Crisis del Coronavirus

En el corazón del rastreo en La Rioja: “Las listas se están alargando”

Una mañana junto al equipo de detección precoz del coronavirus del Seris

Un ejército de personas armadas de tacto, orden y paciencia. La mirada fija en la pantalla, el auricular en constante funcionamiento, encerrados entre mamparas de metacrilato y con un único objetivo: peinar los movimientos de cada nuevo contagio en las últimas horas para que no pase inadvertido cualquier vínculo epidemiológico.Una calma tensa se respira en la trinchera desde la que los 85 rastreadores de La Rioja (uno por cada 3.700 habitantes) contienen las embestidas del virus.

Pasamos una mañana en el corazón del rastreo en La Rioja. La consejera de Salud, Sara Alba, ha definido de forma recurrente su labor como titánica. Y no le falta razón. Su jornada empieza a las ocho de la mañana y acaba a las nueve de la noche. En ese periodo, su misión es contactar vía telefónica con posibles positivos para radiografiar su vida social con carácter retroactivo. Rocío Lomo-Osorio, enfermera y coordinadora de la Unidad COVID del Servicio Riojano de Salud, es la encargada de trazar los mapas de rastreo.

“Llegamos a casa reventados”, admite. Y no solo en el plano físico, porque “la mochila emocional se va llenando”. “Detrás de esas llamadas hay vidas, te cuentan vivencias, en qué les afecta a ellos someterse a la cuarentena…”, explica, recalcando que “estamos con la conciencia y la tranquilidad del trabajo bien hecho. Estamos aquí para la población y queremos que esta también esté para nosotros”.

En ese aspecto, para allanar el terreno, la coordinadora indica que piden a la persona cuya PCR ha arrojado resultados positivos que vaya avisando a sus contactos de una posible llamada. “Al principio la reacción es de sorpresa y estupor. Es un proceso natural que se acaba superando porque los riojanos somos gente que aceptamos bien la realidad. Somos colaboradores y cooperativos, tenemos mucha conciencia social”.

“Cada vez que damos con un positivo le llamamos por teléfono y le explicamos que nos tiene que dar una lista de contactos estrechos”, narra Lomo-Osorio. Así, para despejar dudas, ‘contacto estrecho’ se considera “a la persona que ha estado con otra siguiendo las ‘3 emes’ que indicaba el ministro: a menos de metro y medio, sin mascarilla y durante más de quince minutos”.  Una vez elaborada dicha lista, “vamos llamando a sus contactos para solicitarles la prueba y darles una orden de cuarentena”.

Hasta el nuevo repunte de casos la media de contactos que figuraban en la lista era de seis u ocho. Diez en algún caso especial. Sin embargo, “como actualmente los casos se están dando entre gente joven en reuniones sociales” la lista se está agrandando, “con un tope de sesenta nombres”. “Nosotros no tenemos interés punitivo ni castigador; no somos jueces. Lo que hacemos es vigilancia epidemiológica”, aclara. “Lo que queremos sacar todos los contactos reales con los que han estado para identificar los positivos y nos da igual las condiciones en las que han estado”.

“El mejor tratamiento es que seamos responsables”

Además de la opción de que los pacientes sean llamados por los rastreadores, el paciente puede ser quien tome la iniciativa y contacte con ellos ante los síntomas compatibles de COVID o la posibilidad de haber estado en contacto con una persona ya diagnosticada. Así, tienen a su disposición el servicio ‘Salud Responde’ al que pueden llamar y, por otro lado, una aplicación de autoevaluación de RiojaSalud, disponible en su página web.

“Estamos siendo muy proactivos”, indica Alberto Lafuente, director gerente del SERIS. “Estamos enviando muchos SMS a las zonas donde consideramos que puede haber más afectados, a los jóvenes de 16 a 29 años y ahora estamos centrados en las ‘No-fiestas'”. En esta línea, Lafuente indica que “así las PCR son masivas, pero dirigidas a los colectivos donde puede haber mayor capacidad de infectados”. El cuarenta por ciento de los destinatarios responden al reclamo y hasta la fecha se ha superado holgadamente el medio millón de mensajes enviados.

Sin embargo, lejos de haber una mayor concienciación dentro de la ciudadanía, Lomo-Osorio y Lafuente coinciden que, con el verano, la guardia se ha bajado. “Creo que esto es importante: el virus no se toma vacaciones y no sale de fin de semana”, recuerda. “Justamente cuando en el ámbito social nos relajamos es cuando se siente más cómodo y allí es donde estamos teniendo lo que estamos teniendo: un repunte de casos”, explica el máximo responsable del Servicio Riojano de Salud.

Lo que no ha cambiado es la receta contra el avance del virus: “El mejor tratamiento es que cada uno de nosotros seamos responsables. Esto es muy, muy, muy serio; solo hay que mirar el pasado, el número de fallecidos, los pacientes ingresados en UCI y qué secuelas han quedado. Esto no es algo banal”.

Luchadoras en primera línea

En primera línea, la unidad móvil trabaja arduamente sometiendo a PCR en el parking anexo al CIBIR. A través de la ventanilla las enfermeras atienden a los usuarios, citados previamente, tras la llamada de los rastreadores. Son, por tanto, la segunda parte en este proceso por frenar al virus. Desde esta unidad móvil, calculan que en un día ejecutan unas cuatrocientas pruebas, pero la cifra va en aumento en función de la situación epidemiológica.

“Normalmente tomamos la muestra de la boca”, explica una de las trabajadoras, “a no ser que vengan personas mayores o niños que no la puedan abrir. Entonces practicamos el frotis en la nariz, que es algo más molesto”. Guantes, gel, mascarilla, visera protectora, traje… Los EPI van cambiándose “cada dos o tres horas”, como explican las enfermeras. “Entre paciente y paciente nos cambiamos los guantes”, apunta una de ellas. Y todo, bajo la justicia de un sol de agosto.

Antes de acudir a la cita, la persona citada debe guardar confinamiento. “Si ha estado en contacto con un positivo, hay que estar en aislamiento entre diez y catorce días. Si, por el contrario, acude al médico de cabecera con síntomas, él es el que considera los días necesarios de cuarentena”, explican.

La responsabilidad va por barrios: “Hay gente que se lo toma de manera estricta y muy rigurosa, pero también hay personas que no acuden a la cita”, diferencia otra compañera. “A ver, no suelen ser muchos, es una verdadera minoría”, matiza. “Por norma general, yo creo que la gente sí que está cumpliendo con las medidas”.

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