toros, una novillada y un festival daban forma al cartel taurino de las ferias y fiestas de San Mateo de aquel año. Cuatro toreros se agolpaban en la función que se anunciaba para el 23 de septiembre: ‘Manolete’, Pepe Luis Vázquez, Antoñito Bienvenida, que sería sustituido por ‘El Andaluz’ y ‘Morenito de Talavera’. Seis toros llevarían el hierro de don Atanasio Fernández y dos el de don Manuel González (antes Contreras). Angel Luis Bienvenida, aún de novillero, Domingo Ortega, ‘El Estudiante’ o Pepe Bienvenida se repartían los otros puestos de la feria para lidiar toros de ‘Saltillo’ y Pablo Romero.

La hora del comienzo de los festejos se fijaba a las cinco y cuarto de la tarde y los precios de las entradas oscilaban entre las 15 pesetas de la grada o el tendido alto de sol y las 66 pesetas de la barrera de sombra.

Domingo Ortega y Pepe Bienvenida, que habían cortado hasta una pata, triunfaron el día grande de las fiestas. Al día siguiente, ‘El Estudiante’ cortó orejas y Pepe Luis Vázquez también un rabo. Pero la apoteosis festiva y artística se reservó para sí la tarde del miércoles 23 de septiembre de 1942: 14 orejas, 6 rabos y otras tantas patas pasearon entre el delirio del respetable ‘Manolete’, Pepe Luis Vázquez, Antoñito Bienvenida y ‘Morenito de Talavera’.

¡14 orejas, 6 rabos y 6 patas! Parece un resultado de leyenda, de ciencia ficción poco menos. ¿Cómo pudo suceder aquello? ¿Tan bien se toreó aquella tarde en ‘La Manzanera’? A tenor de cómo lo contó la prensa del momento, parece que sí.

De la hemeroteca consultada, el diario deportivo ‘Gol’ es el más escueto y nos sirve para completar la reseña del festejo: 6 toros de Atanasio Fernández muy bravos y dos de Manuel González, tercero y cuarto, que cumplieron bien.

‘Manolete’: dos orejas y rabo y dos orejas, rabo y pata.

Pepe Luis Vázquez: silencio y dos orejas, rabo y dos patas.

‘El Andaluz’: dos orejas y dos orejas, rabo y pata.

‘Morenito de Talavera’: dos orejas, rabo y pata en cada uno de sus toros.

Al finalizar la lidia del sexto, el público obligó a dar la vuelta al ruedo a los cuatro matadores y al mayoral de Atanasio Fernández.

La edición madrileña de ABC tampoco es que se explaye mucho más en la crónica que publicó al día siguiente, pero añade que ‘Manolete’ recibió a su primero con cuatro verónicas superiores, que Pepe Luis no ligó la faena al segundo, que ‘Andaluz’ comenzó la faena al tercero de rodillas por ‘orteguinas’ o resalta la valentía de la faena de ‘Morenito de Talavera’ al cuarto.

Según este mismo diario, ‘Manolete’ recibió al quinto con verónicas escalofriantes y resalta la suavidad de la faena de muleta en el centro del ruedo. Pinturero, artista y valeroso estuvo Pepe Luis en el sexto. Toda clase de pases interpretó ‘Andaluz’ en el séptimo y cerró plaza ‘Morenito de Talavera’, que se lució en banderillas como preludio a una faena valentísima con molinetes y derechazos.

Miguel González Carrere, ‘Migueliyo’, cubría por aquel entonces la información taurina en ‘Nueva Rioja’. Su relato de la grandiosa tarde comienza así: ‘¡¡Qué corrida!! ¡¡Qué magnífica corrida!! (…) Dicen que son pesadas las corridas de ocho toros. Hablar por no callar. De ocho toros era la de ayer y a ver si hay algún espectador – y eso que el lleno fue rebosante – que diga que le pesó la labor de los cuatro matadores, la pelea de los toros en cualquiera de los caballos…

En la plaza había aficionados de todas partes. Aficionados que recorren las más importantes ferias y que suman al final de temporada un crecido número de corridas presenciadas. (…) La mejor (corrida) del norte, decían. La mejor del año, la mejor durante muchas temporadas, agregamos nosotros, y no tememos equivocarnos porque va a ser imposible superar estas catorce orejas, seis rabos y seis patas’.

Prosigue ‘Migueliyo’ que, ‘al arrastre del cuarto toro dobló las cuartillas y dedicó toda la atención a saborear las exquisiteces que se iban desarrollando en el redondel. En aquellos momentos teníamos ya titulada la corrida: ‘Un maestro (‘Manolete’), un alumno aventajado (‘Morenito de Talavera’) y dos oyentes’. (…) sin embargo, iba a ser en los cuatro toros restantes cuando el entusiasmo había de desbordarse y las ovaciones ser atronadoras y no dejar de sonar los sones de la música e hincharse las manos y enronquecer las gargantas, porque cada vez los olés eran más fuertes y las aclamaciones más resonantes’.

‘‘Manolete’, el de la cara seria y el gesto triste, se mantuvo en sus dos toros con una tan desacostumbrada sonrisa, que hizo a los fotógrafos agotar las placas para recoger la rara expresión del semblante del cordobés. (…) Igual que su semblante fue la labor de ‘Manolete’. Seria y alegre. Seriedad hubo en el clasicismo de su toreo. Alegre en las concepciones de su genio torero: Córdoba y Sevilla enlazadas en el capotillo y la muleta de este diestro excepcional y maestro indiscutible. Como maestro, trazó unos lances suaves, mandones, lentos, plenos de quietud y gallardía y dibujó unas faenas toreras, repletas de solera y tecnicismo’.

‘Migueliyo’ describe así la actuación de Pepe Luis en el sexto: ‘El fenómeno sevillano tiró de repertorio, destapó el frasco de su esencia torera, y esparció aromas tan torerísimos que deleitaban y embriagaban. La superiorísima faena, variada, alegre y torero, estuvo tan sobrada de arte como de valentía y matizada de adornos y pinturerías, sin que faltaran las tocaduras del pitón, tan fáciles al aplauso y al entusiasmo. (…)

Fue entonces cuando desistimos de titular la corrida de la forma que hemos indicado. Lo de ‘un maestro’ no cabía. Había que poner, pasa ser exactos ‘dos maestros’. Pepe Luis se había acreditado como tal’.

‘Andaluz’ consiguió quitarse la espinita de las malas actuaciones previas a ésta en Logroño. ‘Lo consiguió por completo. Puso a su contribución para ello ese toreo serio que, por ser torero de verdad, le ha llevado a los primeros puestos de la torería y, dejándose pasar todo el toro por la pechera dio en cuanto salió su primero unos lances colosales’.

El último par de banderillas de ‘Morenito’ debió ser al cambio y la faena, imponente de valor y sobrada de arte. ‘En los medios, solo con el toro, muleteó por alto al natural, con molinetes escalofriantes, sobre todo, dos de rodillas…’

Ya saben, la tauromaquia, parte imborrable de nuestro patrimonio histórico y cultural. Un legado digno de conservar y más aún de recordar y recuperar.

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