El Rioja

Rioja pierde 53 bodegas y unos 3.000 viticultores en los últimos diez años

La Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja ha perdido 53 bodegas y casi 3.000 viticultores durante los últimos diez años. Unos datos que denuncian desde Bodegas Familiares de Rioja por “una política basada más en la producción de cantidad en lugar de calidad, las complicaciones burocráticas y la falta de apoyo institucional para el modelo de negocio familiar”.

Rioja ha pasado de contar con 526 bodegas con actividad comercial en el 2011 a 473 en la actualidad (más del 10 por ciento de bajas), de la misma forma que el número de titulares de viñedo se ha reducido de 17.296 a 14.455 (más del 16 por ciento), según datos oficiales del Consejo Regulador. De las 473 bodegas activas en el mercado el año pasado, 27 de ellas son cooperativas.

Además, en estas estadísticas tampoco se reflejan los efectos de la pandemia, ya que el primer trimestre fue de actividad normal, por lo que hasta el próximo año no se incluirán datos de las bajas de 2020, que podría dejar un número importante de cierres adicionales.

Eduardo Hernáiz, recientemente reelegido presidente de la asociación, explica que “los datos de bodegas y viticultores están ahí: hemos perdido más de un 10 por ciento de las bodegas, todas o casi todas familiares, en la última década y han desaparecido también casi 3.000 titulares de viñedo, el 16 por ciento de los que había, lo que pone de manifiesto que el modelo que seguimos no funciona”.

“Un dato, este último, que todavía es más dramático, puesto que realmente son unos pocos miles de viticultores los que continúan en activo con cartillas agrupadas por explotación, pero todavía a nombre de familiares que ya no se dedican a la viticultura”, añade.

En este sentido, el presidente de Bodegas Familiares cuestiona las decisiones que se están tomando en Rioja, “donde continúan primando más un modelo de cantidad que de calidad”, y denuncia asimismo las “importantísimas y crecientes trabas y complicaciones burocráticas que animan a cerrar la persiana, así como la pérdida de rentabilidad por hectárea y botella”.

“En este sistema únicamente se sobrevive creciendo en hectáreas o en volumen de producción, con el control de grandes compañías y multinacionales para las que Rioja es sólo una parte de su negocio y que, ante la ceguera de las instituciones, hace mucho daño a quienes apostamos por esta tierra y a quienes invertimos aquí nuestro patrimonio en exclusiva”, señala.

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