El Rioja

Las Laderas de José Luis, el vino “singular” y familiar de Dominio de Berzal

Laderas escarpadas con fuertes pendientes y piedras por doquier, pero con una orientación, altitud y suelos privilegiados. El resultado, un vino de máxima calidad con taninos jugosos de fruta roja y un ligero toque a barrica que lo convierten en uno de los primeros vinos en salir al mercado con la inscripción de ‘Viñedo Singular’ otorgada por la Denominación de Origen Calificada Rioja.

‘Las Laderas de José Luis’ se presenta así como un homenaje a la historia de Bodegas Dominio de Berzal, en pie desde 1999 en el corazón de Rioja Alavesa. De la mano de los tres hijos de José Luis Berzal surge este vino en honor a su progenitor, comprador del reconocido viñedo ubicado en Baños de Ebro y a través del cual se quiere reflejar el pasado, presente y futuro de la familia.

Imagen de la etiqueta de ‘Las Laderas de José Luis’ con la familia Berzal.

El camino hasta alcanzar la identificación de ‘Viñedo singular’ ha sido igual de empinado que la orografía donde se halla, pero todo lo bueno se hace esperar y la familia Berzal ya comercializa desde el pasado mayo su producto estrella. “En pleno confinamiento, sí, no podíamos esperar más. Lo presentamos el 15 de mayo a través de un vídeo en redes sociales después de haber pospuesto su exposición varias veces”, apunta Iñigo Berzal, uno de los fundadores.

En concreto, este vino singular de la añada 2017 tenía previsto salir a la luz en el ProWine de Düsseldorf (Alemania) el pasado mes marzo tras ser elegido por el Consejo Regulador. Tampoco pudo presentarse en Vitoria y el resto de País Vasco ante la llegada de la pandemia, como tenía pensado hacer Berzal. Pero el anhelo por mostrarlo al mundo era tal que ni el COVID-19 pudo frenar su exhibición, aunque fuera de manera ‘online’.

En busca de la diferenciación surge ese color picota característico, cuya frutosidad con esos aromas primarios a fruta roja y su poca densidad animan a beber dejando a la vista el gran potencial de estas uvas cien por cien tempranillo. La familia vio en ese viñedo una oportunidad a explotar después de que surgiera, en 2017, la figura que reconoce la singularidad en el terruño.

El despalillado manual, la fermentación alcohólica y, después, la maloláctica, parte de ella en depósito de hormigón y otra en barrica para aguardar un tiempo de crianza de entre siete y ocho meses son necesarias para “transmitir lo que es esta uva y su frutosidad”. Apenas 2.000 botellas han salido de esta partida especial, ya que la producción máxima permitida no ha de alcanzar los 5.000 kilos por hectárea.

Los escalones hasta alcanzar la excelencia

Lejos de mantener las técnicas de cultivo y elaboración más tradicionales, para que un vino lleve la etiqueta de ‘Viñedo Singular’ ha de aprobar un estricto examen de cata en el que la puntuación mínima no puede bajar de los 93 puntos. Eso convierte a todas las candidaturas aptas, como mínimo, en “excelentes”.

Por el momento, ya son 84 los viñedos certificados con esta entidad geográfica por el Consejo Regulador, aunque muy lejos de alcanzar esa cifra se encuentra el total de vinos singulares que están en el mercado, en torno a una decena. Los motivos son diversos, pero hay bodegas que conciben esos viñedos singulares como experimentos o pruebas sin contar con el paso final de la comercialización.

Esta distinción, sin embargo, es perecedera, ya que cada año hay que demostrar que esas parcelas son merecedoras de portar una etiqueta especial. Dominio de Berzal ya luce gustosa la joya de la corona, pero no descarta sumarle alguna que otra más. “Tenemos otras parcelas susceptibles para cumplir con los requisitos, pero primero queremos ver cómo funciona este nuevo vino antes de adentrarnos en otro”, aclara Berzal.

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