Crisis del Coronavirus

El encierro de un riojano al volver a China: “Las medidas son súper estrictas”

“Es alucinante, las medidas son súper estrictas y lo tienen todo súper controlado”. Es la primera impresión que comparte el riojano David Ruiz Atiega, que acaba de iniciar dos semanas de severo confinamiento en su habitación de un hotel de Xi’an, en el corazón de China.

Formado en las categorías inferiores del Zaragoza y el Alavés, y tras defender las porterías de equipos como el Varea, el Alfaro, el Logroñés CF o el Castelldefels, donde se retiró, hace una década decidió que quería seguir vinculado al fútbol y dirigió su carrera hacia la preparación de porteros. Trabajaba en Cataluña cuando una agencia de representantes le presentó una oferta para probar fortuna en el fútbol chino. Fue en 2018 y, desde entonces, sigue vinculado al deporte rey en el gigante asiático.

En diciembre le llegó la propuesta que ahora le mantiene enclaustrado en una cómoda habitación de hotel: “Me llamó el Shijiazhuang de la Superliga china (la máxima categoría nacional), pero en enero tuve que regresar por motivos familiares y ya no pude volver a China, porque habían cerrado las fronteras”.

Para entonces, el mundo ya había cambiado por efecto del coronavirus. China era el gran foco mundial de una pandemia que ahora sitúa a España como gran zona de riesgo a los ojos del resto del planeta. En su regreso, David Ruiz Atiega se ha topado con un país obsesionado con poner coto al virus y que así lo demuestra con la contundencia de sus medidas para alejarlo de sus fronteras.

Test, EPI y cuarentenas severas

“Para obtener el visado necesitas rellenar un cuestionario en la embajada, aunque yo tengo permiso de residencia y, por eso, lo que me pedían era hacerme una PCR y un test serológico 48 horas antes de viajar. Al enviar el resultado de los test, la embajada nos enviaba un código QR para presentárselo a la aerolínea y poder volar”, relata.

Pero es al embarcar en el avión cuando la batalla contra el virus se hace visible a ojos de los pasajeros: “En cuanto embarcas, lo primero que ves es al personal de Air China totalmente protegido con EPI: gafas, mascarillas, guantes…”. Antes de poner un pie en la aeronave “nos tomaron la temperatura y nos dieron toallitas para entrar ‘limpios’ al avión”. “Ya en el aire, durante las once horas de vuelo nos volvieron a medir la temperatura dos veces más y al llegar a Xi’an nos hicieron rellenar varios cuestionarios y presentar de nuevo los test negativos, antes de bajarnos del avión en grupos de 30 o 40 personas y hacernos dos test: uno nasal y otro bucal”, explica.

Desinfección del equipaje a la llegada a China.

Comprobado y recomprobado que estaba libre de COVID-19, el entrenador riojano ya podía acudir al que será su único destino en China durante las próximas dos semanas. “En el hotel las recepcionistas nos hicieron el ‘check-in’ equipadas siempre con EPI y nos trasladaron a la habitación, de la que no podemos salir durante 14 días”. Su rutina durante ese periodo es simple: tres comidas al día (el personal del hotel se las deja en la puerta de la habitación, además de tomarle la temperatura cada 12 horas), “hago algo de ejercicio, perfecciono mi dominio del chino y adelanto el trabajo del equipo”. Poco más puede hacer. “Por la noche reservo algo de tiempo para el ocio: veo alguna serie y hablo con la familia vía WhatsApp o vía WeChat (el equivalente chino) cuando la comunicación lo permite, porque internet está ‘capado'”, añade.

Cuando pasen esas dos semanas, le aguardarán otros siete días de encierro en su provincia de destino, ya que eludir las medidas sanitarias no es una opción en territorio chino. “A diferencia de España, aquí las cuarentenas son mucho más estrictas: en todos los edificios hay personal de seguridad, que es el que controla quién entra y quién sale. China ha sabido gestionar muy bien la epidemia: se encerraron herméticamente y no dejaron que entrara nadie hasta que no dejaran de registrarse contagios en el país”, subraya David Ruiz Atiega.

Confinamiento militar con buenas maneras

Eso sí, pese a la marcialidad de las medidas, el trato al extranjero es siempre exquisito, aun viniendo de una de las zonas más castigadas por la pandemia a nivel mundial: “Nos han tratado con un respeto y una cordialidad excepcional, pese a que ahora somos nosotros los que llegamos de una zona de riesgo. El personal siempre trata de ayudarte, son simpatiquísimos y el trato ha sido exquisito”, recalca el entrenador riojano.

Control de pasajeros en el aeropuerto de Xi’an.

Y aunque todavía debe esperar tres semanas hasta asegurar que no ha introducido el virus en el país asiático, el horizante no es otro que un panorama ‘libre de COVID’: “Una vez que finalicemos la cuarentena, en la calle no es necesaria la mascarilla porque está todo muy controlado. Hay vida normal, no existen restricciones sociales”, concluye Ruiz Atiega, que es ahora quien se preocupa por la evolución epidemiológica de su tierra natal, ya que “es allí donde está ahora la cosa fea”.

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