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Gol en Las Gaunas: ‘El pensamiento mágico’

Fuimos a por un gol para la historia y nos topamos con un penalti parado. Por tanto, un mercado de fichajes cuanto menos extraño está lejos de ser la cumbre del fatalismo futbolístico riojano. Estuvimos durante once años buscando una celebración en Murrieta y nos encontramos con una llamada a la responsabilidad. Soñamos con vivir una gran final por el ascenso y nos dimos de frente contra las puertas cerradas de un estadio que jamás había entrado en los planes del aficionado blanquirrojo. Deseamos formar el mayor corteo de la historia del fútbol riojano hasta que observamos que el equipo jugaría en soledad a casi mil kilómetros de distancia de República Argentina. La cumbre del fatalismo del fútbol riojano fue ascender y no poder abrazarse viendo la cara roja de emoción de ese compañero de tribuna con el que solo coincides en el estadio de domingo a domingo. La cumbre del fatalismo riojano es no poder ver a tu equipo jugar contra los grandes clubes del país. La cumbre del fatalismo balompédico de esta región es querer viajar a conocer nuevos horizontes y no poder hacerlo por culpa de una pandemia.

Todo lo demás, la verdad, es solo una demostración más de que a LaLigaSmartBank conviene llegar preparado o llorado de casa. Es así de fácil. Aquí no se perdona la inexperiencia. O te adaptas o hasta luego. Incluso en la bienvenida que ofrece Javier Tebas, que es el jefe de este show, te viene a decir que “muy bien”, que “bienvenido” y cosas bonitas, pero “ves tu bandera junto a todas estas otras banderas, pues o cumples… o cumples”. Y todo lo que está pasando es la demostración de que se está intentando con algo menos de lo justo, pero que al menos, veinte años después, alguien está teniendo los arrestos de intentarlo. Porque, sin duda, la cumbre del fatalismo futbolístico riojano hubiera sido no haberlo ni tan siquiera intentado, tal y como defienden todos aquellos que no son capaces de observar la importancia estratégica de tener un equipo en la LFP. No esperéis que lo vayan a cuidar, claro.

Pero lo que está pasando en este primer mes en la Liga de Fútbol Profesional es solo el primer reflejo de que ha llegado el momento de dar el salto y aquí nadie estaba realmente preparado. Quizás por una cuestión evidente y hasta comprensible: veinte años es mucho tiempo, y que aunque el tiempo futbolístico se paró en La Rioja hace dos décadas, fuera, lógicamente, han seguido progresando, y lo han hecho bastante bien en líneas generales.

No estaba preparado el club. A buen seguro donde más adapta está sea precisamente en lo deportivo, en lo técnico, en lo táctico… En lo demás, es un club nuevo, en una categoría mega profesional que nunca había pisado en su vida. Es una entidad de reciente creación, muy presidencialista (“el objetivo es estar entre los diez primeros” está a la altura de “en cinco años en Primera”), que ha cometido todos y cada uno de los errores que se pueden cometer antes de alcanzar el éxito deportivo (salvo el de no pagar las facturas) y que los seguirá cometiendo en Segunda y en Primera, sobre todo cuando se quiere combatir el enorme ruido de ahí fuera con su tradicional silencio que les permite sacar adelante el trabajo pero les impide presentarlo a los socios como es debido, unos abonados, por cierto, que están más lejos que nunca por culpa de la pandemia. Así que las enormes expectativas de unos aficionados deseosos de sentir el fútbol profesional pese al virus y un club hermético como pocos provocan situaciones como la del pasado lunes. Los aficionados esperando al menos dos fichajes y el club trabajando solo en una contratación, muy importante, por cierto, pero que quedó silenciada por el ruido de la decepción de quien esperaba a un par de futbolistas top de la categoría, que nunca estuvieron en la agenda porque el Logroñés es el segundo presupuesto más bajo de la categoría y todos saben lo que paga y lo que puede pagar. Lo saben todos salvo los gurú que siguen rumores y tiran mil nombres hasta acertar uno y así ganar así seguidores a modo de prestigio social.

