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‘La Rioja iza su bandera’

Del presidente a los canteranos, de los fisios a los capitanes, del podólogo a la afición, del entrenador al delegado… un proyecto eminentemente riojano está a noventa minutos de un ascenso a Segunda.

‘Leía’ ayer en Twitter a un tipo que buscaba algo de casito. Se preguntaba el fulano si al menos una persona en el mundo había estado alguna vez, aunque solo fuera una, en La Rioja. Venía a poner en duda la existencia incluso de esta comunidad autónoma. Un tuit más, un tuit menos… Un tuit de ‘troleo’ que duele porque no le falta un poquito de razón. Es un tuit que golpea en la línea de flotación del orgullo riojano, si es que existe. Como ese amigo que se pasó los cuatro años de la carrera con la misma cantinela: “La Rioja es una comunidad ficticia”. Las respuestas al tuit fueron numerosas y una de ellas incidía en que La Rioja se había convertido en la bodega de España, poco más. A mi amigo ni le respondía, no conviene hacer mucho caso a las tonterías.

La Rioja es mucho más que la bodega de España, y por supuesto es real, existe y además es. Para nada es ficticia. Pero no podemos negar que de puertas para fuera existe una visión un tanto reducida de nuestro potencial. Somos pequeños, somos pocos, hacemos muchas cosas bien, otras regular, otras mal… como la gran mayoría. Pero lo cierto es que debemos reconocer que fuera nos ven como una bodega en la que se come muy bien si vas a La Laurel, un lugar de paisajes bonitos aunque efímeros, que somos majetes, y, eso sí, que tenemos una buena calidad de vida. Poquito más. Caemos bien, quizás porque no molestamos en exceso. No sé.

FOTO: Eduardo del Campo.

Y es que veinte años sin fútbol profesional es demasiado tiempo. El fútbol es el mejor de los escaparates. Es el más iluminado y además el más rentable por los ingresos en televisión, o el poder de traer gente a tu tierra cada quince días. La Segunda División se ve en 145 países, y la Primera ya es un negocio global que lidera audiencia aquí y en muchos otros países. Un ejemplo, a Miranda se le conoce por el Mirandés, y ellos, que sepamos, son más menos y más pequeños que La Rioja, pero lo han conseguido.

Veinte años de ausencia es un periodo de tiempo demasiado largo que en términos de imagen pasa factura. Hizo más el ‘Día Después’ del Canal+ por La Laurel que mil campañas del Gobierno de La Rioja para promocionar su gastronomía. Hizo más aquella vieja camiseta con ‘La Rioja Calidad’ que mil acciones con los principales tour operadores del país, o aquellos ‘Salicales’ que pasaron a mejor vida, por ejemplo. Es el poder del fútbol y que aquí hemos considerado como menor porque somos así de particulares. Donde esté una buena dosis de nostalgia paralizante y de equidistancia futbolística que se quite cualquier tipo de consenso que permita establecer, a través del fútbol y del deporte, una visión de región moderna aprovechando los poderosos focos del fútbol profesional… y moderno.

Al mismo tiempo, es difícil en diez años generar un sentimiento de pertenencia. Es complicado hacer que los riojanos sientan como propio un proyecto que hasta el momento no ha logrado ascenso alguno. Es complicado sumarse al carro de intentar el asalto a los cielos cuando el asunto se observa como demasiado nuevo. Un problema, por otra parte, subsanable, que se le cura a todo aquel que decide profundizar en el asunto.

Porque esta mañana, cuando la presidenta Concha Andreu ha visitado a la plantilla para desearles fortuna, ánimo y darle el apoyo de las instituciones en un momento tan importante, ha observado de cerca (con mascarilla) algo que ya sabía: que a quien le ha ofrecido el codo es a un entrenador, Sergio Rodríguez, que es riojano y de Logroño. Le ha entregado una bandera de Logroño a un capitán que es riojano y de Logroño, a Miguel Martínez de Corta. Seguro que ha hablado con otro de los pesos pesados de la plantilla, ha hablado con uno de su ciudad, Andreu ha charlado con Iñaki Sáenz, ambos de Calahorra. Seguro que se ha sentido orgullosa de saber que la inversión para tratar de llegar a Segunda no surge de un fondo de inversión internacional, ya sea chino, árabe, o americano, como pasa en otros lugares. Cuando hay que cubrir el presupuesto como sucederá esta temporada por culpa de la COVID19, la acción surge desde un empresario, Félix Revuelta, particular sin duda, pero que se siente orgulloso de haber pasado su infancia y parte de su adolescencia en Logroño, donde estudió. Tan orgulloso como para volver, y de momento, poner pasta desde hace diez años.

Esta mañana, cuando han posado todos juntos hemos comprobado desde la distancia cómo cuando el talento riojano se une, a pesar de ser pocos y pequeños, pueden surgir oportunidades como la de volver veinte años después al fútbol profesional. El entrenador del equipo que puede lograrlo es de Logroño. El equipo que está a noventa minutos del ascenso tiene dos capitanes riojanos, como Miguel e Iñaki, que son al mismo tiempo los dos futbolistas con más partidos jugados en la historia de este club. Hay dos chicos que tienen una ilusión tremenda desde hace mucho tiempo. Han logrado lo que parecía imposible hace una década: formar parte del primer equipo en un momento tan importante como éste habiendo escalado desde la cantera, Pablo Bobadilla (Nájera) y Álvaro Arnedo (Logroño).

UD Logroñés – Badajoz | Foto: Edu del Campo

Dos futbolistas, por cierto, que lo han pasado muy mal, pero que por fin están viendo la luz al final del túnel, después de que el club tomara la decisión la temporada pasada de dejar los servicios médicos en manos de profesionales riojanos: el doctor Chema Urraca, los profesionales de Fisioterapia Las Gaunas… Es más, Andrea Alesanco, fisioterapeuta del primer equipo, es de Arenzana de Abajo. El preparador físico, Héctor Urquiaga, de Haro. Aarón Ruiz y Rubén Ruiz, esenciales en todo, son de Logroño. Javier Eraso, al ser como dios, puede ser de dónde le dé la gana. Decidió nacer en Moreda para pasar la muga y ganarse un pedestal en la Fuente de los Ilustres. El vicepresidente Juanjo Guerreros es de Logroño, el gerente Miguel Isasi de Haro… María Casado, la responsable de prensa, es de Entrena. Talento riojano al servicio de un único objetivo: devolver a La Rioja al fútbol profesional, a ese escaparate donde todo brilla mucho más.

La Unión Deportiva Logroñés no se ha situado a noventa minutos del ascenso solo por el talento riojano. Como toda empresa del Siglo XXI ha tenido la capacidad de atraer el talento necesario para lograr un salto de calidad que le acerque a los objetivos más altos. Carlos Lasheras e Ibon Labaien han mostrado al club cómo se trabaja desde la dirección deportiva. Los porteros están mejor entrenados que nunca por la llegada de Isusko. Una captación de talento que fija población. A Santos, a Ñoño, a Paredes solo les falta un DNI que empiece por 16… Desde hace años, La Rioja es su casa.

El ascenso no se conseguirá por tener más o menos riojanos. Pero sí ayuda a entender que aún siendo pocos y pequeños, un club muy riojano se ha ganado el derecho a estar a noventa minutos del ascenso con lo mejor de casa y lo mejor de fuera.

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