A partir de este domingo los menores de 14 años podrán salir a la calle en compañía de un adulto una vez al día durante una hora y en un entorno de un kilómetro, con un horario restringido de las 9 a las 21 horas. Además, consigo podrán llevar juguetes, una pelota, su patinete o bicicleta. Una medida que solventa algunas dudas en los entornos familiares, cuando a principios de esta semana se anunció el permiso de salida pero con apenas concreciones que aclarasen las condiciones.
Aunque son los primeros que van a poder apreciar la llamada ‘desescalada’ de esta crisis sanitaria, la incertidumbre sigue presente entre los padres a la vez que consideran «necesaria» una medida con la que otros países europeos ya nos llevan la delantera. «Confío en que si hasta ahora no les habían dejado salir era por responsabilidad y prevención», apunta Jesús, padre de dos hijos que reciben esta autorización «muy contentos».
Sin embargo, muchos hogares reclaman «más claridad» y «pautas menos ambiguas» a la hora de saber con exactitud «a qué atenerse en todos los aspectos para que los pequeños no se lleven una desilusión, porque ahora la impresión es de improvisación». Un clima de «incertidumbre» generalizado en cuanto a cuestiones de ocio, pautas de finalización de este curso y matriculación del siguiente que desembocan en una situación cada vez más complicada de gestionar para los padres.
Evitar los riesgos de contagio está entre sus prioridades porque «el miedo también está presente», tal como asegura Marta, madre de una niña que acepta la medida pero «con cautela y a la espera de cómo va a reaccionar la pequeña, porque tal vez los primeros días le cueste más querer salir». Ahora los hogares se empiezan a plantear cómo se van a producir esas salidas. «Hay padres que prefieren que los menores salgan en su bicicleta para tocar menos el suelo, pero en general todos actuamos un poco a tientas conforme lo que diga el Gobierno», añade.
El psicólogo y profesor del Aula GTP (Graves Trastornos de Personalidad) del colegio Salesianos Los Boscos de Logroño, José Ramón González, considera que durante los primeros días de desconfinamiento infantil será necesaria una «psicoeducación» por parte de los padres: «Van a entrar en juego emociones ambiguas porque se pueden generar sensaciones desagradables, ya que lo que se percibe como un alivio se puede convertir en una cierta ansiedad porque el salir en estas circunstancias conlleva el estar más pendiente del menor, de lo que toca o si hay gente cerca, en lugar de desconectar. Por eso creo que los primeros días va a tocar testar y aprender a enfocar la situación».
«Hiperconexión, ansiedad y sueño»
Los efectos de esta cuarentena ya comienzan a palparse en los más jóvenes. Si con anterioridad las nuevas tecnologías eran, en muchos casos, sus ‘amigas inseparables’, ahora lo son todavía más. González advierte de los riesgos de esta «hiperconexión total» motivado por un «aumento radical en su uso y que a largo plazo tiene efectos muy negativos». El sedentarismo, además, es otra de las consecuencias más dañinas: «Aunque lo intentan, en general les cuesta establecer rutinas donde el ejercicio físico tome presencia, teniendo en cuenta que no siempre se dispone de recursos para practicarlo en casa».
La salud emocional, sin embargo, es una de las variantes que más preocupan. «La depresión o ansiedad, más frecuentes en entornos familiares disfuncionales o con problemas previos, se puede acrecentar por la escasez de luz y falta de rutinas», explica el psicólogo, algo que puede derivar también en la dificultad de conciliar el sueño: «Los alumnos ya nos han transmitido sus problemas a la hora de intentar dormir». Una cadena de deficiencias que va a acrecentar la transición al volver a las aulas. «En ese momento nos tocará tener paciencia y ayudarles, pero de esta situación también van a sacar seguro unas buenas competencias digitales», señala el profesor.
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