Cuatro socios; cuatro amantes del vino; cuatro profesionales del sector; cuatro apasionados por la viticultura y lo que es más importante, por las relaciones humanas. Los hermanos Amurrio Barroeta, Luis López González e Ignacio Uruñuela de la Rica llevan años trabajando en su bodega de Labastida, Finca de la Rica, y ahora, con el cambio de rumbo que ha provocado la pandemia se han lanzado a la aventura comercial a través de la tienda de la Rica en Avenida Portugal.
“Toda nuestra comercialización estaba enfocada en el canal de la hostelería y a raíz de la crisis, no nos quedó más remedio que experimentar e intentar buscar nuevas vías de facturación”, explica Ignacio. El segmento del canal del particular ya rondaba en sus cabezas, pero nunca habían dado el paso y “como momentos de crisis son momentos de oportunidades, aprovechamos la regulación de los alquileres y nos lanzamos a esta nueva aventura”. Una iniciativa que abarca hasta trescientas referencias de vino, no solo de la Denominación de Origen Calificada Rioja, “en la que se fundamenta por supuesto el negocio”, sino nombres nacionales e internacionales.
El punto de partida de esta vinoteca se desarrolla en torno a la nueva categorización que el Consejo Regulador ha implementado a raíz de la cosecha 2017: Vinos de Municipio y Viñedos Singulares. “Tenemos una gran oferta de este tipo porque creemos firmemente en este modelo. Con casi cien años a sus espaldas, el Consejo nunca había legislado más allá de las famosas contraetiquetas joven, crianza, reserva y gran reserva, con lo que al consumidor solo le llegaba la información del tiempo de estancia del vino en la barrica o en la botella”.
Uruñuela defiende que esta legislación “siempre nos ha parecido algo coja, ya que no se habla de procedencia, parcelas o zonas, y para muchos, La Rioja puede ser indivisible, puedes ser mezcla de variedades, incluso de climatologías, pero ha llegado el momento de definirse y dar al consumidor la oportunidad de tomarse un vino de Haro, Ollauri, Alfaro, Labastida, Entrena…”. Mismo caso para los Viñedos Singulares. “Es un tema más restrictivo y no solo te habla de pueblos, sino de fincas concretas”. Para estos socios, la nueva legislación es un paso al frente para los pequeños viticultores.
Nuevos hábitos de consumo
La Rioja quiere bar, quiere barra, pero una cosa no quita a la otra y “puede que a partir de la pandemia, la gente consuma más vino en casa”. Un aspecto que las bodegas “no nos habíamos planteado. No había más mundo fuera del canal de comercialización de la hostelería y la alimentación tradicional”. El confinamiento dio paso a la proliferación de la venta en internet, pero, “creo que para tener una tienda ‘online’ potente hay que tener primero una tienda física potente”.
Aun con todo, tienda de la Rica no deja de lado a “nuestros hosteleros” y continúa confeccionando cartas, asesorando a los hosteleros… “Son compatibles ambos sectores y de verdad, estamos deseando que las cosas mejoren para que la hostelería vuelva a retomar su rumbo”.
Otra idea que estos bodegueros querían ofrecer en su negocio era el universo de las catas, pero “el Ayuntamiento de Logroño tiene una normativa muy restrictiva en este sentido y para que nos concedieran la licencia de actividad hemos tenido que renunciar a ellas. Nos encantaría, pero este tema está muy controlado y para llevar a cabo una cata hay que presentar un proyecto de bar, algo totalmente entendible”. Lo que sí habrá son pequeñas degustaciones para que los clientes sepan lo que van a comprar.
La tienda se estrena para todo aquel que quiera descubrir nuevos vinos y, por supuesto, “para todos los elaboradores riojanos que quieran defender el producto de su pueblo a muerte”. Ignacio defiende que el mundo de los vinos de municipio es “muy sacrificado, pero muy bonito. Te tiene que mover la pasión y con el paso de las generaciones acabas construyendo algo importante. Esta normativa comienza ahora pero, comercialmente, tendrá éxito con el paso de las generaciones, al igual que los Viñedos Singulares”.
