El Rioja

El futuro del viñador: “Producir y elaborar para defender su terruño”

Arturo de Miguel, de Bodegas Artuke

Un futuro viñador ha de buscar el porvenir de su tierra más allá de su explotación. Ha de preservar la pureza que hace de esa zona una única. Ha de inspirar a sus herederos del ‘terroir’ en la filosofía de la identidad y valor de un paisaje. Un futuro viñador se define a sí mismo como un profesional “honesto” con el medio ambiente, que apuesta por el trabajo en equipo para avanzar hacia una viticultura “apegada a su paisaje y a sus gentes”.

Y de la teoría, a la práctica. Diversas reuniones de productores durante varios años desembocaron en la creación de la Asociación Futuro Viñador, donde 16 miembros fundadores abanderan un pensamiento terruñista bajo una visión humana que pretende proteger los viñedos tradicionales del país defendiendo esa viticultura familiar. Y en Rioja, cómo no, tenía que haber una representación.

Bodegas Artuke, junto con dos firmas más dentro de la Denominación, aporta su granito de arena en esta labor conjunta donde patrimonio, diversidad y paisaje se funden en uno para revalorizar el esfuerzo que esconde la viticultura artesana de la que podrán beneficiarse las futuras generaciones. “Se trata de compartir unos con otros lo que conocemos por viticultor artesano para apoyarnos en un trabajo que hacemos con rigor y que está justificado”, remarca Arturo de Miguel.

Este ingeniero agrónomo defiende un concepto de futuro viñador que pasa por sumar al papel de viticultor el de vinificador: “Creo que este año muchos viticultores se deberían haber planteado elaborar su propio vino viendo los precios que iban a percibir por sus uvas. Mis padres comenzaron así y pasaron de vender a granel a embotellar su vino en 1991, hartos de trabajar y ganar poco. Ese fue el engendro de Artuke”.

Arturo confía en que en diez años el número de pequeñas bodegas bajo la DOCa Rioja sea mayor, “pero siendo realistas la excesiva burocracia provoca que la tendencia vaya a la baja”. Sin embargo, recalca: “Creo que no debemos dejar que esta región tan buena se pierda. Ahora estamos en un momento muy excitante de pequeños productores formados que están saliendo al mercado y haciendo muy bien las cosas. No hay camino malo, quien quiera industrializar el proceso, perfecto, pero no hay que cerrar la puerta al resto. Además, contamos con el privilegio de que todavía gran parte del viñedo sigue en manos de pequeños viticultores”.

Con sus 29 hectáreas de viñedo y una producción que ronda las 150.000 botellas anuales, este viñador hace una interesante reflexión: “Probablemente, los 100 o 150 locos que estamos por ahí practicando una viticultura artesana en Rioja suponemos aproximadamente el cinco por ciento de la producción total que sale bajo esta Denominación, pero a su vez suponemos el 75 por ciento de las palabras que se escriben sobre la región y sus productores. Porque la mejor forma de poner en valor este patrimonio vitícola es vender tu propio vino; producir y elaborar para defender la conservación del terruño”.

Una vez más, Bodegas Artuke repite puesto en el podium de productores dentro del Reportaje Especial que el Master of Wine británico dedica a Rioja cada año, pero Arturo prefiere no caer en la sobrevaloración de estos reconocimientos: “Personalmente, no es algo que me guste remarcar de cara al cliente porque quien te compran por tus títulos también te deja de comprar por ello. Nosotros tenemos toda nuestra explotación certificada en ecológico, pero se trata de sumar positivos en la forma de entender la viticultura, apostando por prácticas culturales respetuosas, y preguntarse cuánto quieres invertir en hacer bien las cosas”.

Lejos de la clasificación tradicional de Rioja bajo los Crianza, Reserva o Gran Reserva, las botellas de Bodegas Artuke llevan la etiqueta de genérica desde hace casi una década. “Entre el 2009 y 2011 realizamos un estudio de toda la superficie de viñedo propia para otorgar una nota a cada parcela. A partir de ahí, establecimos una jerarquía cualitativa y comenzamos a elaborar por separado para diferenciar entre los viñedos que reflejaban una misma calidad y perfil, que pasarían a ser Artuke y Pies Negros, y aquellos que tenían un nivel cualitativo superior y que mostraban un estilo de fruta diferente, que pasarían a formar parte de la gama de vinos de parcela”.

Unos vinos que se sitúan ahora en el estante más especial de la firma familiar. Arturo recorre las cepas de tempranillo y graciano injertado con selección masal en una terraza a 550 metros de altitud en Baños de Ebro mientras perfecciona algunos de los pámpanos que se han quedado sin despuntar para evitar que el viento los tire. Es la Finca Los Locos, en honor a su abuelo porque allá por los años 50 decidió comprar tres hectáreas de una tierra poco productiva para plantar viña, una locura para los vecinos de la localidad. El Escolladero, en Ábalos; La Condenada, en Baños, y Paso Las Mañas, en Samaniego son las otras marcas que Artuke pone en lo más alto.

Fronteras geográficas, no políticas

En territorio alavés pero bajo el sello de Rioja, Arturo no se posiciona “ni a favor ni en contra” de la nueva Denominación de Origen ‘Viñedos de Álava’ que desde ABRA pretenden impulsar y se aleja de esas fronteras políticas: “Prefiero hablar de límites geográficos. No creo que por ser de Álava o de La Rioja mis viñas sean mejores. Mi criterio en este caso se rige por el factor tierra porque, ¿qué se parece más a Baños de Ebro, Oyón o San Vicente de la Sonsierra?”.

Asegura que se mantendrá en la DOCa Rioja y apuesta por un prisma más técnico donde se trabaje por el territorio para avanzar, “primando una categorización de cada parcela, con un mapeo de suelos, y hablando las cosas con sensatez lejos del discurso de turno del ‘yo me quiero marchar'”.

En este sentido, Arturo defiende la figura de los pequeños productores: “Tenemos la oportunidad de poner en valor los pueblos y lugares que consideramos buenos a base de hacer vinos de esas zonas. Creo que así ganarían tanto los grandes como los pequeños. A partir de ahí será el mercado, el propio consumidor, quien decida en qué posición de de la pirámide de valor se coloca ese vino porque está claro que las diferentes administraciones no se van a poner de acuerdo”.

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