Agricultura

El Hospital San Pedro pone la lupa sobre la alergia al polen de la vid

Una novedosa inquietud que hace pocos años le suscitó interés al doctor Teófilo Lobera ha desencadenado en un exhaustivo estudio sobre la sensibilidad al polen de la vid y la alergia que este provoca. El equipo de la Sección de Alergología del Hospital San Pedro, coordinado por el doctor, trabaja en analizar la frecuencia de dicha sensibilidad, así como en describir el alérgeno mayor, es decir, la proteína que sensibilice al mayor número de pacientes.

Un proyecto que lleva en pie desde el pasado mes de octubre, fecha en la que se comenzó con la labor de campo y que se prevé concluir este próximo otoño, “ya que la situación provocada por el COVID-19 ha ralentizado el avance del estudio”, apunta Lobera. En concreto, es durante los meses de mayo y junio cuando más prolifera esta alergia ya que es entonces cuando la vid está en pleno desarrollo vegetativo.

Una muestra de 200 personas ha permitido reflejar que tan solo 30 de los 150 sujetos que mostraron alguna prueba de alergia positiva han dado positivo en las pruebas cutáneas para el polen de vid. “Este porcentaje indica que, en principio, esta alergia de polen de gramíneas no parece tener una gran relevancia clínica y estos pacientes positivos no son monosensibles, sino que también les afectan otros tipos de pólenes, lo que se denomina como reactividad cruzada”, apunta el doctor.

El doctor Lobera junto a su equipo de la Sección de Alergología.

La investigación, que todavía se encuentra en fase de estudio de datos, refleja “una importancia no solo local sino también mundial, ya que va a permitir conocer el alérgeno mayor del polen de la vid”, destaca el doctor Lobera. Hace ya varios años Lobera participó en un estudio similar sobre la flor de la vid sin obtener ningún resultado positivo sobre la incidencia alérgica de su polen, por lo que se presupone su “escasa frecuencia de sensibilización”.

Los viticultores, próximos casos a estudiar

El siguiente paso será analizar su impacto entre la población dedicada a la viticultura o que está más en contacto con este tipo de cultivo, una “fase más complicada que requeriría de un estudio de prevalencia más en profundidad”, indica el doctor coordinador del proyecto.

“Aparentemente, no afecta más a los agricultores, ya que hay otras investigaciones en Ciudad Real y en Champagne, en el norte de Francia, que así lo evidencian. En este último caso, se analizó a trabajadores expuestos al polen y sí mostraron diferencias respecto a aquellos que estaban menos expuestos, pero con niveles bajos y con una sensibilidad también hacia otros pólenes”, añade.

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