TRIBUNA

De la Superliga y los territorios (o lo que el fútbol nos enseña de nuestra realidad)

Parece que ha pasado una eternidad, pero sólo han sido unas pocas semanas. En un contexto como el de la pandemia del COVID-19, varios de los equipos más poderosos de las grandes ligas europeas lanzaron un órdago. La Superliga era su proyecto y ya sabemos qué ocurrió. Un movimiento de reacción contrario que acabó con el mismo en unos pocos días, a través del llamamiento a las esencias y los valores de un deporte como el fútbol, entre otros factores.

Ah, el fútbol, otra vez como metáfora. En realidad, todo es mucho más complejo y más sencillo a la vez. El fútbol es uno de los últimos reductos simbólicos en la posmodernidad de ciertos valores que han ido quedando reducidos. Tiene un sentido identitario y de cohesión. Se mantienen algunos códigos, o su representación, a pesar de la mercantilización de las dos últimas décadas. Nos engañamos y, cuando se saltan los mismos como era la Superliga, se da esa reacción señalada. Pero, por otra parte, no deja de ser un enfrentamiento de élites, como señaló Esteban Hernández en El Confidencial. ¿Error de cálculo?, ¿jugada anticipada?, ¿testar la situación?, ¿un paso atrás para dar dos adelante? El tiempo dirá.

La Superliga, dentro de un contexto como es el del fútbol, nos guste o no nos guste, funciona como una metáfora de nuestro tiempo. Y es que las élites, los grandes equipos, inician una escapada hacia adelante dejando en el camino al resto. Esto está ocurriendo tanto en la estructura social como en la territorial. Es un proceso acumulativo y generalizado. La dinámica puede ser más o menos intensa, pero es lo que estamos viviendo en los últimos tiempos, acelerándose desde la crisis de 2008. La Globalización contribuyó decisivamente a este proceso, ya desde los optimistas noventa del siglo XX.

En el ámbito territorial, las protagonistas son las grandes urbes y metrópolis. Por eso mismo, no es de extrañar que Londres no se sienta identificada con el resto de Inglaterra, por poner un ejemplo. En España, la deriva es general con algunas salvedades que complejizan la situación. Por un lado, una configuración territorial basada en un centralismo muy institucionalizado, combinada con una dificultosa construcción de la identidad nacional. Por otro lado, un intenso éxodo rural que ha dado lugar a un desequilibrio territorial que ha afectado más a las regiones del interior peninsular. Sin embargo, ese medio rural ha conseguido triunfar desde la perspectiva simbólica, aunque todavía no se ha logrado revertir su situación.

Entremedio, unas ciudades medias y pequeñas, unas regiones periféricas y territorios intermedios en los que también está ese medio rural. Zonas que han vivido diferentes escenarios, desde las construcciones provinciales y autonómicas, hasta la modernización de los noventa del siglo XX en adelante, pasando por esa estigmatización como lugares más conservadores y “provincianos”.

Por las dinámicas de los territorios, por las últimas décadas, esas localidades serían como nuestras clases medias. Iban creciendo, adquiriendo signos de estatus, logrando modernizarse. Se volvían turísticas y tenían sus palacios de congresos, grandes infraestructuras y festivales de rock y pop. Todas querían ser Bilbao, el paradigma del progreso y transformación urbana. A la vez, se cerraban fábricas y empresas, mientras que el sector primario también sufría sus importantes cambios. Cuando se quisieron dar cuenta, como las clases medias, habían empezado un camino hacia atrás.

De acuerdo, en no pocas ocasiones no era de forma directa, no era tan explícito, pero los indicadores estaban ahí: población estancada o en retroceso, envejecimiento, migraciones de jóvenes, descenso del nivel de vida… Y otros indicadores más subjetivos que se podían observar en el día a día. El polígono que veía perder sus empresas, o las que nunca se llegaban a instalar. La tienda del barrio que cerraba. El nuevo negocio que duraba unos pocos meses. El estudiante que no volvía a su ciudad de origen, aunque quisiera, porque su trabajo estaba en la gran ciudad. Otra vez. Nos contaron que con internet no importaba el lugar, pero no es verdad, cuenta más que nunca. Nos vendieron lo ‘smart’, lo ‘slow’, lo ‘green’, y sonaba bien, y lo compramos. Pero, si no tienen contenido y una base, están vacíos. Por eso Bilbao salió hacia adelante, tenía bases.

No, no es así, podrá decir mucha gente. Obviamente. No, no es así. Logroño y La Rioja no son así. No estamos en esa situación. Somos una región rica. Tenemos una buena calidad de vida. No, no es así. Hay mucha gente que estamos bien, ¿verdad? Sí. Es cierto. Pero el tablero está mutando y nos hemos quedado con las mismas fichas que antes. Nos cambiaron el tablero del parchís por el del ajedrez y nos dejaron las fichas del primero. Ahora, cuando estábamos cogiendo las del segundo, estamos en el Fortnite, pero con las fichas del ajedrez.

Somos territorios intermedios, somos regiones periféricas en un nuevo escenario. Esto va de cohesión territorial y social. Esto va de querer poder desarrollar proyectos de vida en situaciones de equidad e igualdad. Esto no va de querer ser Madrid, no; ni tampoco de ir contra Madrid, tampoco. Esto va de ser conscientes de dónde venimos, de hacer autocrítica, de tener claros nuestros puntos fuertes y nuestros puntos débiles. De no hacernos trampas al solitario y de evitar ser autocomplacientes y acomodaticios. De no crear discursos y relatos victimistas que no ayudan. De construir un proyecto de región en el que se sea consciente de este escenario. No estamos solos. Hay más regiones como nosotros. No tenemos que entrar en competiciones absurdas, y mucho menos internamente. Y esto último nos cuesta mucho hacerlo, no aprendemos.

La Superliga no será, de momento. Pero, lo que está siendo es el desequilibrio territorial y la configuración de unas estructuras con las clases medias de las regiones y de las ciudades con grave riesgo de estancamiento, cuando no de retroceso. Pero, hay tiempo, podemos adaptar nuestra táctica y nuestro planteamiento, podemos aprender. Hace casi cuatro décadas, La Rioja vivió su gran punto de inflexión con la constitución de la Comunidad Autónoma de La Rioja en 1982, todo un hito. Cuatro décadas después, estamos ante otro punto de inflexión, solo que ahora estamos jugando el partido de Copa del Rey contra un rival de Champions League. Pero, el Alcorcón también ganó al Real Madrid.

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