El Rioja

La nostalgia de la cooperativa de Sotés por los almuerzos y la vendimia familiar

El presidente de la cooperativa, Roberto Mayoral.

Viticultores de Sotés, Ventosa, Hornos de Moncalvillo y Daroca se concentran desde hace días en la Bodega Cooperativa Vitivinícola de la primera localidad, el punto neurálgico de estas vendimias. El atasco de tractores con sus remolques cargados comienza a palparse llegada la hora del almuerzo, a eso de las once.

Es entonces cuando los refractómetros comienzan a jugar décima arriba y décima abajo para dar una cifra final que se espera sea superior a trece (por debajo de esta se penaliza). A partir de ahí, vuelta a la báscula y directo a descargar rápidamente para volver a la viña. El ambiente, esta vez, dista mucho de lo que suelen ser unos días en la cooperativa del pueblo en plenas vendimias.

No se ve a esos niños correteando por los exteriores de la bodega, sorteando a los tractores que van llegando y con la ilusión en los ojos por ver a su padre, tío o abuelo descargar en la tolva. Un “¡cuánta uva!”, un “¡buah, cómo cae!” o el estruendo que genera incluso impresión en los más pequeños de la casa ya no se escucha. Y es justamente eso lo que más entristece a quienes diariamente sí visitan la cooperativa, pero también con las precauciones oportunas motivadas por la actual situación sanitaria.

“No deja de ser un momento de encuentro social que la gente vive con emoción, independientemente de su grado de implicación con las vendimias, donde se conjugan buenos almuerzos con unos tragos de vino. Al fin y al cabo esta es la empresa más importante del pueblo. Formada por el propio pueblo, con su masa social, de ahí que se conciba como un punto de unión que ofrece seguridad además de fortaleza”, resalta el presidente de la cooperativa, Roberto Mayoral.

Resignación es lo que toca porque, con público o no, la vendimia sigue su curso y más vale prevenir que curar. “Casi diría que lo que más ha afectado en relación a los protocolos del COVID-19 es tomar esta decisión de restringir las visitas. El resto de medidas se están cumpliendo escrupulosamente por parte de todos y cada uno de los 140 socios que componen la cooperativa. Toca ser responsables”, apunta.

La campaña en esta bodega se valora como “sencilla” gracias a la homogeneidad en la maduración de los viñedos, ya que las uvas recogidas, todas ellas vendimiadas a mano, provienen de la misma zona. En concreto, la recepción de uva diaria asciende a una media de 200.000 kilos de uva, cerca de 2,2 millones durante toda la campaña y 1,3 millones de litros de vino sacados en total. La elaboración corre a cargo de Bodegas Cune desde hace cinco años.

Con tres cuartas partes de la vendimia hechas, la cooperativa de Sotés coincide en la buena calidad de la uva (con una media de 13,8 de grado) y su óptimo estado sanitario. La clasificación de los vinos se hace en función de este grado y también del color de la baya, este último más valorado esta campaña ya que la graduación alcohólica se mantiene bastante uniforme.

Sin embargo, como ya han apreciado otros agricultores, la excesiva producción que hay este año en viñedo es un problema, “a pesar del aclareo que cada año realizan los socios viticultores”. Mucha uva, pero al menos hay contrato. “Cune nos pidió hacer un pequeño esfuerzo este año y así lo hemos hecho porque la relación que mantenemos es muy buena y hay que entender la situación del mercado”, señala Mayoral.

Precios un poco más flojos en esta ocasión, según estima la Cooperativa Vitivinícola de Sotés, que se basa en las medias de vino de la Consejería de Agricultura (en julio rondaban los 90 o 94 céntimos, mientras que en septiembre bajaron a los 88 céntimos), más ese plus que adquieren por realizar una vendimia totalmente manual. Por el momento, los costes de producción se cubren. “Habrá que ver cómo va el año que viene pero, si se complica, el esfuerzo lo tendrán que hacer otros”, concluye el presidente.

Subir