Crisis del Coronavirus

El nuevo perfil de los necesitados: familias jóvenes sin problemas previos

La pandemia ha vuelto a dejar de manifiesto la importancia de la entidades sociales en momentos de crisis como este. El espíritu colaborativo de las instituciones se ha convertido en soporte directo para muchas familias que, por desgracia, nunca imaginaron verse en una situación de exclusión o necesidad.

Organismos como Cáritas o la Cocina Económica ya lo venían advirtiendo a través del último Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social, que alertaba de que en La Rioja 47.000 personas estaban en situación de integración precaria, próxima a la exclusión.

Para hacernos una idea, Cáritas La Rioja ha ofrecido su ayuda a 1.555 familias con 8.269 lotes alimentarios y ha entregado 456.802 euros en ayudas económicas. “Si comparamos estos datos con los de las cuantías empleadas en el conjunto de 2019 (289.928 euros en total), nos da una visión de la situación crítica que vivimos”, ha detallado Fernando Beltrán, director de Cáritas La Rioja.

Por su parte, la Cocina Económica está repartiendo alrededor de 300 raciones de comida al día más las 35 personas que acuden diariamente al comedor de la institución. “Las personas que vinieron durante la primera ola de la pandemia siguen necesitando ayuda, pero ahora hay que sumarle un incremento de afectados que están viniendo el último mes”, cuenta Javier Porres, gerente de la Cocina Económica.

Cambios en el perfil

Tanto Beltrán como Porres coinciden en destacar la aparición de un perfil diferente al que habitualmente atienden en ambas entidades. Las personas que solicitan ayuda en este momento son aquellas que “no están en el circuito normal de una contratación y con las restricciones actuales pierden sus trabajos temporales y no tienen derecho a paro, por ejemplo”, señala el responsable de la Cocina Económica.

El retraso de los pagos del ERTE, o las prestaciones del Ingreso Mínimo Vital, Renta de Ciudadanía o subsidios de orfandad “están haciendo mucho daño a personas que viven al día, sin ahorros por los trabajos precarios con los que cuentan”, explica Beltrán.

Personas que siempre han estado trabajando “de camareros, en la construcción…, pero nunca de forma estable. Estas son las que ahora necesitan ayuda, y es muy duro porque no saben dónde ir. Nunca se imaginaron que esto pudiera pasarle a ellos. Llegan con vergüenza y desorientadas por la situación. Sobre todo familias jóvenes”.

Nuevas ayudas y el soporte de siempre

“Cáritas no va a volver la espalda a ninguna persona que lo necesite y pondremos todo nuestro empeño en esto”, dice su presidente. Por ello, han puesto en marcha un programa de microcréditos destinado a sostener a los “nuevos necesitados” temporalmente en esta situación.

“Tenemos concedidos por el momento 33, y en la última semana hemos estudiado otros diez. Es una ayuda económica que viene acompañada por otra profesional a través de la Agencia de Colocación de la Fundación”.

La Cocina Económica sigue preparando cada día cientos de táperes con comida caliente “para las personas que tienen una habitación, una casa alquilada o compartida, en definitiva, un sitio donde vivir, pero no comida que llevarse a la boca”.

Además, con la llegada del frío y el mal tiempo, la entidad ha decidido reabrir el salón comedor para todas aquellas personas sin hogar que suelen pernoctar en el Centro Municipal de Acogida o el Centro de Alternativa a las Calles, más conocido como Proyecto Alaska.

El comedor tiene capacidad para 120 personas, pero debido a la pandemia se ha restringido a treinta el aforo. “Por motivos de la pandemia, hemos reducido el número de voluntarios y, junto con las Hijas de la Caridad, rellenan los táperes para repartir y luego preparan las treinta mesas con sus platos calientes para la gente que viene. Antes de entrar se les mide la temperatura y se lavan las manos”.

Por motivos de seguridad sanitaria, los comensales están solos en la sala. “Comen tranquilos y sin contacto directo con nadie. Cuando se marchan entramos los voluntarios para recoger, limpiar y desinfectar. Durante estos meses que ha estado cerrado, hemos aprovechado para hacer obras y adecentar el salón. Hemos pintado, pulido el suelo y lo hemos dispuesto para que tenga mejor ventilación”, apunta.

Porres confiesa que “esto va para largo y se va a complicar. Incluso cuando haya una vacuna y se pueda controlar la enfermedad, va a costar mucho que la economía resurja y vamos a sufrir mucho, pero nosotros estamos aquí y vamos a seguir haciéndolo con todos nuestros medios disponibles y con toda la ilusión”.

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