El club sigue adaptándose al fútbol profesional en su proceso de profesionalización. Es la estructura administrativa, deportiva, mediática y social de LaLiga SmartBank. El Logroñés, de los 22, es el único equipo que jamás ha estado en el fútbol profesional. Castellón, Cartagena o Sabadell lo han estado al menos una vez en la última década. Y esta situación precaria, que ni mucho menos es una novedad y muy conocida por todos, viene dada porque al fin de cuenta son 5.000 los que apoyan al equipo sacándose el carnet. Pero la exigencia es de equipo referente de la región que representa a más 300.000 riojanos. Y así debe ser, pero no se puede perder de vista de dónde venimos, dónde estamos y qué se pretende hacer en los próximos años.

El Logroñés sabe que no estaba preparado para dar el salto al fútbol profesional, pero en ello está y poco a poco, como ha demostrado desde su fundación, acabará dando pasos hacia adelante: cortos, lentos, pero hacia adelante. Y al menos lo está intentando, que no es poca cosa. Pero el Logroñés no es la única entidad, institución o agente que no estaba preparado, y también lo estamos percibiendo en este primer mes de competición en la LFP: las instituciones, por supuesto; la prensa, tampoco; las empresas, y más en medio de una pandemia, por supuesto que tampoco… y a buen seguro, aunque es más complicado de averiguar, los aficionados, porque cada día son más numerosos, por tanto más diversos, menos heterogéneos, menos clasificables y no están organizados para desde la distancia hacer acciones que mantengan la llama de la ilusión en permanente combustión.

Lo del césped de Las Gaunas es la demostración de que nadie en la política riojana esperaba un ascenso. Que ninguna institución haya enviado un mensaje de apoyo al club, aunque sea en redes sociales, antes de jugar en El Molinón o cuando el fútbol profesional volvió viente años después a Las Gaunas es sencillamente una demostración de ausencia total de sensibilidad, de que no se acaba de entender la dimensión de todo esto. Así que sí, las instituciones riojanas no estaban preparadas para el reto del fútbol profesional. La prensa, algo parecido. Solo un ejemplo, el Logroñés perdió en Las Palmas 2-1; la prensa canaria, en términos de asistencia telemática a la rueda de prensa postpartidos de los entrenadores, goleó 5-1 a la riojana. Y las empresas, lo mismo. Dos ejemplos: la publicidad del Logroñés luce una casa de apuestas porque es un espacio con un coste fijo que marca LaLiga. Si logras una empresa que iguale ese precio o lo supere, la puedes ocupar con esa nueva firma comercial. De lo contrario lucirás la casa de apuesta y percibirás la asignación de LaLiga por ese patrocinio. Y otro ejemplo más, Las Gaunas fue el campo que presentó menos publicidad comercial de los 22 que conforman este show. El precio de la valla lo marca LaLiga. En otros lugares apenas hay espacio para más marcas; en Las Gaunas, sobra.

Así que sí, el Logroñés, en muchos aspectos, no estaba preparado para este viaje pero junto a sus aficionados al menos está intentando adaptarse a la situación, tanto como la plantilla de Sergio Rodríguez. Pero, ¿alguien estaba preparado para saber lo que hay que hacer en el fútbol profesional? Parece que no. Ya lo dijo Sergio Rodríguez el viernes pasado sobre lo de ser un club “variopinto”: “La Segunda División está mucho más profesionalizada de lo que estaba antes y de lo que podíamos pensar, los clubes tienen unas muy buenas instalaciones, una estructura muy completa. Eso unido a que nosotros somos un recién ascendido, hace que las posibilidades en los fichajes no sean tan amplias como las que puedan tener otros. Estamos muy contentos con lo que tenemos, estamos progresando, vemos el compromiso que siempre hemos querido, creemos que el equipo va a mejorar y que ya lo está haciendo. Vamos a intentar competir todos los fines de semana, eso es lo que nos va a hacer puntuar”.

Pues eso, al menos intentarlo con los que están sin dejarse nada por el camino.

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