Por Fernando Martínez López, miembro de Farmacéuticos Sin Fronteras
Cuando comenzó el cribado general en Logroño y dieron el primer resultado de 67 positivos en las primeras 3.000 pruebas, nos estaban dando una proyección estadística: si somos 300.000 (más o menos) en La Rioja, podíamos tener 6.700 casos positivos sin localizar en la comunidad. Eso son muchísimos casos. No, indiciariamente tenemos un alto contagio en la zona centro de Logroño que rondará los 400 casos y que si no limitábamos la movilidad podía extenderse en poco tiempo porque ese es el principal factor de extensión del virus: la movilidad de la gente y no ya el relajo sino la ausencia de la responsabilidad necesaria para contener la expansión y el aumento lento pero imparable de la ocupación hospitalaria. Y eso hay que pararlo. Ese es el motivo de las medidas de cierre de la comunidad.
¿Cómo se ha llegado a esto? Pues no miremos para otro lado, pero el fin de semana la policía cerró 36 fiestas y reuniones en pisos privados, un pub dos días seguidos por tener a casi cien personas bailando y un bar de alterne en Rincón de Soto cuatro veces por infracciones de distanciamiento personal (casi suena a broma). Hay sitios donde los alcaldes se implican y apelan a los vecinos. A la misma hora que el alcalde de Arnedo llamaba a mantener las normas de distanciamiento, disolvían a veinte jóvenes de 15 a 20 años en una bajera donde tenían su fiesta particular. Los asintomáticos confinados a veces se saltan la cuarentena porque se la saltan si son jóvenes.
Entre estos y los que son contactos que no se localizan, pues se da la transmisión comunitaria; las personas en las salas de juegos, los que se juntan en bajeras y comidas familiares sagradas los fines de semana… y los que faltan se amontonan a la salida de los colegios para recoger a los críos que donde más seguros están es en el aula. Y no, no hablemos de los bares que entramos en masa en cuanto hace frío o llueven cuatro gotas. Ni distancia ni flores y con la mascarilla fuera que hay que tomar el vinito de turno.
Todo este arsenal de posibilidades lleva el coronavirus a cada casa donde ya el contagio familiar es inevitable, pero aunque se llame familiar ya sabemos dónde lo hemos pillado. Y si a esto sumas la actitud de muchos políticos de evitar tomar decisiones coercitivas impopulares, pues estamos teniendo la tormenta perfecta. Y no, no me digáis lo que deben hacer los demás pero que yo excepcionalmente me salto. Vamos a tomar nuevo impulso y limitar nuestra movilidad porque no tenemos otro remedio a menos que queramos volver a ver tragedias.
Todos sabemos ya cómo se transmite el virus y cómo evitarlo. Espero que los responsables políticos se muevan (el alcalde es un figura que tiene mucho que ver si apela a su ciudadanía, a su juventud y a las organizaciones ciudadanas para dar un frenazo al virus).
Y con todo esto, serenamente hay que vivir evitando contactos en lugares cerrados y manteniendo la distancia en centros laborales. El transporte público debe cambiar y acoplar frecuencia y horarios para evitar aglomeraciones. Por lo demás, podemos convivir con distancia y protección.
Y la prensa debe de colaborar con las autoridades. Esa labor didáctica en lugar de sensacionalista que sólo asusta y asombra, pero no sirve para nada.
Las vacunas siguen avanzando con un sólo parón, la Janssen en España. Las otras cinco siguen el estudio de la fase última en dos de ellas y una va a obtener licencia en Noviembre de la FAD (Agencia del Medicamento Norteamericana). Todo lo que leáis de retrasos y efectos adversos son noticias irreales porque no se ha observado nada tan negativo o grave como para parar ninguna.
¡Venga, hombre, que nos queda un último esfuerzo de dos meses!