En constante evolución. Así se halla la agricultura y su desarrollo en lo que a innovación tecnológica se refiere. La optimización en la gestión de las explotaciones es el fin último y, en este sentido, la agricultura de precisión busca trabajar con el factor suelo para adaptar las prácticas a la variabilidad de los diferentes terrenos dentro de una misma parcela.
«Antes, a la hora de echar un fertilizante, se establecía una dosis media y se aplicaba la misma cantidad de producto sobre la finca. Ahora, con las herramientas de GPS se puede estudiar la composición y fertilidad de los suelos de esa parcela mediante un mapa de conectividad eléctrica para trabajar ante dichas diferencias y hacer un uso efectivo de los tratamientos», señala el técnico de agricultura de precisión de la empresa JMAP, Julio Martín.
Todo esto lo desarrolla durante esta semana en la sede de ARAG-ASAJA en Casalarreina en un nuevo curso que se suma al ya ofrecido el pasado mes en Tricio. Un curso que se recoge en el Plan de Formación 2020/2021 y que está financiado con fondos FEADER. Una veintena de profesionales asisten con atención a estas nuevas técnicas que irrumpen con determinación en el sector agrícola más vanguardista y que «saben que serán beneficiosas tanto para sus explotaciones como para sus bolsillos».
Y eso es uno de los principales motivos que acapara el interés de los agricultores, «principalmente jóvenes, porque están más familiarizados con las nuevas tecnologías», puntualiza Martín. Primero porque permite hacer una gestión más responsable del uso de insumos agrícolas y por tanto reducir costes, a la vez que se preserva un cuidado del medio ambiente.
Objetivos todos ellos que cumplen con la nueva normativa sostenible de la PAC y las limitaciones fijadas en el uso de tratamientos químicos. Esta tecnología ya está en el mercado pero sobre ella todavía pesa una carencia importante que se focaliza en la formación respecto al uso de sus herramientas.
«Entre las herramientas más empleadas por los agricultores están los guiados o autoguiados, unos monitores implantados en los tractores que permiten evitar remontes o solapamientos a la hora de abonar o sembrar porque conduce a la máquina en línea recta sin que el hombre tenga que hacer nada. Esto también permite un mayor descanso para este a la vez que permite realizar las labores agrícolas de noche», señala el técnico.
Lo que no tiene tanta presencia en el campo, añade, «es concretamente ese uso de sistemas GPS poder hacer una siembra o fertilización a dosis variable partiendo de un estudio de la parcela que marque los diferentes potenciales productivos del suelo y creando un mapa de suelo con imágenes de satélite para ir aplicando la dosis adecuada en función d eparámetros como la textura, el drenaje o incluso el ph del suelo».
Aunque Martín reconoce que adquirir este tipo de maquinaria de última generación también supone un desembolso importante, incide en que son muchos los agricultores que cuentan con una maquinaria agrícola moderna donde se incluyen estas nuevas tecnologías pero que no saben sacarle el máximo rendimiento: «Lo que necesitan es un apoyo y formación en estas tecnologías para que puedan evaluar si es interesante su aplicación en sus explotaciones».
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