El Rioja

Un laberinto bajo tierra como ventana a la elaboración de vino del siglo XVI

Un laberinto bajo tierra como ventana a la elaboración de vino del siglo XVI

Luis Alberto Lecea junto a su hija Estela a las puertas de su bodega en San Asensio

Caminar por esos pasadizos estrechos de tierra y paredes de roca se antoja atractivo a la vez que aporta un toque de misterio mientras sondeas botelleros, barricas apiladas y depósitos de hormigón. Cuatro grutas del siglo XVI, en pleno Barrio de Las Cuevas de San Asensio, conforman los calados donde la familia Lecea elabora, desde hace cinco generaciones, sus joyas más atractivas, lo que le hizo merecedora, en 2018, del Premio Premios Best Of de Arquitectura .

Un tesoro que solo ellos han sabido preservar en el tiempo. A pesar de existir un complejo arquitectónico con 350 pequeñas bodegas bajo tierra, todas ellas ya en desuso. Se convierten así en los únicos en San Asensio, pero también de los pocos que elaboran vino con los métodos de antaño a nivel mundial. “Es posible seguir elaborando así, pero hay que tener en cuenta sus dificultades”, señala Estela Lecea, quinta generación y encargada del enoturismo.

Estela Lecea, en los calados subterráneos de la bodega.

Meses de trabajo a sus espaldas para crear un laberinto excavado en honor a los antepasados de la familia y también de La Rioja. Abriendo hueco a catorce metros de profundidad, según las nociones que tenían sobre las construcciones subterráneas, capeando los desniveles entre un calado y otro y sacando camiones y camiones de tierra (hace 35 años, con el pico en mano; después, con un pico eléctrico).

Un espacio para dar cabida al vino sacado de cerca de treinta hectáreas de viñedo. Bodegas Lecea ha superado ya una semana de vendimias de este inusual 2020 en el campo riojano de la mano de una cuadrilla de trabajadores malienses que este año ha sustituido a la de andaluces que cada campaña se desplazaba al municipio. Algunos son primerizos en portar tijeras y cestos, pero no pierden el tajo.

Luis Alberto Lecea, en su finca ‘El Almidón’ de San Asensio.

El COVID-19 ha trastocado algunas costumbres pero no así la naturaleza de un momento épico en Rioja. Con la Sierra de Cantabria al fondo, el enólogo Luis Alberto Lecea controla la recogida de uva en su finca ‘El Almidón’, de apenas una hectárea entre San Asensio y el Ebro: “El año ha sido complicado por la fuerte invasión del mildiu, aunque se ha podido controlar bien. Ahora lo importante es que se ve una buena calidad en la uva, así como buena cantidad”.

Un Blanco Chardonnay Reserva, un Eluan Blanco Semidulce y un Corazón de Lago se unen a jóvenes y clásicos para reflejar el carácter de una familia de viticultores y vinificadores desde los orígenes. La nueva apuesta es Cuevas de Lecea, el vino de autor de la bodega que marca la diferencia y va un paso más allá en reflejar la personalidad de una firma que al año recoge 120.000 kilos de uva, “una producción ’boutique’ adaptada a las dimensiones de la bodega”.

Un pisado en ‘petit comité’

La identidad que Lecea ha defendido durante siglos ha sido reconocida con el Premio a la Mejor Experiencia Enoturística 2016. El tradicional pisado de la uva que la bodega celebra cada octubre desde hace once años se ha convertido, además, en toda una fiesta consolidada a lo largo de los años. “Más allá del pisado abierto al público, la gente nos visita por el ambiente festivo y alegre que se genera en torno al barrio de bodegas con degustaciones, artesanía y mercadillo con viandas típicas de la zona”, señala Estela.

Sin embargo, este 2020 el encuentro enoturístico por excelencia de San Asensio cambiará de estructura, convirtiéndose en “un acto más privado y cerrado al público, con entrada para prensa”. Pero la misma esencia no va hacer parón. Tras depositar la uva cortada en el lago, se dejará fermentar durante dos semanas con racimo completo para seguido pisarla.

Luego se separará el vino de lagrima (el que queda escurrido separado del racimo) del vino de corazón (el de más calidad y grado, con un mayor color y aromas). El resultado, Corazón de Lago, apenas una partida de 5.000 botellas de un vino que refleja tanto el “patrimonio personal de Bodegas Lecea como el histórico de La Rioja”.

Mientras, Bodegas Lecea no pierde bocado y adapta sus actividades enoturísticas a los nuevos tiempos que corren porque siempre hay interesados en disfrutar de una visita a viñedo privada en plenas vendimias, de degustar un almuerzo en la zona más somera de San Asensio, Valpierre, donde la vendimia lleva cinco días de retraso y el viento sopla fuerte, aunque las vistas desde allí lo apaciguan todo.

Subir