El Rioja

“El enoturismo va más allá de hacer una visita tradicional a bodegas”

Cata del Barrio de la Estación (Haro)

Es tiempo de vendimias y el enoturismo lo sabe. Visitas a viñedo, catas maridadas con una buena oferta de embutidos y quesos, corte de uvas con corquete y cesto en mano. Unas experiencias que, con todo lujo de detalles, acercan a los más extraños de este mundo vitivinícola una pequeña realidad de lo que se cuece entre cepa y cepa.

Degustar los mejores vinos y hacer una tradicional visita a bodega han quedado ya en un segundo (o tercer) plano. “Los turistas ahora demandan otras cosas más originales, más novedosas y lúdicas, visitas memoriales que les dejen buen sabor de boca pero también recuerdos especiales que les animen a conocer más, a adentrarse en este universo tan diverso”.

Así lo describe la experta vinícola y miembro de la consultoría Turwine, Pilar Oltra. Para entender su interés hacia este sector hay que viajar a sus orígenes, Mendoza (Argentina). También es tierra de viñas, aunque con una orografía muy diferente a la de Rioja. Pilar cuenta que sus primeros pasos fueron entre esos paisajes de viñedos que, precisamente, representan más del 60 por ciento de la producción vitivinícola del país.

Desde entonces, su andadura profesional no la ha despegado del mundo del vino. De Sudamérica ha viajado a Mexico, Francia y España, donde actualmente trabaja como asesora integral especializada en acercar un nuevo tipo de enoturismo a bodegas y organismos, un enoturismo 4.0. “Se ha de entender como una línea de negocio por la que apostar, como una inversión más, porque es realmente rentable y puede ayudar a diversificar los ingresos”, señala.

Pilar Oltra (derecha) junto a su socia Marina Buendía.

Pero recuerda: “Para presentar una buena oferta enoturística no sirve simplemente con abrir las puertas de tu bodega y enseñar barricas y depósitos. Hay que dar algo más. Hay que entenderlo como una oportunidad con la que mostrar un sector de forma distinta, más creativa, pero siempre centrada en el turista y sus intereses. Porque es muy importante saber que el enoturismo tiene más de turismo que de parte enológica”.

A partir de ahí toca definir el tipo de experiencia que se quiere dar, con un diseño adaptado y gestionando las diferentes visitas para mostrar un producto de calidad. “Habrá quienes busquen un enoturismo más lúdico, con visitas a bodega más ligeras y actividades divertidas, mientras que otros turistas demanden un servicio más especializado o profesional”, puntualiza la consultora.

Rioja, a la cabeza

Y en esa carrera por avanzar en este tipo de enoturismo, Pilar sitúa a Rioja como una de las Denominaciones de Origen mejor posicionadas “por su fuerte apuesta hacia este mercado”, tanto por parte de bodegas como de organismos oficiales. “Si bien todavía queda mucho por hacer y eso es lo bonito, el potencial que todavía tiene esta región, pionera en el enoturismo, a la hora de ser explotado”, añade.

Concretamente, considera que un punto débil de las bodegas riojanas puede situarse en unas visitas que no evolucionan: “Es complicado hacer una valoración generalizada, pero creo que carecen de una oferta un poco más diversa que abarque más vertientes, no tan focalizada en las tradicionales visitas a bodega con su cata”.

Lejos de ser una estrategia de negocio enfocada a un determinado tipo de bodegas, el enoturismo depende de un factor mucho más profundo: “Hay bodegas muy pequeñas que han apostado fuertemente por estos servicios y están desarrollando un enoturismo fantástico con pocos recursos, mientras que otras de las grandes todavía no están abiertas a esta oportunidad. Creo que es más una cuestión cultural de la propia bodega, de que entienda que tiene la opción y que está ubicada en un lugar propicio para ello”.

Próximo destino, turismo local

El aterrizaje del COVID-19 no ha sido ni más ni menos que un trampolín para muchas bodegas a la hora de adentrarse en ese enoturismo más enfocado al público local. La gente está redescubriendo los tesoros que albergan sus comunidades, provincias e incluso pueblos, porque es en ese afán de conocer todo que parece que se olvida aquello que más rodea a uno mismo y constituye su propio patrimonio.

“Atrás quedó esa exclusividad del turismo de sol y playa. Ahora los españoles miran también por el turismo de interior y es ahí donde entra en juego el enoturismo. Creo que el turista español no estaba tan acostumbrado a ello, pero su percepción ha cambiado recientemente”, manifiesta Pilar, al tiempo que recalca que ya no solo los extranjeros practican enoturismo.

Y a ello ha ayudado también, cómo no, la inmersión en el mundo digital masificada en los últimos meses. “No tienes un buen proyecto o una oferta interesante y atractiva hasta que no la muestras al público en tus redes sociales y página web”, recalca, “por ello todo ha de ir de la mano, porque todo suma para presentar un buen producto enoturístico actual”.

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