CARTA AL DIRECTOR

El problema de La Rioja era la educación concertada…

Estimada presidenta del Gobierno de La Rioja, Concepción Andreu:

Soy una persona muy afortunada. Soy un profesor en un centro concertado. Entré en él hace diez años porque me enchufaron a dedo. Esa fue y es mi única valía. Desde entonces me dedico a pasar las mañanas en mi colegio y a bueno… vivir de la mejor forma posible en el intervalo de tiempo que va desde las ocho hasta las dos de la tarde.

Las cosas desde luego no se me ponen difíciles… Cuando llego al aula me encuentro a un grupo de estudiantes que han pasado una cuidadosa y rigurosa selección. Son niños y niñas que sobresalen en todo. Todos ellos son inteligentes, de familias económicamente potentes, sin ninguna necesidad especial… la mayoría de ellos incluso altos y guapos.

Básicamente esa es la razón por la que sus familias deciden traerlos a mi centro, para que no se mezclen con la chusma del resto de la ciudad. Y como es eso lo único que les preocupa pues en el colegio educación, educación… la justita. Programas de innovación… ¿para qué? Son niños acomodados que estudiarán sin problema en las universidades privadas más prestigiosas del mundo.

Pues bien, por si acaso, voy a aclarar que mis párrafos anteriores eran ironía porque estas y otras lindezas se han ido repitiendo como «mantras», años y años… hasta tal punto que una parte de la sociedad, y parece que también del gobierno que usted preside, se las ha creído sin rechistar (aún en una región tan pequeña y donde es tan fácilmente comprobable) y lo que es peor, incluso ha provocado que yo en según qué determinados momentos haya ocultado mi puesto de trabajo, simplemente para no entrar en una polémica que me resulta a todas luces estúpida…

Pues bien, hasta hoy. En el día de hoy quiero decir que soy docente de un centro concertado y estoy muy orgulloso de ello. Y estoy muy orgulloso porque cada mañana me levanto con energía y ganas para aportar a mis alumnos lo mejor de mí y para intentar que ellos saquen su mejor versión, que su educación revierta en el bienestar de toda la sociedad y que nos regalen un futuro infinitamente mejor que el presente que les estamos proporcionando. Y no estoy solo, todos los días tengo la oportunidad de trabajar codo con codo con compañeros que se dejan la piel para dar a nuestros alumnos todas las oportunidades posibles; a través de técnicas innovadoras que les acerquen conocimientos de todo tipo, la creación de talleres de lo más variados, la participación en programas de internacionalización y fomento de aprendizaje de idiomas, el fomento de una concienciación cada vez más ecológica, programas de fomento del deporte y de la vida saludable, de educación emocional, fomento de la lectura, programas de mejora del aprendizaje y atención a la diversidad, creación de proyectos de aprendizaje y servicio… Tantas cosas, señora presidenta… incluso ¡somos el único centro de la ciudad participando en el programa de Escuelas Embajadoras del Parlamento Europeo! tantas personas realizando un trabajo excelente…Y sí, es cierto, no hemos aprobado unas oposiciones (tampoco todos mis compañeros de la educación pública lo han hecho, yo mismo rechacé hace años una interinidad…) pero estoy seguro de que vocación y ganas tenemos como los que más.

Como ciudadano riojano me causa una gran tristeza la cantidad de problemas a los que nuestra región tiene que hacer frente, y eso sin contar el COVID-19: envejecimiento de la población, desmantelamiento de nuestros polígonos industriales, atraso más que notorio en materia de infraestructuras… A veces simplemente con cruzar nuestro Ebro vamos del aletargamiento de nuestros pueblos a la pujanza de otros.

Pero parece ser, presidenta, que su gobierno ha dado con la clave. El problema de los riojanos era la educación concertada. Solo así se explica que entre las primeras medidas de nuestro nuevo gobierno haya habido algunas tan demandadas por los riojanos cómo la prohibición del uso de la ruta escolar que acercaba alumnos a su centro concertado en Calahorra o la eliminación del cheque bachillerato. Y en estos instantes, viviendo la situación que estamos viviendo, cuando el propio Ministerio de Educación habla de clases con quince alumnos, no se haya esperado ni siquiera a ver cómo salimos de ésta para aprobar el aumento de ratios en centros concertados y la supresión de líneas. Especialmente duro como le digo, en estos momentos de estado de alarma, en los que ni siquiera podemos mostrar nuestra protesta y repulsa.

Y me da mucha pena, presidenta. Me da mucha pena que no se aproveche esta triste situación para, por ejemplo, reducir ratios, dar más calidad a nuestras futuras generaciones, estudien en la escuela pública o concertada, mientras se estudian medidas para ver cómo vamos a afrontar en las aulas esta nueva “normalidad” o qué directrices tomar para evitar el envejecimiento de la población porque, de continuar así, no se cerrarán líneas, se cerrarán colegios. Al fin y al cabo si no logramos asentar población en nuestra autonomía al final sobraremos muchos, incluso políticos. Y esto produce tristeza.

Exactamente la misma tristeza que me produce encontrarme con infinidad de alumnos que al cabo de los años me cruzo en las calles y me comentan sus estudios y sus vidas en lugares lejanos, algunos de ellos porque así lo han querido y deseado y muchos otros porque en esta comunidad no se les ofrecen las oportunidades de desarrollo y progreso que sí que se les brindan por otros lares.

Pero la tristeza verdadera que siento es porque al final esto va de libertad y, sinceramente, como padre no quiero para mis hijas una sola tipología de educación, monocolor y dirigida por el gobierno y los políticos de turno. Me resulta realmente sorprendente que intenten suprimir los guetos que algunos aseguran que existen en nuestras escuelas con la creación de escuelas guetos a las que solo puedan acudir las familias que económicamente puedan permitírselo. Le rogaría que le dijese a su Consejero de Educación que en su próxima comparecencia ante la prensa, en lugar de mostrar tablas llenas de “omisiones involuntarias” respondiera a preguntas que yo creo que muchos nos hacemos: ¿Qué mejoras va a traer a la sociedad riojana el desmantelamiento de los centros concertados? ¿De verdad que la Consejería de Educación considera que estamos en el momento más apropiado para hablar de aumento de ratios? ¿Para ustedes la educación es un gasto o una inversión?

Me dirijo directamente a usted, señora Andreu, como presidenta de todos que es y le invito abiertamente a que acuda a mi escuela, cuando llegue el ansiado momento por todos de abrir las puertas, para que pueda comprobar con sus ojos la labor que se desarrolla en la misma. Estaríamos encantados los profesores, los alumnos y, en definitiva, toda la comunidad educativa a que conozca de primera mano toda la labor que se desarrolla en nuestra casa. Nuestro colegio se llama Inmaculado Corazón de María (Escolapias – sotillo), está en Vara de Rey 76 y las puertas están abiertas de par en par para usted, de la misma forma que lo han estado durante los últimos 75 años para toda la sociedad riojana. La pretensión de todos los que formamos la red concertada es, igual que la de nuestros compañeros de la red pública, desarrollar una labor social en beneficio de La Rioja. Cuidar y proteger ambas redes es cuidar y protegernos a todos. Nosotros estamos aquí para aportar, para sumar… nunca hemos pretendido restar. Y no se preocupe, aunque nos sintamos menospreciados y minusvalorados por nuestra Consejería de Educación seguiremos viniendo cada mañana (cuando podamos) con las ganas de siempre. Nuestros alumnos son nuestro motor.

Reciba un cordial saludo

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